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Sunday 24 Sep 2023 | Actualizado a 01:02 AM

Mueren cinco militantes palestinos y otros más resultan heridos en ataque aéreo en Líbano

Imagen de un ataque previo. Foto: Xinhua

Por Xinhua

/ 31 de mayo de 2023 / 17:24

Cinco palestinos mueren

Cinco miembros del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) fueron reportados muertos y otros resultaron heridos hoy miércoles en un ataque aéreo.

El ataque tuvo como objetivo un centro del FPLP ubicado en la ciudad de Qusaya, en el este del Líbano, cerca de la frontera con Siria, según el sitio web de noticias Elnashra.

El FPLP emitió un comunicado acusando a Israel de lanzar el ataque aéreo para reforzar «una imagen disuasoria». Indicando que dos oficiales con rango de teniente coronel murieron en el ataque.

«Nuestra guerra, que está siendo librada por el eje de la resistencia; culminará en una clara victoria en todo el suelo nacional palestino al izar la bandera de la liberación sobre Jerusalén y más allá», afirmó el comunicado del FPLP.

Fuentes anónimas de Israel han negado su participación en el ataque, según informes de los medios de comunicación. Ninguna declaración oficial ha sido emitida por Israel, el ejército libanés o el grupo Hezbolá, que es respaldado por Irán.

El FPLP mantiene posiciones a lo largo de la frontera entre Líbano y Siria, al mismo tiempo que sostiene una presencia militar en ambos países. El grupo registra un historial de ataques contra Israel.

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Selva de Darién sufre daño ambiental ‘irreversible’ por ola migratoria, advierte Panamá

Unos 390.000 migrantes han ingresado a Panamá por esta selva en lo que va del año, mucho más que en todo 2022, cuando fueron 248.000.

Migrantes caminan por la selva de Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá.

Por AFP

/ 23 de septiembre de 2023 / 22:20

La selva de Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá, está sufriendo un daño ambiental «irreversible» por el récord de migrantes que la cruzan rumbo a Estados Unidos, dijo el sábado un ministro panameño.

«El daño irreversible ambiental tocará muchos años, para que eso vuelva a su normalidad. Hay un daño y cada semana, cada día, es peor», dijo a la prensa el ministro de Seguridad de Panamá, Juan Manuel Pino, en una visita al Darién con su par de Costa Rica, Mario Zamora.

La frontera natural, de 266 km de largo y 575.000 hectáreas de superficie, se convirtió en corredor obligado para miles de migrantes que, desde Sudamérica, tratan de llegar sin visa a Estados Unidos a través de América Central y México.

Unos 390.000 migrantes han ingresado a Panamá por esta selva en lo que va del año, mucho más que en todo 2022, cuando fueron 248.000, según datos oficiales panameños.

«Tenemos que tener mucho cuidado con esto, porque esto va a afectar a generaciones futuras, va a afectar a nuestras comunidades indígenas, que se ven impactadas con el tráfico de estas personas», añadió Pino.

Lea más: Cruzar la selva del Darién es ‘riesgoso pero necesario’, dicen migrantes rumbo a EEUU

Una estela de basura dejan los migrantes en la selva: botas, calcetas, botellas plásticas, calzoncillos, sostenes, vasos, cepillos de dientes y pañales. Muchos desperdicios también cubren las riberas de los ríos, observaron periodistas de la AFP.

«Nos impresionó mucho el deterioro de las condiciones naturales […] en razón del paso masivo de personas, es decir, un escenario que no está diseñado para este tipo de usos humanos y que desde el punto de vista natural, ha sido severamente afectado», dijo Zamora.

Los funcionarios visitaron la aldea de Bajo Chiquito y Canaán Membrillo, donde llegan miles de migrantes cada día. Allí abordan piraguas y navegan hasta el albergue de Lajas Blancas, donde suben a buses que los trasladan a la frontera con Costa Rica para seguir viaje hacia Norteamérica.

Los ministros anunciaron que el presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, visitará Darién el 7 de octubre con su par panameño, Laurentino Cortizo, para coordinar acciones conjuntas.

