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Thursday 18 Apr 2024 | Actualizado a 06:29 AM

Bolivia irá a la Corte de La Haya por el tema mar

Entre el 2006 y el 2009, el número de funcionarios públicos creció de 76.234 a 144.012 (89%), de los que 59.344 fueron incorporados a la cosa pública del 2006 al 2007. El Gobierno explicó que esta situación responde a la nueva estructura del Estado.

Por La Razón

/ 8 de mayo de 2011 / 05:00

La Razón recurrió a los reportes de las declaraciones juradas de bienes de la Contraloría del Estado para establecer la cantidad de funcionarios públicos. El 2006, año en el que asume funciones el presidente Evo Morales, se contabilizó 76.234 funcionarios.

Desde entonces, el número de funcionarios creció de forma sostenida y se calcula que el 2010 superó los 150.000. Entre el 2006 y el 2007 el número de nuevos empleados fue mayor en el período de estudio pues llegó a 59.344, mientras que entre el 2007-2008 y el 2008-2009 fue de 6.446 y de 1.988 respectivamente.

El ministro de Autonomía, Carlos Romero, no ve esta situación como crecimiento de la burocracia, sino como una respuesta a los requerimientos de la naciente estructura estatal.

«Por ejemplo, tenemos 17 empresas públicas y ellas necesitan  una estructura administrativa que las haga funcionar, pero luego ellas mismas costean sus costos. No es necesariamente crear funcionarios públicos», justificó.

Una de las primeras acciones estructurales que tomo el gobierno de Morales fue el nacionalizar Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). Luego se siguió con empresas como Entel y ENDE, mientras las mineras Huanuni y Vinto fueron recuperadas.

El 2009 se puso en vigencia la nueva Constitución Política del Estado, que creó una nueva estructura político-administrativa con la puesta en marcha, por ejemplo, de las autonomías departamentales. El 2010 se constituyeron las nueve asambleas departamentales en el país.

La cosa pública está integrada por los órganos Ejecutivo, Judicial, Legislativo, Electoral, gobernaciones, municipios, Fuerzas Armadas, Policía, e instituciones como las descentralizadas. La institución militar y policial tienen un crecimiento vegetativo anual por la incorporación de nuevos cuadros, pero, paralelamente, otros pasan al servicio pasivo, se informó.

El diputado opositor y vocal del Comité de Presupuesto de la Comisión de Planificación de la Cámara Baja, Luis Gantier, consideró que un mayor número de funcionarios públicos lo único que generará es más burocracia estatal y más gasto del Tesoro.

«Está creciendo más la burocracia estatal debido a que el Estado se está convirtiendo en un Estado más centralistas y patrimonialista, que busca intervenir en muchos campos», sostuvo

Según los informes de la Contraloría del año 2006, La Paz fue el departamento con más presencia de funcionarios públicos, 37.874; seguido por Cochabamba con 10.258 y Santa Cruz con 9.096.

Esas cifras se duplicaron el 2009. El número de funcionarios  públicos en La Paz se elevó a 65.416; mientras que Santa Cruz le arrebató a Cochabamba el segundo lugar con 21.813 y el departamento oriental se quedó con 18.552 empleados estatales.

«En un Estado neoliberal el funcionario público cumplía una labor de mediación con la iniciativa privada. En el caso del Estado Plurinacional, el funcionario debe cumplir un rol de priorización del interés general», explicó Romero.

El contralor Gabriel Herbas dijo que es entendible el crecimiento del número de servidores públicos, porque se nacionalizaron empresas y se crearon otras instancias al amparo de la Constitución. De hecho, esa situación genera que permanentemente se pida más recursos por el aumento de instituciones a fiscalizar.

Para el diputado del MAS Luis Alfaro si creció el número de funcionarios también aumentó la renta que el Estado otorga a municipios y gobernaciones.

A diferencia de los datos de la Contraloría, que no hace un disgregado por instituciones, el diputado oficialista José Yucra aseguró en el primer año de vigencia de la Asamblea Legislativa, 2010, el personal se redujo de 950 a 500.

Aunque no se facilitó una cifra exacta, se informó que el 2010 el número de funcionarios superó los 150.000. Un informe del número de declaraciones juradas 2010 se publicará en próximos días.

