La última entrevista que Julio Mantilla ofreció a La Razón
"Un buscador de ajayus" tituló la última entrevista publicada por La Razón con Julio Mantilla, quien falleció este lunes en Cochabamba. El trabajo se publicó en el suplemento Animal Político el domingo 5 de junio y estuvo a cargo del periodista Humber Velásquez. Reproducimos el material para nuestros lectores.
Encontrarlo fue difícil. Ya en su casa de Achumani, en La Paz, hablar también. A Julio Mantilla, el carismático e inolvidable “zapatos rotos” y ex alcalde de La Paz (1991-1992), le encanta la política y cuando no habla de ella, se apasiona por su relación con la Pachamama y los dioses ancestrales. Hasta dice ser un “llok’alla” (jovenzuelo) buscador de “ajayus” (almas).
Los fetiches andinos que decoran su vivienda lo develan. “Busco reintegrarme con la Pachamama (tierra), el hombre es tierra que piensa”, señala con un dejo filósofo andino, muy acorde a estos tiempos.
Lleva en su cuello una cadena con dos pequeñas hojas de coca, “hembra y macho”, que, seguramente por los años, están deterioradas y amarillas. ¿Y quién le regaló? “No lo sé, creo que Viracocha (dios andino) me lo mandó”, cuenta y luego ríe con el periodista.
Aparentemente tan místico, ese su aire lo transmite en las aulas de la carrera de Sociología de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). “Siempre les recomiendo a mis estudiantes que busquen la energía antes que el dinero”.
Dedicado ahora a la docencia, el hombre todavía vive de nostalgias y recuerda sus extensas caminatas en una campaña electoral, cuando rompió sus zapatos y la televisión se encargó de develarlos. Ante la evidencia, habló entonces con Carlos Palenque (extinto líder de Conciencia de Patria, Condepa) y acordaron usar en la campaña la canción Zapatos rotos (Francisco Brydon Smith) que popularizaron Los Gatos y Los Iracundos. Desde ese día, nadie le saca del mote.
Lleva la dicha y la fortuna de haber realizado una maestría de Sociología en México a invitación de René Zavaleta Mercado, aquel intelectual que alimentó los pensamientos políticos de las últimas décadas en el país. Alejado de las aulas, aprovecha el tiempo para leer, escribir y en escuchar música nacional folklórica. Y disfrutar de sus hijos, cada cual con nombres de “sentido de vida”.
El primero de ellos se llama Julio Rosendo, según indica, en homenaje a Rosendo García, quien fue del Partido Comunista de Bolivia (PCB) que murió en la masacre de Catavi (1942) en defensa de la radio minera. El segundo, Huáscar. “Porque salió un jodido, baila en los Maquineros del Gran Poder”, responde y ríe. La tercera es Iris, un nombre de combate. “Es la hija más hermosa y la más fuerte de todos mis hijos”. Y el último se llama Inti. ¿En honor del dios Sol? No precisamente, sino en conmemoración a Inti Peredo, que en la Guerrilla de Ñancahuazú peleó a lado del Che Guevara.
En sus memorias guarda a Carlos Palenque como una persona con un corazón inmenso que “murió por amor” (antes de morir, el líder político tuvo un conflicto pasional con su esposa, Mónica Medina). Además, a sus dos grandes amigos, Antonio Álvarez Mamani, ex dirigente campesino, y Genaro Flores Santos. Éste es “un aymara al que le mutilaron las piernas en la dictadura de Luis García Meza (1980-1981) ¡Y nadie se acuerda de él!”, se lamenta con cierta bronca.
Zapatos rotos. Hoy no los lleva así. “Me encanta que me recuerden así”. Como al menos su amiga Anastasia, una dirigente de la Confederación de Mujeres Campesinas. “Me encantan las mujeres de polleras, y no necesariamente sus polleras, sino la fuerza interior que tienen”, dice con fuerza.
¿Tú, alguna vez estuviste con una mujer de pollera? El periodista le responde que no. “Entonces no conoces el arte del amor. Si no amaste a una mujer de pollera, no sabes lo que es el amor y es que te transporta”, expresa.