En su discurso ante la Asamblea General de la ONU el martes, Cortizo destacó que es «insostenible» el masivo paso de migrantes.

La mayoría son venezolanos, pero también ecuatorianos, haitianos, chinos, vietnamitas, afganos y de países africanos.

Los migrantes además corren grandes riesgos porque operan bandas criminales que roban, secuestran y violan.

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Cruzar la selva del Darién es ‘riesgoso pero necesario’, dicen migrantes rumbo a EEUU

La frontera natural del Darién, de 266 km de largo y 575.000 hectáreas de superficie, se convirtió en corredor obligado para miles de migrantes.

Los migrantes venezolanos después de una dura caminata por la selva en Panamá.

Por AFP

/ 23 de septiembre de 2023 / 22:05

Al atravesar el río Tuquesa, el migrante venezolano Marcel Maldonado rompió en lágrimas tras haber cruzado caminando con una pierna ortopédica la inhóspita selva del Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá.

En una ribera del río se encuentra Bajo Chiquito, la primera aldea panameña a la que están llegando cada día en cantidades récord unos 3.000 migrantes en busca del sueño americano, en su mayoría venezolanos, muchos acompañados de niños.

El calor es sofocante en este poblado de 490 habitantes repleto de migrantes que, después de una dura caminata por la selva durante tres, cinco o más días, consiguen por fin comida caliente y un lugar seguro para dormir, aunque a la intemperie.

Es que aparte de los obstáculos naturales de la selva, como ríos y acantilados, operan bandas criminales que roban, secuestran y violan.

Maldonado perdió su pierna derecha en un accidente de motocicleta hace una década, pero su discapacidad no lo desanimó para marcharse hacia Estados Unidos en busca de una vida mejor.

«Lo único que yo deseo es por lo menos los últimos años de vejez de mi papá y de mi mamá aunque sea darles una buena vida de comida y de alimentos, que es lo que más sueño. Por eso estoy aquí en esta lucha, sino no estuviera aquí, [porque] esta vaina es demasiado fea», dice el venezolano de 30 años a la AFP.

«Mi papá vendió el carro con tal de apoyarme también, yo deseo devolverle algo mejor», agrega entre lágrimas.

La frontera natural del Darién, de 266 km de largo y 575.000 hectáreas de superficie, se convirtió en corredor obligado para miles de migrantes que, desde Sudamérica, tratan de llegar sin visa a Estados Unidos a través de América Central y México.

Migración

La mayoría son venezolanos, pero también ecuatorianos, haitianos, chinos, vietnamitas, afganos y de países africanos como Camerún y Burkina Faso. Hay gente de todas las edades, incluso un bebé de un mes.

«Uno se expone a que le pase mucha cosa, porque esa selva es peligrosa, hay violación, hay de todo», dice a la AFP la venezolana Reina Torres, de 77 años, quien cruzó la selva con 12 familiares.

Cruzar el Darién «es muy peligroso, riesgoso, pero necesario para alcanzar el sueño», indica Mechu Falceinord, haitiana de 28 años que vivía en Guayana Francesa.

«¿Mi sueño cuál es? Pues trabajar, tener mi dinero, ser independiente, tener una casa, un perro, un niño, algo así», agrega.

En Bajo Chiquito hay un cuartel de la policía fronteriza panameña (Senafront), cuyos efectivos patrullan la selva con uniforme de camuflaje y fusiles AK-47.

En la aldea, los policías revisan los precarios equipajes de los viajeros y les decomisan cualquier objeto que sirva como arma, mientras funcionarios de Migración registran sus nombres y otros datos.

Casi 390.000 migrantes han ingresado a Panamá por esta selva en lo que va del año, mucho más que en todo 2022, cuando fueron 248.000, según datos oficiales panameños.

En 2008, el primer año en que hay registros, entraron 28 personas.

