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Wednesday 24 Apr 2024 | Actualizado a 05:15 AM

Antezana y Méndez autorizaron desactivar misiles, según informes

Detalles. Según informes castrenses, el armamento estaba obsoleto y era peligroso

Por La Razón

/ 2 de diciembre de 2010 / 05:00

El general Marcelo Antezana, cuando era comandante general del Ejército, y Gonzalo Méndez, ministro de Defensa en el gobierno de Eduardo Rodríguez, ordenaron desactivar los misiles chinos. El almirante Marco Justiniano, en ese entonces comandante de las FFAA, sabía de las operaciones.

La tarea fue realizada por especialistas militares estadounidenses, a solicitud de Bolivia. Las revelaciones se encuentran en informes castrenses a cuyas copias accedió La Razón. Uno de los documentos fue enviado por Antezana a Justiniano el 14 de diciembre del 2005 y otro fue remitido a Antezana el 10 de enero del 2006 por el entonces jefe del Departamento IV del Estado Mayor Operativo del Ejército (EMO), el general D.T.V.

Esos dos escritos detallan lo ocurrido con 30 misiles tierra aire HN-5A de fabricación china que adquirió Bolivia y que fueron desactivados debido a que, según el informe del 14 de diciembre del 2005, su vida útil había finalizado y su custodia era un peligro por su poder explosivo y por el riesgo de que fuesen robados.

«Por orden del señor ministro de Defensa y (del) Comandante en Jefe de las FFAA, el personal técnico especialista del Ejército de EEUU determinó  la caducidad de la vida útil de este material; por lo cual se comprometieron a realizar todos los trámites (…) para prestarnos la colaboración en la desactivación», indica Antezana en el documento remitido a Justiniano.

El escrito del 10 de enero del 2006 establece que «la Embajada de EEUU realizó los trámites ante el Ministerio de Defensa para el recojo y desactivación de este material (misiles)».

La disposición «era orden del escalón superior» y la conocían «tanto el comandante en jefe (Justiniano) y eran instrucciones del Ministro (Gonzalo Méndez) y del nivel político; que debía cumplirse».  Un informe anterior, enviado el 29 de julio del 2005 por el Inspector General del Ejército a Antezana, ya había indicado que parte del material bélico en el depósito del Departamento IV de EMO era obsoleto y representaba un peligro.

Al mes siguiente, el 15 de agosto, el Plan Triple del Comando General del Ejército —estrategia para precautelar la seguridad del personal y de las instalaciones del Ejército— detalló los pasos para desactivar y destruir el armamento obsoleto de unidades castrenses, entre ellos, los HN-5.

Los misiles fueron trasladados de unidades en diversas oportunidades. Un informe del 30 de septiembre del 2005, del jefe de la Subsección de Armamento del Comando General, teniente coronel C.V.M., y enviado a Antezana, señala que fueron llevados a Santa Cruz el 4 de enero del 2004  por orden del comandante general de ese entonces, César López, y retornaron a La Paz el 6 de junio.

Especialistas de la embajada habían revisado el armamento el 2004, en el gobierno de Carlos Mesa, quien dijo el martes que su versión estaba en su libro Presidencia sitiada, donde explica que el desmantelamiento fue una consecuencia de nombrar a Antezana como comandante y que EEUU había solicitado que se entregara el armamento en el marco de su lucha antiterrorismo, ya que temía que fuese robado por insurgentes.

Desactivación. La ejecución del Plan Triple fue autorizado por Antezana en la Resolución Nº 33/05 del 15 de agosto y por la Resolución del Comando en Jefe Nº 1203/05, del 21 de noviembre del 2005, firmada por Justiniano, que además instruye «contratar personal técnico idóneo, nacional o extranjero, para las tareas».

Antezana en varios documentos reconoció que el Ejército no tenía capacidad para la desactivación y que se necesitaba apoyo de EEUU.

Otro de los escritos fue una resolución del 26 de septiembre del 2005,  firmada por Antezana, que autoriza a la Inspectoría General del Ejército pedir apoyo al Comando Sur del Ejército de EEUU «para que realice la demolición del material de guerra de alto poder explosivo obsoleto que se encuentra en Viacha».

