Japón recurre a fertilizantes fabricados con heces humanas ante alza de precios
En la pequeña ciudad de Tome (noreste), una empresa que produce este fertilizante desde 2010 registró un aumento de sus ventas de un 160% en el año.
El fertilizante con heces humanas genera un debate en Japón. Foto: AFP
El «shimogoe», que significa literalmente «abono (heces) procedente del trasero de una persona», es barato, ecológico y proviene de una tradición centenaria de Japón que gana popularidad ante la subida de los precios de los fertilizantes por la guerra en Ucrania.
La utilización de heces humanas para fertilizar los cultivos fue algo habitual en el archipiélago, al igual que en otros países. Pero el desarrollo de las redes de alcantarillas, los sistemas de depuración y los abonos químicos hicieron que cayera en desuso.
Sin embargo, hace unos diez años, las plantas de tratamiento de aguas japonesas comenzaron a reflexionar para volver a esta práctica debido problema de la eliminación de los lodos de depuración de aguas residuales. Un proceso costoso y que puede ser perjudicial para el medioambiente. Con la invasión rusa a Ucrania y el aumento del costo de los fertilizantes químicos, la idea ganó popularidad.
Aumento de ventas
En la pequeña ciudad de Tome (noreste), una empresa que produce este fertilizante desde 2010 registró un aumento de sus ventas de un 160% en el año fiscal terminado en marzo. Y hasta agotó sus existencias.
«Nuestro fertilizante es popular porque es barato y ayuda a los agricultores a reducir costos que se disparan», explica a la AFP el vicepresidente de la empresa, Toshiaki Kato. «También es bueno para el medioambiente», destaca.
Compuesto por una combinación de lodos de residuos tratados, procedentes de fosas sépticas, y fecas humanas de fosas sanitarias, el abono se vende a 160 yenes (1,1 dólares) por 15 kilos; diez veces menos que los fabricados a partir de productos importados.
Las ventas de este tipo de fertilizante también se duplicaron o incluso se triplicaron, según funcionarios de la zona de Saga, en el suroeste de Japón. Allí decenas de otros municipios japoneses comenzaron a utilizarlo.
El «shimogoe» fue imprescindible en el período Edo (1603-1867), explicó a AFP Arata Kobayashi, autora de artículos científicos sobre el tema.
A principios del siglo XVIII, se estima que Tokio, que tenía un millón de habitantes, producía 500.000 toneladas de este abono al año.
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Quejas por el olor
El gobierno japonés alienta a este nuevo auge del «shimogoe», sobre todo debido a las preocupaciones sobre la seguridad alimentaria desde la invasión rusa a Ucrania.
En diciembre, el Ministerio de Agricultura se fijó el objetivo de duplicar el uso de estiércol animal y de origen humano para 2030; a fin de que represente el 40% de los fertilizantes utilizados en Japón.
En una planta de tratamiento en Miura, al sur de Tokio, se retira el agua de las heces humanas traídas por camiones antes de procesar el resto en grandes tanques; donde el material es fermentado por bacterias para disminuir el olor. Y aumentar los beneficios agrícolas, produciendo 500 toneladas de fertilizante cada año.
«Todos los materiales nocivos, como los metales pesados, se retiran de los lodos de depuración tratados antes de que lleguen aquí», explica el director Kenichi Ryose.
Preocupación
En un momento en que el crece la preocupación en todo el mundo por la contaminación de las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS), conocidas como los «químicos eternos». En Japón no hay reportes de este problema.
A pesar del tratamiento para absorber los olores, la fetidez de las heces es un problema, reconoció Nobuyoshi Fujiwara, de 41 años, gerente de una plantación agrícola en una ciudad vecina. Comenzó a usar el «shimogoe» el año pasado, «para reducir costos. Y para el beneficio social» por el reciclaje de los residuos.
Pero «no podemos utilizarlo en los campos cercanos a las viviendas, porque hay quejas sobre el olor», indicó.
Además «hay que aplicar cuatro o cinco veces más fertilizantes que cuando se utilizan productos químicos clásicos», explicó.