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Sin presidente, diputados ni senadores, la democracia agoniza en Haití

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El primer ministro interino de Haití, Ariel Henry, pronuncia un discurso

Sin presidente, diputados ni senadores, la democracia agoniza en Haití y las pandillas reinan en el territorio, un año y medio después del asesinato del presidente Jovenel Moise.

Los últimos 10 senadores aún en funciones completaron simbólicamente su mandato, pero el Poder Legislativo dejó de funcionar de hecho en enero de 2020.

Todos los diputados y dos tercios de los integrantes de la Cámara Alta abandonaron sus cargos, sin que fueran reemplazados, reportó AFP.

«No podemos atrevernos a hablar de democracia», lamenta el abogado Samuel Madistin.

«Y esto llega en un momento en que el Estado está perdiendo el control de la mayor parte del territorio, el 60%, en beneficio de bandas armadas».

Para este abogado, Haití «es un Estado que, prácticamente, no existe».  

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Sin presidente

El asesinato en julio de 2021 del presidente Moise por un comando armado en su residencia privada no hizo más que amplificar la ya profunda crisis política.

El primer ministro Ariel Henry es quien actualmente lleva el país adelante pero, designado solo 48 horas antes del ataque que le costó la vida a Moise.

Su legitimidad es ampliamente cuestionada.

«Hubo un cálculo maquiavélico del régimen del PHTK (partido político de Moise) que no quiso organizar elecciones», analiza Madistin.

«El fracaso también es de la comunidad internacional y de Naciones Unidas, cuya misión era estabilizar políticamente al país», dice el abogado.

Luego de 13 años de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (Minustah, 2004-2017), que llegó a contar con 9.000 cascos azules.

Más de 4.000 policías internacionales, la ONU ha ido reduciendo su presencia en el país.

Hoy se reduce a una oficina política de unas sesenta personas, aunque mantiene su mandato de «fortalecer la estabilidad política y el buen gobierno».

Que nadie en Haití sea capaz de controlar el accionar del gobierno o aprobar leyes no conmueve particularmente a los habitantes.

Oprimidos por la amenaza de las pandillas, la pobreza extrema o el recrudecimiento del cólera.  

«Los ciudadanos no están realmente interesados en este problema de representatividad.

Su prioridad es la seguridad», observa Gédéon Jean, director del Centro de Análisis e Investigación en Derechos Humanos (CARDH).

Durante 2022, esta organización registró al menos 857 secuestros cometidos por bandas armadas.

(10/01/2023)