Ya en el informe del 14 de diciembre, el Comandante General había señalado que «el Ministerio de Defensa, a requerimiento del Ejército, pidió el apoyo al Grupo Militar, para que personal especialista colabore con la desactivación o demolición».

En su informe de enero del 2006, el general D.T.V. dijo que tenía la orden de informar a Antezana, vía teléfono, de los procedimientos. Por eso, el 1 de octubre a las 22.30, luego que el Comandante General había retornado a La Paz, le informó los detalles y recibió la autorización para proceder.

«El sábado (…) habiendo arribado su persona a la ciudad, pude contactarme con usted por teléfono (…) y además informarle de las órdenes que había recibido para ejecutar el domingo; a lo que me autorizó que proceda con la disposición».

Así, el 2 de octubre del 2005, seis oficiales de las Fuerzas Armadas de Bolivia y el coronel William Rushing, agregado de Defensa de EEUU, y otros dos militares de ese país se reunieron en los depósitos del Material Bélico del IV EMO, donde se entregó «la totalidad de los misiles» al personal estadounidense «para que sean trasladados a los depósitos de El Alto».

La Razón habló ayer con Antezana, quien dijo que no está incluido en el proceso que se sigue a ex autoridades por el caso misiles y dijo que fue «absuelto». El sábado, medios informaron que el general criticó al Gobierno de EEUU por, según él, dar asilo político a Méndez.

El ex embajador de EEUU, David Greenlee, en una entrevista con la Asociación de Estudios Diplomáticos de su país, reveló que el Alto Mando  boliviano de ese entonces conocía de la entrega de los misiles, pero no así Rodríguez Veltzé .

Este martes, el ex ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, dijo estar «seguro de que Antezana es responsable de la entrega de los misiles a EEUU en su calidad de Comandante General del Ejército».

No está incluido en el proceso

La Fiscalía General certificó que el general Marcelo Antezana no ha sido incluido en el juicio de responsabilidades seguido por el Ministerio Público contra el ex presidente Eduardo Rodríguez Veltzé y otros ex funcionarios por delitos de traición a la patria, entre otros, debido al desarme de los misiles. Sin embargo, el fiscal Milton Mendoza, quien investiga el caso, dijo que «sin duda será convocado» a declarar.

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Ley ‘antihombres’

Los datos son innegables y terribles: la violencia contra las mujeres, lejos de disminuir, persiste e incluso aumenta.

Por La Razón

/ 21 de abril de 2024 / 00:27

La penosa declaración del presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, en sentido de que la Ley 348 es una ley “antihombres” (sic), puso en agenda la cuestión irresuelta de la violencia contra las mujeres. Rodríguez recibió fuertes críticas, pero también adhesiones. Lo preocupante es que fomenta a grupos antiderechos y pone en riesgo una norma que protege a las mujeres.

 La ley integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia (Ley 348) fue promulgada por el presidente Morales en marzo de 2013. Su objeto es establecer mecanismos, medidas y políticas integrales de prevención, atención, protección y reparación a las mujeres en situación de violencia, así como la persecución y sanción a los agresores. Se trata de una ley avanzada, resultado de muchos años de lucha de las mujeres por sus derechos en una sociedad patriarcal y machista como la boliviana.

En 11 años de vigencia, la Ley 348 permitió el registro de centenas de miles de denuncias de violencia contra mujeres en el país. Según datos del Observatorio de Género de la Coordinadora de la Mujer, el año pasado hubo casi 52.000 denuncias. Los casos de violencia familiar o doméstica, que son la mayoría, se incrementaron en 193% entre 2013 y 2023. Cada día, en promedio, hay 142 denuncias de violencia contra mujeres, 30 agresiones sexuales, 104 embarazos de niñas y adolescentes. En 2023 se registraron 81 feminicidios.

Los datos son innegables y terribles: la violencia contra las mujeres, lejos de disminuir, persiste e incluso aumenta. Por ello son deplorables afirmaciones tan ligeras como que la Ley 348 es una “ley antihombres” o, peor, que “la violencia no tiene género”. Si bien existen acusaciones falsas contra hombres, e incluso detenciones arbitrarias presumiendo culpabilidad, ello no atenúa ni menos niega la abrumadora evidencia de que las mujeres son las victimas sistemáticas de actos de violencia en todas sus formas.