Lea más: ‘¿Estamos seguros?’: sentimiento agridulce de cientos de venezolanos en frontera de EEUU

Los migrantes pernoctan a la intemperie en Bajo Chiquito mientras hacen fila para abordar a la mañana siguiente las piraguas que los trasladarán al albergue de Lajas Blancas, navegando casi tres horas por el río Tuquesa con una tarifa de 25 dólares por pasajero. Desde allí siguen en buses hacia la frontera con Costa Rica.

Unos 15 migrantes caben en cada embarcación, que tienen unos 12 metros de largo y motor fuera de borda. Cada día zarpan unas 200 desde Bajo Chiquito.

En la aldea también hay personal de agencias de la ONU como Acnur y OIM, así como de Médicos sin Frontera y la Cruz Roja para asistir a los migrantes.

Al atravesar el río Tuquesa, los viajeros sienten alivio pues termina su caminata por la jungla, donde muchos perdieron su dinero y celulares a manos de asaltantes.

«Nos tuvieron desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde secuestrados. A mí me metieron el dedo por la ‘totona’ [vagina] y por el culo para ver si tenía plata» escondida, relata a la AFP Nazaret Puerta, venezolana de 28 años.

«La selva era peligrosa, tomamos la selva hace cuatro días, no hemos tomado agua, no había nada de comer», indica un migrante de Burkina Faso que se identificó como Utsman.

Una estela de basura dejan los migrantes en la selva: botas, calcetas, botellas plásticas, calzoncillos, sostenes, vasos, cepillos de dientes y pañales. Muchos desperdicios también cubren las riberas del río Tuquesa.

En Bajo Chiquito, los lugareños abrieron puestos de comida, alquilan hamacas y sitios para acampar, ofrecen cargar celulares y conexión wifi.

Para Panamá esta avalancha de migrantes pasó a ser un problema de seguridad y ambiental.

«Estamos hablando aproximadamente de 390.000 migrantes en lo que va del año», dice el jefe de Senafront en la zona, subcomisionado Edgar Pitti Valdés. «Este flujo masivo de migrantes ha alterado la normal convivencia de las poblaciones».

«El daño irreversible ambiental tocará muchos años, para que eso vuelva a su normalidad», dijo este sábado el ministro de Seguridad de Panamá, Juan Manuel Pino, en una visita al Darién con su par de Costa Rica, Mario Zamora.

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Armenia pide ‘misión’ de vigilancia de la ONU en Nagorno-Karabaj

A principios de semana, Azerbaiyán lanzó una operación en esta región secesionista, poblada mayoritariamente por armenios, obteniendo una victoria relámpago.

El ministro armenio de Asuntos Exteriores, en el acto ante las Naciones Unidas.

Por AFP

/ 23 de septiembre de 2023 / 20:19

El ministro armenio de Asuntos Exteriores pidió el sábado ante las Naciones Unidas el envío «inmediato» de una «misión» de la ONU a Nagorno Karabaj para evaluar y controlar la situación sobre el terreno.

«La comunidad internacional debería hacer todos los esfuerzos posibles para el despliegue inmediato de una misión interinstitucional de la ONU en Nagorno Karabaj con el objetivo de vigilar y evaluar los derechos humanos y la situación humanitaria y de seguridad sobre el terreno», afirmó Ararat Mirzoyan, reiterando acusaciones de «limpieza étnica» en la región separatista.

«Por desgracia, no tenemos un socio para la paz, sino un país que declara abiertamente que ‘el poder es el derecho’ y utiliza la fuerza constantemente para interrumpir el proceso de paz», sostuvo, y añadió que el momento elegido para la ofensiva relámpago por Azerbaiyán a principios de semana no fue «casual».

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«El mensaje es claro: podéis hablar de paz e ir a la guerra, y no podréis cambiar nada», subrayó el ministro en la Asamblea General de la ONU.

Pocas horas antes, desde el mismo podio su par azerbaiyano, Jeyhoun Baeramov, prometió que la mayoría armenia de Nagorno-Karabaj sería tratada como «ciudadanos iguales».

A principios de semana, Azerbaiyán lanzó una operación en esta región secesionista, poblada mayoritariamente por armenios, obteniendo una victoria relámpago. Los separatistas armenios aceptaron el viernes entregar las armas.

