Una lectura tendencial de varias encuestas nos muestra un panorama con variaciones menores: un candidato oficialista, Evo Morales, en torno al 55% de las preferencias; Samuel Doria Medina en 15%-16% con una ligera disminución en el último mes; el expresidente Jorge Quiroga, que ha logrado despegarse del 3-4%, pero sin alcanzar el 10%; Juan del Granado, estancado en 3%; Fernando Vargas, con 1% de intención de voto; y, a grosso modo, 20% de personas indecisas o que dicen que votarán en blanco.

INCERTIDUMBRE. Con los cuidados del caso, hay ciertas tendencias consolidadas: un primer lugar claro de Evo Morales, escasas posibilidades de una segunda vuelta y un alto porcentaje de indecisos. Dicho esto, el panorama no deja de tener aún múltiples incertidumbres. ¿Logrará el candidato Morales superar el 64% que consiguió en 2009? Las encuestas no son concluyentes, aunque su probabilidad de ocurrencia depende de dos elementos: que el oficialismo repita los altos niveles de votación en zonas rurales y populares del occidente y de los valles, y que se confirme el vuelco de preferencias en Santa Cruz. Sin embargo, la insistencia de los voceros oficialistas en “un triunfo con más del 70%” podría derivar en caras largas la noche del domingo 12 de octubre, pues tal situación no parecería ser muy probable.

¿Se repetirán los dos tercios para el MAS en la Asamblea? Las proyecciones de escaños tienen elevados niveles de error, pues hay dudas sobre el voto en las circunscripciones uninominales y porque las muestras son demasiado pequeñas para establecer escenarios de intención de voto confiables en el ámbito departamental. Por otra parte, el grado de desinformación y de indecisión sobre la elección de uninominales es muy elevado a tres semanas de la votación, pese a que la experiencia histórica indica que el voto presidencial se asocia al voto por estos representantes, aunque no de una manera lineal.

El oficialismo precisaría convencer al 5-7% adicional de electores en estas últimas semanas de campaña para lograr esos dos tercios, lo cual no aparece como una tarea titánica. En cambio, la ingeniería política de las oposiciones para evitarlo parecería más compleja. Deben motivar a los indecisos opositores de manera de incrementar sus preferencias en casi 10% sobre la intención de voto que les asignan los últimos sondeos y además lograr que una sola candidatura acumule la mayor parte de ese potencial. Esto es sobre todo crucial en el Senado, donde si dos o tres fuerzas dividen la votación opositora  en proporciones similares en algunos departamentos, se podrían perder entre cuatro o cinco senadores que estarían a su alcance en una hipótesis de voto polarizado. ¿Quién será el candidato opositor que logre situarse en el segundo puesto? Doria Medina parecería haber resistido mejor de lo que se pensaba al “efecto Navarro” y a la dinámica de la campaña del expresidente Quiroga. Sin embargo, la postulación del industrial cementero no parece despertar aún un entusiasmo arrollador. Quiroga crece, pero no de manera explosiva, y Juan del Granado sigue sin ser un actor central del drama.

REGIONES. Al final, serán sobre todo los indecisos los que definirán esta cuestión. Los llamados al “voto útil” y a la “unidad” ratifican que el juego está en esa cancha. Final abierto aunque con ventaja para Doria Medina, quizás más por pragmatismo que convicción. ¿Qué pasará en las regiones? Apenas se puede intuir sólidas victorias en La Paz, Oruro, Potosí, Cochabamba y Chuquisaca para el MAS. Quizás salpicadas de algunos triunfos personales de uninominales opositores en circunscripciones urbanas y tres o cuatro senadores para la oposición si los votos del sector convergen hacia una sola opción. En Pando y Santa Cruz el MAS podría lograr victorias inéditas, aunque quizás más modestas. Entretanto, la oposición aparece bien posicionada en Beni y Tarija. En resumen, más allá de las “malditas encuestas”, hay aún mucho por hacer y convencer, nada está escrito en piedra, de eso se trata la democracia en definitiva.