En su capítulo de derechos fundamentales, la Constitución señala con claridad que “todas las personas, en particular las mujeres, tienen derecho a no sufrir violencia física, sexual y psicológica”. Y establece que el Estado tiene la obligación de adoptar las medidas necesarias para prevenir, eliminar y sancionar la violencia de género.

Con ese mandato constitucional, la Ley 348 define mecanismos para proteger a las mujeres. Y traza la ruta para la denuncia, persecución y sanción penal de los agresores.

Es evidente que se requiere una reforma normativa y hay valiosas propuestas para el efecto. Pero sobre todo fallan los operadores del sistema judicial. Claro que debe evitarse que haya hombres inocentes en prisión, pero sobre todo que los feminicidas y violentos estén libres. Las polémicas palabras del presidente del Senado tendrían que servir para debatir el tema, mejorar la ley, garantizar en serio para las mujeres una vida libre de violencia y frenar las muy peligrosas campañas antiderechos.

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Un vecino conflictivo

El gobierno de Milei podría estar buscando consolidar su base política mediante el nacionalismo y el anti-izquierdismo

Por La Razón

/ 18 de abril de 2024 / 07:06

Días atrás, la ministra de Seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, informó que había decidido reforzar la seguridad en la frontera con Bolivia debido a la supuesta presencia de cientos de militares iraníes en el país. La respuesta de la Cancillería boliviana fue tan rápida como mesurada, en evidente contraste con el tono que está adoptando el gobierno de Javier Milei.

Desde el inicio, la presidencia de Javier Milei ha sido notable no solo por sus políticas internas de shock, sino también por su manejo de las relaciones internacionales, especialmente con países latinoamericanos de gobiernos considerados izquierdistas. Sus controversiales interacciones con líderes regionales han generado un amplio debate sobre las estrategias diplomáticas y sus implicaciones tanto a nivel regional como doméstico.

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Primero, el intercambio de insultos con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, provocó una rápida escalada de tensiones que afortunadamente no pasaron a más. Milei respondió a las críticas de López Obrador, quien había tildado a Milei de “facho conservador”, con términos igualmente duros, exacerbando las fricciones bilaterales. Este tipo de diplomacia de confrontación no solo socava las relaciones tradicionalmente cordiales entre Argentina y México, sino que también plantea preguntas sobre la estabilidad regional.

Por otra parte, las relaciones con Colombia se tensaron significativamente después de que Milei llamara al presidente Gustavo Petro «comunista asesino». Esta declaración provocó una pronta respuesta diplomática de Colombia, incluyendo el llamado de su embajador en Buenos Aires, lo cual subraya la seriedad del conflicto y el impacto en las relaciones diplomáticas; por ahora las relaciones entre ambos países están normalizándose y los respectivos embajadores han regresado a sus funciones.

Asimismo, la afirmación de la ministra Bullrich sobre la presunta presencia de militares iraníes en Bolivia añadió más leña al fuego, mostrando una tendencia hacia declaraciones provocativas que pueden tener serias repercusiones diplomáticas y de seguridad. Algo similar había ocurrido poco antes, cuando el presidente Milei afirmó que el gobierno de Chile iba a llevar a ese país a la pobreza por adoptar políticas socialistas. En ambos casos la respuesta fue pronta, mesurada y contundente.

En el frente interno, estas controversias internacionales parecen servir como una cortina de humo para desviar la atención de los problemas económicos graves que enfrenta Argentina, como la inflación y el estancamiento económico. Al centrarse en conflictos externos, el gobierno de Milei podría estar buscando consolidar su base política mediante el nacionalismo y el anti-izquierdismo, mientras posterga o minimiza la discusión sobre la necesidad de reformas económicas internas profundas.

Es posible que las tácticas de confrontación de Milei tengan un atractivo político inmediato entre ciertos sectores en Argentina que le son afines, pero los riesgos asociados a alienar a países vecinos y potenciales socios comerciales son altos, especialmente en el mediano y largo plazos, cuando el polémico mandatario ya no esté en funciones.

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Los medios en cuestión

Por La Razón

/ 14 de abril de 2024 / 00:20

El reciente estudio Delphi de la Fundación Friedrich Ebert (FES-Bolivia), realizado con líderes de todo el país, revela datos delicados respecto a los medios de comunicación y su desempeño. Además de una baja confianza, se percibe a los medios como promotores del conflicto y como actores políticos que informan en función a su agenda e intereses. La evaluación es crítica.