Al menos 40 nuevas instituciones

P.C. n Siete leyes aprobadas en la gestión 2010 y otros dos proyectos de ley, que son evaluados actualmente por la Asamblea Legislativa, derivarán en la creación de al menos 40 nuevas reparticiones estatales.

Las leyes de Lucha contra la Corrupción, Autonomía, Órgano Electoral, Órgano Judicial, Lucha contra el Racismo, de Juegos de Lotería y de Azar, y de la Procuradoría; además de los proyectos de ley de Unidades Territoriales y de la Década Productiva, prevén la creación de las nuevas reparticiones, según recuento de La Razón.

El ministro de Autonomía, Carlos Romero, aseguró que la creación de nuevas instituciones  que manda la Constitución Política del Estado, «prácticamente han sido cubiertas».

La Ley de Autonomías, aprobada en julio del 2010, prevé la creación de instancias como el Consejo Nacional de Autonomía, Consejos de Coordinación Sectoriales y el Servicio Estatal de Autonomía. Éste último creado en febrero de este año.

La Ley del Órgano Electoral, constituido como un cuarto poder a partir de la vigencia de la CPE, también refiere la apertura de instituciones como el Servicio Intercultural de Fortalecimiento Democrático, el Servicio de Registro Civil (Sereci) y la Unidad Técnica de Fiscalización.

La Ley de Lucha Contra el Racismo, también crea instancias nuevas como el Comité contra el Racismo y Discriminación, la Comisión contra el Racismo y la Comisión contra la Discriminación.

«Puede ser que algunas instituciones puedan crearse en el marco de la implementación de las autonomías. Si más adelante se crean nuevas estructuras públicas seguro estarán asociadas a nuevos emprendimientos y empresas públicas», explicó el ministro Romero.

Entre otras reparticiones estatales a crearse a futuro están la Escuela de Abogados y la Escuela de Jueces, dependiente de la Procuraduría del Estado.

Las autonomías también derivaron, por ejemplo, en la creación de asambleas legislativas en los nueve departamentos. El poder central cuenta con 20 ministerios de Estado.

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Los medios en cuestión

Por La Razón

/ 14 de abril de 2024 / 00:20

El reciente estudio Delphi de la Fundación Friedrich Ebert (FES-Bolivia), realizado con líderes de todo el país, revela datos delicados respecto a los medios de comunicación y su desempeño. Además de una baja confianza, se percibe a los medios como promotores del conflicto y como actores políticos que informan en función a su agenda e intereses. La evaluación es crítica.

Hubo un tiempo en que los medios de comunicación y periodistas, en general, estaban en la cima de la confianza ciudadana. Junto con la Iglesia Católica, tenían muy alta legitimidad. Hoy es diferente: en la Delphi de la FES, solo el 7% tiene una confianza alta o muy alta en los medios. Para el 39% es regular. Y un mayoritario 54% confía poco o nada. Estos datos debieran preocuparnos. Si bien estamos mejor que otras entidades, la confianza es un bien preciado que los medios debemos recuperar y preservar.

En un contexto en que los medios digitales y las redes sociales tienden a desplazar a los medios de comunicación tradicionales como principal fuente de información, es necesario hacer un examen acerca de nuestro desempeño. ¿Cómo nos evalúan los líderes? Más de dos tercios, nada menos, sostienen que los medios informan en función a su propia agenda e intereses. Si sumamos el 13,5% que nos perciben como manipuladores, el saldo es muy negativo. Solo un marginal 7% cree que los medios informan con veracidad.

La baja confianza en los medios y la percepción de que informan más pensando en ellos mismos que en la sociedad, quizás se explican, entre otros factores, porque varios operadores mediáticos están polarizados y alientan la polarización. Lo vimos como tragedia en la crisis de 2019, cuando algunos medios y periodistas avalaron y hasta justificaron las masacres. Ello se reafirma en la Delphi: 86% de los líderes consultados sostienen que los medios promueven enfrentamientos y conflictos en el país.

Por si fuera poco, en estas percepciones reveladoras de la situación del campo mediático en Bolivia, casi nueve de cada 10 participantes en el estudio de la FES están de acuerdo con la afirmación de que los medios actúan como si fuesen actores políticos. Es tremendo. Para los liderazgos, la esencia de los medios se está perdiendo. En su balance, varios medios y periodistas están más cerca de la acción política que de la labor informativa. Eso, por supuesto, va en desmedro del periodismo.

