Una fuerte corriente por cambios en la OEA y en la CIDH, a la que se unió con reparos Estados Unidos, comenzó a tomar cuerpo en el inicio de las sesiones de la Organización de los Estados Americanos (OEA), instaladas el lunes en el poblado boliviano de Tiquipaya.

Un bloque de naciones del Alba (Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América), encabezado por Bolivia, Ecuador y Venezuela, lanzó una ofensiva para propiciar esos cambios, pues arguyen que la CIDH e incluso la misma OEA están bajo tutela de Estados Unidos.

Para enfatizar sus criticas llegó a la Asamblea General de la OEA en Tiquipaya, en los valles de Bolivia, el presidente de Ecuador Rafael Correa, quien fue recibido por los cancilleres en plenaria pública.

La CIDH «está totalmente influenciada por países hegemónicos, por el oenegeísmo (por las Organizaciones No Gubernamentales) y por los intereses del gran capital», dijo el mandatario.

«Hay que pensar seriamente: si es que van a insistir en un foro que no responde a la realidad de nuestra América o sencillamente hacemos algo nuevo, mejor y nuestro», acotó Correa, tras su participación en la reunión pública, en una entrevista con la AFP.

Correa se sumó a las críticas que había realizado previamente el anfitrión, el presidente Evo Morales, durante la inauguración de la 42 Asamblea, donde disparó con dureza contra la OEA, al afirmar que la organización o se refunda o «muere al servicio del imperio».

«En esta refundación de la OEA es importante la reorganización de la jurisdicción de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para la supervisión de los derechos humanos», no sólo en la región sino en Estados Unidos también, planteó Morales.

Tras los comentarios, la delegada de Estados Unidos, Roberta Jacobson, secretaria de Estado adjunta para la región, dijo que «queremos sí reformar y perfeccionar la OEA y sus instituciones, pero significa que tenemos que trabajar constantemente para llegar a un consenso de cómo podemos implementar ese objetivo».

«Yo creo que nosotros podemos llegar a un consenso, a una resolución sobre el sistema interamericano de derechos humanos, preservar la independencia, la autonomía y que todos nosotros podamos estar de acuerdo con ese proceso», dijo Jacobson, que llegó a la cita en lugar de la secretaria de Estado Hillary Clinton.

Además, una treintena de organizaciones no gubernamentales americanas rechazaron los planteamientos de varios países para introducir reformas en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, uno de los temas en debate en la reunión que desplazó el asunto central: seguridad alimentaria.

«Los Estados en esta Asamblea deben reafirmar los principios de independencia y autonomía para los órganos de derechos humanos. En esta ocasión, lo anterior pasa por entender que no se puede atropellar los principios en función de coyunturas de corto plazo», dice el comunicado enviado por la ONG internacional CEJIL (Centro por la Justicia y el Derecho Internacional).

A contramano de esas divergencias, la Asamblea General de la OEA alcanzó el lunes un primer consenso: aprobó la denominada «Carta Social de Las Américas», un instrumento concebido para complementar los procesos democráticos con un desarrollo económico inclusivo que permita superar la pobreza y desigualdad imperante en el continente.

El 42 período de sesiones de la asamblea de la OEA concluirá el martes con una declaración conjunta que probablemente incluya recomendaciones para incorporar reformas al funcionamiento del organismo hemisférico y de su órgano independiente, la CIDH.