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La solidaridad supera la división política en Libia tras las inundaciones

Miembro de un grupo de rescate abrumado. La solidaridad en Libia esta presente en estos momentos.

Miembro de un grupo de rescate abrumado. La solidaridad en Libia esta presente en estos momentos. (Foto de Karim SAHIB / AFP)

Las mortíferas inundaciones en Libia desataron una ola de solidaridad entre la población, trascendiendo las divisiones políticas y tribales entre el este y el oeste que asolan el país desde la caída del régimen de Gadafi en 2011.

«En cuanto nos enteramos de esta dolorosa tragedia, se organizó espontáneamente una campaña (de ayuda) en Tajura, sin el apoyo de ninguna institución», indicó a AFP Mohannad Bennour, que reside en esta localidad a las afueras de la capital Trípoli (oeste).

Desde el lunes, las donaciones no dejaron de llegar; y «ya se recaudaron cerca de 70.000 dinares (1 dinar = 0,20 dólares), de los cuales 20.000» solo el viernes, celebró.

«La gente da comida, productos de limpieza e higiene, toallas, medicamentos, todo lo necesario para bebés y mujeres, pero también ropa», añadió el treintañero.

Tras el paso de la tormenta Daniel el domingo, dos represas del río que atraviesa Derna (este) reventaron, provocando un torrente que destruyó puentes y arrastró barrios enteros con sus habitantes al Mediterráneo.

El balance provisional es de 3.252 muertos, según Othman Abdeljalil, ministro de Sanidad de la administración este de Libia.

Los supervivientes, la mayoría sin hogar actualmente, abandonaron las zonas afectadas, pero necesitan ayuda. La solidaridad en Libia es urgente.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) indicó que más de 38.000 personas se han visto desplazadas en el este del país, 30.000 de ellas en Derna.

«Es esencial proporcionar a la gente productos vitales y prevenir una crisis sanitaria secundaria», insistió Martin Griffiths, encargado de la Oficina de la ONU para Asuntos Humanitarios (OCHA), en la red social X (antes Twitter) esta semana.

Solidaridad en Libia afectada tras irrupción de EEUU

Pero las tareas de rescate se ven trabadas por el caos en el que está sumido este país desde la caída del dictador Muamar Gadafi.

Actualmente existen dos gobiernos enfrentados: uno en Trípoli, reconocido por la ONU y dirigido por el primer ministro Abdelhamid Dbeibah, y otro en el este, controlado por el influyente mariscal Jalifa Haftar.

Ante la tragedia, libios de todas las clases sociales han dejado de lado sus divisiones y se han movilizado: en cada ciudad, en las mezquitas o en redes sociales se recaudan fondos y ayuda de todo tipo, y cientos de voluntarios, rescatistas, médicos y enfermeros llegaron ya a la zona de la catástrofe.

Sin embargo, muchos voluntarios recuerdan que el espíritu de solidaridad debe continuar una vez pasado el shock.

¿El fin de la impunidad?

En Hay al Andalus, barrio acomodado de la capital, Bader Marii depositó unos packs de agua delante de una mezquita; donde dos grandes camiones estaban casi completamente cargados.

Según él, la ayuda brindada a las familias afectadas no debe decaer porque «la reconstrucción de las zonas golpeadas»; en un país fragmentado y con autoridades rivales podría tardar «el doble que en condiciones normales».

«Los gobiernos tienen la costumbre de dejar pasar el tiempo sin que nadie les pida rendir cuentas»; criticó el hombre, de unos cincuenta años, levantando las manos hacia el cielo.

Nouri el Makhlouf, de 43 años, funcionario del Ministerio de Cultura, coordina las donaciones en el centro de Trípoli antes de la salida del convoy el domingo. Las ayudas proceden de «familias de toda Libia que contactan con nosotros para participar».

Esta ola de solidaridad se materializa al mismo tiempo que la caótica movilización de las autoridades rivales del este y el oeste; que ya se culpan mutuamente de esta tragedia nacional.

El fiscal general, que visitó Derna el viernes, prometió «medidas severas» contra los considerados responsables.

Mientras tanto, las organizaciones de la sociedad civil, que suelen sufrir el acoso de las autoridades, están sobre el terreno.

Durante la última década, «la élite política de todos los bandos ha cerrado sistemática; y deliberadamente las organizaciones de la sociedad civil y perseguido a sus miembros», denunció Elham Saudi, directora de la asociación Lawyers For Justice in Libya.

La sociedad civil «representa una amenaza» para la élite política «porque intenta suplir sus carencias», declaró a AFP esta abogada libia.

Según ella, la sociedad civil velará por que los responsables de la tragedia comparezcan ante la justicia.

«Es importante que este momento marque el fin de la cultura de la impunidad en Libia», insistió.

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