Los estudios de percepción cualitativa y de opinión pública expresan tendencias generales en momentos determinados. Son útiles para la reflexión y el análisis. Y contribuyen a la autocrítica. Pero hay diferencias. Más allá de las percepciones aquí descritas, es meritorio el trabajo de medios que persisten en el empeño de cuidar y cultivar cada día los derechos a la comunicación e información. Como diario nos situamos en ese camino reafirmando nuestro compromiso con el libre ejercicio del oficio periodístico.

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Un impasse inédito

El camino hacia la resolución de este conflicto debe estar pavimentado con el respeto a las leyes internacionales

Por La Razón

/ 11 de abril de 2024 / 06:33

Aunque se afirma que no es la primera vez que ocurre en la historia reciente, lo sucedido en Quito la noche del viernes al sábado, cuando la Policía irrumpió en la Embajada de México ante Ecuador, representa mucho más que un escándalo diplomático y ha puesto al país andino en un impasse del cual será muy difícil salir, mucho más debido a la hasta ahora arrogante posición de su gobierno.

El conflicto diplomático entre México y Ecuador, cuyo antecedente inmediato fue la declaración de persona no grata a la embajadora mexicana, que luego dio paso al secuestro y encarcelamiento del exvicepresidente Jorge Glas, que acababa de recibir el estatus de refugiado político (pese a haber sido condenado por delitos comunes años atrás), ha escalado hasta alcanzar los estrados de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), donde México ha presentado una demanda buscando justicia y el respeto a las normas internacionales.

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La decisión de México de acudir a la CIJ y la convocatoria a sesiones extraordinarias de la Organización de Estados Americanos (OEA) los días martes y miércoles reflejan la gravedad de la situación y la necesidad de un marco de acción que respete los principios fundamentales de la diplomacia y el derecho internacional. Estos foros ofrecen una oportunidad invaluable para abordar el conflicto de manera constructiva, poniendo en primer plano la necesidad de soluciones pacíficas y el diálogo basado en el respeto mutuo, razón por la cual la demanda ecuatoriana de revisar los tratados internacionales es poco prudente.

En estas circunstancias, la comunidad internacional, así como los organismos regionales y multilaterales, deben actuar como mediadores para facilitar una resolución que respete las normas internacionales y promueva la estabilidad regional. Según expertos en la materia, la mediación debe enfocarse en la reconciliación y buscar una solución que permita a ambas partes superar el impasse, manteniendo la integridad de los tratados internacionales como guía.

Este conflicto sirve para poner en relieve la importancia de adherirse a los principios del derecho internacional no solo como un fin en sí mismo, sino como un medio para asegurar la paz, la seguridad y el respeto entre las naciones. La resolución de este caso podría sentar un precedente importante para el manejo de futuras disputas diplomáticas y reafirmar el valor de las convenciones internacionales como pilares de las relaciones entre Estados.

El camino hacia la resolución de este conflicto debe estar pavimentado con el respeto a las leyes internacionales y el compromiso con el diálogo y la negociación. Es imperativo que México y Ecuador, con el apoyo de la comunidad internacional y organismos como la OEA, encuentren una salida basada en el entendimiento mutuo y el respeto a los tratados que han guiado las relaciones diplomáticas durante décadas. Este enfoque no solo resolverá el impasse actual de manera justa, sino que también fortalecerá el sistema internacional basado en reglas, crucial para la coexistencia pacífica entre naciones.

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Cuidar al TSE

Por La Razón

/ 7 de abril de 2024 / 04:10

La designación, por parte del presidente Arce, de un nuevo vocal del TSE, reactivó el debate político sobre la institucionalidad electoral, la narrativa anticipada de “fraude” y el papel de las autoridades. Es un capítulo más de la disputa interna en el MAS-IPSP y en la oposición. Es fundamental asegurar la integridad y fortaleza del TSE de cara al próximo ciclo electoral.

