Nueva Delhi se dota de una ‘sala de guerra’ contra la contaminación
La polución del aire es “uno de los mayores riesgos medioambientales para la salud", advierte la OMS.
Los viajeros recorren una carretera en medio de fuertes condiciones de smog en Nueva Delhi el 5 de noviembre de 2023.
Imagen: AFP
Nueva Delhi se dotó de «una sala de guerra verde» para combatir la contaminación atmosférica que reduce en hasta doce años la esperanza de vida de los habitantes de la capital de India.
«La contaminación es una urgencia», alerta Gopal Rai, ministro de Medioambiente de Delhi, territorio que incluye la capital y su región, una megalopolis de 30 millones de habitantes en plena expansión.
Nueva Delhi aparece regularmente entre las peores capitales del mundo en cuestión de calidad del aire. Un verdadero «aire-apocalipsis», según Rai.
Cada invierno, los niveles de PM2,5 (unas micropartículas cancerígenas que penetran en los pulmones y la sangre) a menudo se ubican 30 veces por encima del nivel máximo fijado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Un informe publicado en agosto por el Energy Policy Institute de la Universidad de Chicago aseguró que la contaminación reduce en 11,9 años de media la esperanza de vida de los habitantes de Nueva Delhi y en cinco años la de la población global de India.
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Para abordar este problema que se arrastra de varias décadas, en octubre se inauguró un centro de coordinación de alta tecnología donde 17 expertos siguen a tiempo real en pantallas gigantes la evolución de la contaminación gracias a imágenes de satélites de la NASA y a sensores que miden el índice de calidad del aire.
Bautizado como «Green War Room» (la sala de guerra verde), el centro es una plataforma de coordinación vinculado a 28 agencias gubernamentales.
– 1,67 millones de muertes prematuras –
«Cuando la calidad del aire se degrada, alertamos a nuestros equipos en el terreno y estos actúan inmediatamente», explica Anurag Pawar, ingeniero medioambiental de esta «War Room».
Esta actuación puede consistir en avisar a una fábrica contaminante, extinguir un incendio en un vertedero, detener coches emisores de humo o fuegos artificiales ilegales o enviar camiones a rociar agua para asentar el polvo en el aire.
Pero esta unidad nada puede hacer para combatir una de las principales causas de la contaminación: las quemas agrícolas, responsables de una humareda tóxica amarillenta que, junto a las emisiones industriales y automóviles, asfixian Nueva Delhi cada invierno.
En 2020, un estudio de la revista médica británica The Lancet imputó a la mala calidad del aire 1,67 millones de muertes prematuras en India el año anterior, casi 17.500 de ellas en la capital.
La polución del aire es «uno de los mayores riesgos medioambientales para la salud», advierte la OMS. Provoca accidentes cerebrovasculares, enfermedades cardíacas y respiratorias y cáncer de pulmón.
Las autoridades de Delhi empezaron a usar pulverizaciones bioquímicas para acelerar la descomposición de los rastrojos.
Pero como ocurre habitualmente con los esfuerzos medioambientales, las buenas intenciones se topan con obstáculos políticos.
Según Rai, más de dos tercios de la contaminación atmosférica que sufre la ciudad se genera fuera del territorio de Delhi, donde las autoridades locales no pueden actuar.
«Hemos introducido buses eléctricos, pero en los estados limítrofes, los autobuses funcionan todavía con diésel», dice Rai a la AFP.
«Todo esto tiene un impacto en Delhi. La contaminación y el viento no queda limitada por las fronteras de los estados», lamenta.
Cambios
La capital y el estado de Punyab, a unos 150 km, están gobernados por el partido Aam Aadmi (AAP), pero otros estados vecinos están dirigidos por sus rivales de Bharatiya Janata (BJP) del primer ministro Narendra Modi.
La contaminación es una de las manzanas de la discordia entre estas formaciones.
«Evidentemente, la política tiene un impacto», concede Rai. «Nos enfrentamos a obstáculos cuando se trata de establecer reglas», asegura.
Los agricultores, un colectivo con notable fuerza electoral, aseguran que las quemas son una práctica tradicional, simple y barata y que la contaminación urbana no les concierne.
La OMS señala que «numerosos factores de contaminación atmosférica son también fuentes de emisiones de efecto invernadero» y que las políticas destinadas a reducir esta polución «ofrecen una estrategia ganadora tanto para el clima como para la salud».
India, el país más poblado del mundo, todavía depende en gran medida del carbón para producir energía.
Las emisiones por habitante aumentaron un 29% en siete años, pero sus autoridades refunfuñan a la hora de aplicar políticas que eliminen progresivamente los combustibles fósiles contaminantes.
«La Green War Room, si se usa correctamente, será eficaz para suprimir la contaminación durante un cierto tiempo», estima para la AFP Sunil Dahiya, analista del Centro de Investigación sobre la Energía y el Aire Limpio.
«Pero no es la solución para reducir las emisiones», apunta. «Cuando se trata de respirar aire puro, hay que reducir los niveles de contaminación, pero son necesarios otros cambios drásticos y sistémicos».