Este enclave montañoso, anexionado al territorio azerbaiyano en 1921 por las autoridades soviéticas, ha sido en el pasado escenario de dos guerras entre las antiguas repúblicas soviéticas de Azerbaiyán y Armenia: una de 1988 a 1994 (30.000 muertos) y otra en otoño de 2020 (6.500 muertos).

«Seguimos creyendo que existe una oportunidad histórica para que Azerbaiyán y Armenia establezcan relaciones de buena vecindad y coexistan pacíficamente uno al lado del otro», declaró Baeramov.

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‘¿Estamos seguros?’: sentimiento agridulce de cientos de venezolanos en frontera de EEUU

Eagle Pass, una ciudad de Texas con casi 30.000 habitantes, ha sido puerta de entrada para miles de migrantes que llegan a Estados Unidos en busca de una oportunidad.

Un venezolano vive momentos agridulces este sábado al llegar a Eagle Pass Estados Unidos.

Por AFP

/ 23 de septiembre de 2023 / 19:41

Después de semanas de recorrer peligrosas rutas, cientos de venezolanos vivieron momentos agridulces este sábado al llegar a Eagle Pass, en la frontera de Estados Unidos con México, y encontrarse con un tupido enjambre de militares armados y alambre de púas.

«¿Estamos seguros?», preguntaba la venezolana Karlen Ramírez, quien lloraba luego de haber cruzado el río Grande (o río Bravo), frontera natural que separa ambos países y haberse abierto camino entre el alambre junto a cientos de compatriotas que huyen de su país, inmerso desde hace años en una profunda crisis económica, social y política.

Eagle Pass, una ciudad de Texas con casi 30.000 habitantes, ha sido puerta de entrada para miles de migrantes que llegan a Estados Unidos en busca de una oportunidad.

Junto a un campo de golf que se extiende por debajo de uno de los puentes que conectan México y Estados Unidos, autoridades estadounidenses colocaron rollos de alambres de púas, el último obstáculo para los migrantes en su travesía hacia el «sueño americano».

“Todos somos venezolanos», dijo Jesús Ramírez, quien desplegó una pequeña bandera tricolor de su país. «Todos nos vamos, todos menos uno, el que tendría que irse», en referencia al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.

La mayoría de los recién llegados viene de Venezuela. Algunos, como Luis Durán, de Maracaibo, dijo que al ver toda la frontera cubierta de alambre de púas sintió miedo.

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“Pensé que nos iban a maltratar», agregó el venezolano de 37 años que alternaba el llanto y la sonrisa nerviosa luego de cruzar por un hueco por el cual también entraron más de 500 migrantes a primeras horas de la mañana.

Ya en la tarde, otro grupo menos numeroso dijo haber sido maltratado por algunos de los efectivos militares. «No nos dejaron pasar y nos hicieron caminar y caminar», dijo José Ruiz, un venezolano de 29 años, que dice haber recorrido junto a su esposa casi dos kilómetros a la vera del río bajo el abrasador sol de Texas con el termómetro llegando a los 40ºC.

“A ellos no les importa, nos faltaron el respeto varias veces».

“Les pedimos agua, y no nos dieron, se la tomaban frente a nosotros», dijo su esposa Katiuska Rodríguez.

“Pero ya no importa, ya estamos aquí. Lo que queremos es una oportunidad para poder trabajar», agregó Ruiz.

«No hay comparación» –

Desde octubre del año pasado, las autoridades estadounidenses interceptaron a 2,2 millones de migrantes en su frontera sur, según datos oficiales.

La cifra demuestra el desafío que enfrenta Washington en materia migratoria.

El tema divide a la sociedad estadounidense y es usado políticamente por republicanos y demócratas para atacarse mutuamente.

Con las tensiones aumentando en el conservador estado de Texas, Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, debe reunirse este sábado con la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, en la también fronteriza ciudad de McAllen, para discutir sobre cooperación binacional.

La administración de Joe Biden ha intentado desincentivar este flujo migratorio con programas especiales para tramitar asilo y visas en países como Venezuela.