 La Constitución establece que el TSE está compuesto por siete vocales: seis elegidos por la ALP y uno designado por el presidente del Estado. En abril de 2021, el presidente Arce designó a la vocal Dina Chuquimia tras la renuncia de Salvador Romero, quien había sido designado por la presidenta de facto Áñez. El pasado jueves, de manera intempestiva, Arce nombró a Gustavo Ávila como nuevo vocal del TSE en reemplazo de Chuquimia. El hecho generó recelo político y una polémica inconducente.

La atribución presidencial para designar a un nuevo vocal electoral está clara, salvo que no puede destituir a un vocal en ejercicio como si fuese, por ejemplo, un ministro de su gabinete. En este caso, la designación de Ávila debió estar precedida por la renuncia de la hoy exvocal Chuquimia o el cumplimiento de su mandato (seis años). No ocurrió así. Y no es la primera vez. En junio de 2021, el presidente Arce destituyó por decreto y sustituyó a seis vocales departamentales designados por Áñez.

Más allá de la legalidad en cuestión, el problema es que se daña la autonomía de la institucionalidad electoral. Y eso es crítico como señal, peor todavía cuando nos acercamos a unas elecciones generales complejas y muy marcadas por la división en el partido oficialista y la fragmentación opositora. Del otro lado, es deplorable la forma ligera e irresponsable, en este caso desde la facción evista y Comunidad Ciudadana, en que se lanzan sospechas de “fraude” y se descalifica por anticipado a las personas.

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Sin esperar un día de su mandato como autoridad, se etiquetó al vocal Ávila como “operador” (de la “proscripción” del MAS, del “fraude”, de la inhabilitación de Evo). Se descalifica así a un profesional de amplia experiencia y trayectoria en materia electoral, que desempeñó varios cargos en el Tribunal Electoral de Tarija hasta ocupar su presidencia, y que hoy puede ser un valioso integrante del TSE y reforzar su Sala Plena. Esas denigraciones precoces también dañan, y mucho, al organismo electoral.

En un contexto marcado por la polarización, una elevada desconfianza en las instituciones e incertidumbre sobre el próximo ciclo electoral, empezando por las elecciones primarias, es fundamental que todos los actores relevantes, en especial los políticos, asuman con altura la necesidad de cuidar y fortalecer al TSE. La integridad y autonomía del árbitro, así como el respeto a la voluntad ciudadana expresada en las urnas, son imprescindibles para garantizar la integridad de las elecciones y preservar la democracia.  

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Liderazgos autoritarios

Es poco probable que la clase política vaya a recuperar su vocación por el debate y la competencia democrática

Por La Razón

/ 4 de abril de 2024 / 06:13

El tema no es nuevo ni se limita a Bolivia: los valores democráticos se depauperan con cada día que pasa y en la mayoría de los casos son los propios líderes políticos quienes propician este estado de cosas. Solo esta semana hubo dos ejemplos: un expresidente propuso cumplir la ley que él mismo promulgó y otro, también expresidente, pidió a sus diputados renunciar a su cargo.

En el primer caso, se trata de la aparentemente insalvable ruptura del Movimiento Al Socialismo (MAS), partido que ahora afronta un ultimátum del Tribunal Supremo Electoral (TSE) para renovar su directiva en un congreso orgánico, que todavía no se sabe si podrá realizarse, pues hay dos convocatorias con fechas y sedes diferentes. Difícil saber cómo responderá el Órgano Electoral a la disyuntiva, que podría profundizar no solo la ruptura del partido gobernante, sino aumentar la polarización en la sociedad.

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En el afán de salvar la situación, el jefe del partido, el expresidente Evo Morales, retó al actual Presidente del Estado a competir por la candidatura en una elección primaria. Es un cambio en lo decidido en el frustrado congreso de Lauca Ñ, el año pasado, donde se dijo que el exmandatario es “el único” candidato del partido, desconociendo la Ley 1096, de partidos políticos, y su reglamento específico sobre elecciones primarias; pero también una muestra de una vocación de uso instrumental de la norma.

Si tal actitud no es suficiente muestra, las oficiosas declaraciones de los áulicos del expresidente, prometiendo baños de sangre u ofrendar sus vidas, por la “libertad”, la “democracia”, y “por supuesto, por nuestro líder”, como dijo un senador hábil para el victimismo y la desinformación, muestra el poco aprecio por el juego limpio.

