Se agota la esperanza de hallar más sobrevivientes del terremoto en Marruecos
La organización internacional ya desbloqueó un millón de francos suizos (1,7 millones de dólares) de su fondo de respuesta en emergencias
Panorama desolador en Douzrou tras el terremoto en Marruecos
Imagen: AFP
Las operaciones de rescate continúan este martes en Marruecos, más de 72 horas después del devastador terremoto que dejó casi 2.900 muertos, pero las esperanzas de encontrar más sobrevivientes se agotan con el paso de las horas.
El epicentro del sismo, que causó 2.862 muertos y 2.562 heridos, según un último balance del lunes por la noche, se encuentra en una zona montañosa del Alto Atlas, donde los corrimientos de tierra dificultan aún más el acceso a los pueblos afectados.
La Cruz Roja solicitó más de 100 millones de dólares para poder atender las necesidades más apremiantes, que incluyen salud, agua, saneamiento e higiene.
La organización internacional ya desbloqueó un millón de francos suizos (1,7 millones de dólares) de su fondo de respuesta en emergencias.
Los equipos de rescate marroquíes, apoyados por delegaciones extranjeras, intentan acelerar la búsqueda de sobrevivientes y dar cobijo a cientos de familias que perdieron sus hogares. Pero en algunas zonas aisladas, los residentes se quejan de no haber recibido ningún tipo de ayuda.
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Sobrevivientes
En el pueblo de Imoulas, los habitantes parecen perdidos entre los escombros de sus casas.
«Nos sentimos completamente abandonados, nadie ha venido a ayudarnos. Nuestras casas se derrumbaron y no tenemos adónde ir ¿Dónde va a vivir toda esta pobre gente?», se lamenta Khadija, residente de este pueblo de difícil acceso, tapándose la cara con su velo.
«El Estado no ha venido, no hemos visto a nadie. Después del terremoto, vinieron a contar el número de víctimas. Desde entonces, no queda ni uno. Ni protección civil, ni fuerzas de socorro. Nadie está aquí con nosotros», abunda Mouhamed Aitlkyd entre los escombros.
En la localidad de Amizmiz, decenas de sobrevivientes se congregaron alrededor de un semirremolque, a la espera de que voluntarios distribuyan alimentos.
«El gobierno no hace nada, así que lo hacemos nosotros», explicó Abdelilah Tiba, uno de los voluntarios, de 28 años.
«¿Qué haremos cuando la gente deje de ayudarnos?», se pregunta inquieta Fatima Benhamoud, de 39 años, que recibió una caja con frijoles, conservas y galletas. «Lo perdimos todo», se lamenta.
(12/09/2023)