Hubo un tiempo en que los medios de comunicación y periodistas, en general, estaban en la cima de la confianza ciudadana. Junto con la Iglesia Católica, tenían muy alta legitimidad. Hoy es diferente: en la Delphi de la FES, solo el 7% tiene una confianza alta o muy alta en los medios. Para el 39% es regular. Y un mayoritario 54% confía poco o nada. Estos datos debieran preocuparnos. Si bien estamos mejor que otras entidades, la confianza es un bien preciado que los medios debemos recuperar y preservar.

En un contexto en que los medios digitales y las redes sociales tienden a desplazar a los medios de comunicación tradicionales como principal fuente de información, es necesario hacer un examen acerca de nuestro desempeño. ¿Cómo nos evalúan los líderes? Más de dos tercios, nada menos, sostienen que los medios informan en función a su propia agenda e intereses. Si sumamos el 13,5% que nos perciben como manipuladores, el saldo es muy negativo. Solo un marginal 7% cree que los medios informan con veracidad.

La baja confianza en los medios y la percepción de que informan más pensando en ellos mismos que en la sociedad, quizás se explican, entre otros factores, porque varios operadores mediáticos están polarizados y alientan la polarización. Lo vimos como tragedia en la crisis de 2019, cuando algunos medios y periodistas avalaron y hasta justificaron las masacres. Ello se reafirma en la Delphi: 86% de los líderes consultados sostienen que los medios promueven enfrentamientos y conflictos en el país.

Por si fuera poco, en estas percepciones reveladoras de la situación del campo mediático en Bolivia, casi nueve de cada 10 participantes en el estudio de la FES están de acuerdo con la afirmación de que los medios actúan como si fuesen actores políticos. Es tremendo. Para los liderazgos, la esencia de los medios se está perdiendo. En su balance, varios medios y periodistas están más cerca de la acción política que de la labor informativa. Eso, por supuesto, va en desmedro del periodismo.

Los estudios de percepción cualitativa y de opinión pública expresan tendencias generales en momentos determinados. Son útiles para la reflexión y el análisis. Y contribuyen a la autocrítica. Pero hay diferencias. Más allá de las percepciones aquí descritas, es meritorio el trabajo de medios que persisten en el empeño de cuidar y cultivar cada día los derechos a la comunicación e información. Como diario nos situamos en ese camino reafirmando nuestro compromiso con el libre ejercicio del oficio periodístico.

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Un impasse inédito

El camino hacia la resolución de este conflicto debe estar pavimentado con el respeto a las leyes internacionales

Por La Razón

/ 11 de abril de 2024 / 06:33

Aunque se afirma que no es la primera vez que ocurre en la historia reciente, lo sucedido en Quito la noche del viernes al sábado, cuando la Policía irrumpió en la Embajada de México ante Ecuador, representa mucho más que un escándalo diplomático y ha puesto al país andino en un impasse del cual será muy difícil salir, mucho más debido a la hasta ahora arrogante posición de su gobierno.

El conflicto diplomático entre México y Ecuador, cuyo antecedente inmediato fue la declaración de persona no grata a la embajadora mexicana, que luego dio paso al secuestro y encarcelamiento del exvicepresidente Jorge Glas, que acababa de recibir el estatus de refugiado político (pese a haber sido condenado por delitos comunes años atrás), ha escalado hasta alcanzar los estrados de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), donde México ha presentado una demanda buscando justicia y el respeto a las normas internacionales.

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La decisión de México de acudir a la CIJ y la convocatoria a sesiones extraordinarias de la Organización de Estados Americanos (OEA) los días martes y miércoles reflejan la gravedad de la situación y la necesidad de un marco de acción que respete los principios fundamentales de la diplomacia y el derecho internacional. Estos foros ofrecen una oportunidad invaluable para abordar el conflicto de manera constructiva, poniendo en primer plano la necesidad de soluciones pacíficas y el diálogo basado en el respeto mutuo, razón por la cual la demanda ecuatoriana de revisar los tratados internacionales es poco prudente.