En el segundo caso, se vio al también expresidente Carlos Mesa pidiendo a sus legisladores electos renunciar a su silla en la Asamblea Legislativa si no se avienen a seguir sus instrucciones. No hace falta ser un gran intelectual para saber que la democracia implica gestionar el disenso, tarea propia de un buen líder. Un mensaje que instruye obedecer ciegamente al jefe o largarse, habla mal del liderazgo.

Además, como ya se ha dicho, no son solo jefes políticos quienes muestran poco aprecio por los valores democráticos. Al anuncio hecho por el exalcalde Juan del Granado de “rearticular” al Movimiento Sin Miedo, la respuesta de una de las vocales del TSE no fue celebrar la diversidad de partidos o el retorno de una organización política que en algún momento gozó de gran relevancia, sino recordarle a la exautoridad que carece de personería jurídica, como si no fuese posible hacer el debido trámite para recuperarla.

Es poco probable que la clase política vaya a recuperar su vocación por el debate y la competencia democrática. Toca a la sociedad reflexionar profundamente sobre su futuro inmediato y decidir si quiere exaltados discursos ideológicos que enmascaran comportamientos autoritarios, o si prefiere líderes comprometidos con el bien común. Tarea nada fácil, por cierto.

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29 años, dos trincheras

Por La Razón

/ 31 de marzo de 2024 / 00:23

El MAS-IPSP, que es la organización política más grande de nuestra historia democrática, acaba de cumplir 29 años desde su fundación como partido-instrumento político. Llega a su aniversario dividido en dos facciones, hoy irreconciliables. Lo hace con festejo separado: uno arcista, otro evista. Llega con ultimátum para renovar su directiva en un congreso ordinario.

Desde su fundación en 1995 como MAS-IPSP (el antecedente formal es el MAS-Unzaguista de 1987), el partido azul cobalto, negro y blanco ha tenido un ascenso vertiginoso a cargos de gobierno y de representación. Su líder histórico, Evo Morales, fue diputado uninominal en las elecciones de 1997, con la sigla Izquierda Unida, y ya como MAS-IPSP fue segundo en votación en los comicios de 2002. Apenas tres años después, en 2005, ganó la elección presidencial con una inédita mayoría absoluta de votos.

Así, desde la transición a la democracia y luego del período conocido como democracia pactada (1985-2003), el MAS-IPSP ha estado en el centro del espacio público-político en el país. Y desde 2006 a la fecha, con el paréntesis de un año del régimen inconstitucional de Áñez, ha ocupado el Órgano Ejecutivo del nivel central del Estado, con amplias y sucesivas victorias electorales y mayorías parlamentarias. La presencia del masismo, pues, es protagónica en y desde el campo plurinacional popular.

Hoy la situación es diferente. Si bien el MAS-IPSP continúa siendo la fuerza política con mayor presencia territorial en Bolivia, su fractura genera un horizonte incierto.

No se trata solo de la división interna en la estructura partidaria, sino también en su núcleo constitutivo que son las organizaciones sociales. Así, es probable que su músculo con fractura, pese la fragmentación opositora, no le alcance para ganar una nueva elección. La disputa por la candidatura presidencial pasará factura.

¿Cuándo se desportilló el partido- instrumento político? Hay quienes dicen que ya en el proceso constituyente hubo retrocesos. Otros identifican como hito crítico el conflicto en torno a la carretera por el TIPNIS. Sin duda un punto de quiebre fue el referéndum constitucional de 2016, en especial la decisión de no respetar el resultado. Y es innegable que la coyuntura crítica de 2019, que derivó en el derrocamiento del presidente Morales, marca un momento de derrota. Ha sido un declive paulatino.

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Al cumplir 29 años, el rumbo del MASIPSP está marcado por la crisis interna y la incertidumbre. Luego del deterioro incremental de la relación entre Evo y Lucho, ambos en afán de reelección, hoy las dos facciones no logran ponerse de acuerdo ni siquiera para convocar un congreso ordinario a fin de renovar su directiva. Hay plazo perentorio del TSE para el efecto. Parece más difícil todavía que definan su binomio presidencial en primarias. Es guerra de trincheras: unos en San Francisco, otros en Yapacaní.

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