Y en el terreno, las autoridades aplican estrategias disuasivas.

Este sábado un convoy militar llegó para reforzar con personal y más alambre los huecos que los migrantes han hecho para entrar en Estados Unidos en los últimos días.

Recorrido

Retazos de ropa cuelgan de las púas, imagen que ilustra la determinación de los migrantes. Muchos de ellos han tenido que cruzar la  peligrosa selva del Darién, en Panamá, han caminado cientos o miles de kilómetros o se han subido al techo de algún tren para llegar a Estados Unidos.

Un alambre de púas no les cortará el paso. Excavan agujeros para pasar por debajo o hacen huecos para cruzar con cuidado ante la mirada de militares.

“Esto aquí», dijo Dileidys Urdaneta, una venezolana de 17 años, señalando el alambre, «no es nada, porque lo que hemos vivido, lo que hemos pasado, es muchísimo peor. Y lo que dejamos atrás, ni se diga, no hay comparación».

La adolescente llegó a Eagle Pass este sábado solo con documentos, un teléfono sin batería y la ropa que vestía, pero con la esperanza de que ahora todo «solo puede ser mejor».

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Hallan 8 cadáveres en reserva ecológica de México

Motivados por la desesperación y la falta de resultados en las investigaciones, los familiares buscan de propia cuenta a sus seres queridos.

Hallan 8 cadáveres en reserva ecológica de México. Imagen de playa de Acapulco

Por AFP

/ 22 de septiembre de 2023 / 22:20

Ocho cadáveres fueron encontrados en los últimos cuatro días en fosas clandestinas descubiertas en una reserva ecológica del turístico puerto de Acapulco (sur de México), informó este viernes la organización Memoria, Verdad y Justicia.

«Son ocho cuerpos que se han bajado del cerro» del Parque Nacional El Veladero entre el lunes y el jueves pasados, dijo Socorro Gil, presidenta de la agrupación, en conferencia de prensa ofrecida en el Muro de la Memoria de Acapulco.

El hallazgo  de los cadáveres en la reserva ecológica de México, ocurre tres semanas después de la desaparición, en esa misma ciudad costera, de siete personas que fueron raptadas el 1 de septiembre de un centro de rehabilitación, aunque ni la organización ni autoridades locales vincularon ambos eventos.

El colectivo informó que peritos de la fiscalía del estado de Guerrero, donde se ubica Acapulco, y personal de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) participaron de las pesquisas hasta el jueves, pero no se presentaron este viernes para continuar los trabajos, generando preocupación entre las activistas.

Gil, madre de Jhonatan Guadalupe Romero, detenido y desaparecido presuntamente por policías municipales el 5 de diciembre de 2018; exigió a las autoridades no detener las búsquedas y excavaciones en esa área.

«Voy a seguir buscando, no me voy a mover de ese lugar, hasta que no lleguen las autoridades correspondientes (…). Hasta que estemos seguras de que no hay más víctimas allí», denunció la activista, acompañada de otros familiares de desaparecidos.

Cadáveres en reserva ecológica de México se da entre violencia desmedida

En Guerrero, un estado convulsionado por la presencia de violentos grupos del crimen organizado en constante pugna por control de territorios. Existen 4.171 casos de personas desaparecidas, según datos de la CNB.

Motivados por la desesperación y la falta de resultados en las investigaciones, los familiares buscan de propia cuenta a sus seres queridos; usualmente en lugares inhóspitos adonde acuden con picos y palas, a veces acompañados por autoridades.

Son estas organizaciones las que suelen indicar a las autoridades la ubicación de las fosas clandestinas. Donde los narcotraficantes suelen enterrar a sus víctimas, a raíz de pistas que reciben de manera anónima.

En México más de 420.000 personas han sido asesinadas y 111.500 desaparecidas, la mayoría desde 2006 cuando se militarizó la lucha antidrogas.

El gobierno mexicano contabilizó, entre diciembre de 2018 y junio de 2021, la existencia de 1.749 fosas clandestinas con restos humanos en el país; pero reportes de medios locales indican que la cifra ya supera las 2.700

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