En estas circunstancias, la comunidad internacional, así como los organismos regionales y multilaterales, deben actuar como mediadores para facilitar una resolución que respete las normas internacionales y promueva la estabilidad regional. Según expertos en la materia, la mediación debe enfocarse en la reconciliación y buscar una solución que permita a ambas partes superar el impasse, manteniendo la integridad de los tratados internacionales como guía.

Este conflicto sirve para poner en relieve la importancia de adherirse a los principios del derecho internacional no solo como un fin en sí mismo, sino como un medio para asegurar la paz, la seguridad y el respeto entre las naciones. La resolución de este caso podría sentar un precedente importante para el manejo de futuras disputas diplomáticas y reafirmar el valor de las convenciones internacionales como pilares de las relaciones entre Estados.

El camino hacia la resolución de este conflicto debe estar pavimentado con el respeto a las leyes internacionales y el compromiso con el diálogo y la negociación. Es imperativo que México y Ecuador, con el apoyo de la comunidad internacional y organismos como la OEA, encuentren una salida basada en el entendimiento mutuo y el respeto a los tratados que han guiado las relaciones diplomáticas durante décadas. Este enfoque no solo resolverá el impasse actual de manera justa, sino que también fortalecerá el sistema internacional basado en reglas, crucial para la coexistencia pacífica entre naciones.

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Cuidar al TSE

Por La Razón

/ 7 de abril de 2024 / 04:10

La designación, por parte del presidente Arce, de un nuevo vocal del TSE, reactivó el debate político sobre la institucionalidad electoral, la narrativa anticipada de “fraude” y el papel de las autoridades. Es un capítulo más de la disputa interna en el MAS-IPSP y en la oposición. Es fundamental asegurar la integridad y fortaleza del TSE de cara al próximo ciclo electoral.

 La Constitución establece que el TSE está compuesto por siete vocales: seis elegidos por la ALP y uno designado por el presidente del Estado. En abril de 2021, el presidente Arce designó a la vocal Dina Chuquimia tras la renuncia de Salvador Romero, quien había sido designado por la presidenta de facto Áñez. El pasado jueves, de manera intempestiva, Arce nombró a Gustavo Ávila como nuevo vocal del TSE en reemplazo de Chuquimia. El hecho generó recelo político y una polémica inconducente.

La atribución presidencial para designar a un nuevo vocal electoral está clara, salvo que no puede destituir a un vocal en ejercicio como si fuese, por ejemplo, un ministro de su gabinete. En este caso, la designación de Ávila debió estar precedida por la renuncia de la hoy exvocal Chuquimia o el cumplimiento de su mandato (seis años). No ocurrió así. Y no es la primera vez. En junio de 2021, el presidente Arce destituyó por decreto y sustituyó a seis vocales departamentales designados por Áñez.

Más allá de la legalidad en cuestión, el problema es que se daña la autonomía de la institucionalidad electoral. Y eso es crítico como señal, peor todavía cuando nos acercamos a unas elecciones generales complejas y muy marcadas por la división en el partido oficialista y la fragmentación opositora. Del otro lado, es deplorable la forma ligera e irresponsable, en este caso desde la facción evista y Comunidad Ciudadana, en que se lanzan sospechas de “fraude” y se descalifica por anticipado a las personas.

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Sin esperar un día de su mandato como autoridad, se etiquetó al vocal Ávila como “operador” (de la “proscripción” del MAS, del “fraude”, de la inhabilitación de Evo). Se descalifica así a un profesional de amplia experiencia y trayectoria en materia electoral, que desempeñó varios cargos en el Tribunal Electoral de Tarija hasta ocupar su presidencia, y que hoy puede ser un valioso integrante del TSE y reforzar su Sala Plena. Esas denigraciones precoces también dañan, y mucho, al organismo electoral.

En un contexto marcado por la polarización, una elevada desconfianza en las instituciones e incertidumbre sobre el próximo ciclo electoral, empezando por las elecciones primarias, es fundamental que todos los actores relevantes, en especial los políticos, asuman con altura la necesidad de cuidar y fortalecer al TSE. La integridad y autonomía del árbitro, así como el respeto a la voluntad ciudadana expresada en las urnas, son imprescindibles para garantizar la integridad de las elecciones y preservar la democracia.  

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