La Fiscalía cita a 2 religiosos por el caso de Luis Espinal
Dictadura. Los padres Xavier Albó y Eduardo Pérez deben declarar
El Ministerio Público convocará a declarar a los sacerdotes Javier Albó y Eduardo Pérez, por el caso del asesinato al jesuita Luis Espinal, informó el fiscal Genaro Quenta. También citará como investigados a dos exjefes militares.
En octubre, el coronel (p) Roberto Meleán, que cumple su condena en el penal de Chonchocoro por delitos cometidos durante la dictadura de Luis García Meza (1980-1981), reveló que seis exjefes militares planificaron el asesinato de Espinal, el 21 de marzo de 1980.
“El investigador asignado a este proceso está en poder de dos citaciones para los padres Javier Albó y Eduardo Pérez, que deberían venir a prestar su declaración para ver si saben algo o no sobre la muerte de Luis Espinal”, declaró Quenta a los periodistas.
Agregó que el Ministerio Público solicitó, de forma oficial, información al Servicio General de Identificación Personal (Segip) y al Servicio de Registro Civil (Sereci), sobre el paradero del general (p) Jaime N. G. y el coronel Freddy Q., citados por Meleán, con el objeto de que también se los cite en calidad de investigados. “No sabemos dónde viven o qué fue de sus vidas luego de que quedaron jubilados de la milicia”.
Franck Campero, abogado de Meleán, corroboró la información sobre la convocatoria a declarar como testigos a los sacerdotes citados. También aseguró que con su cliente colaborarán en todo lo que pueda para llevar adelante la investigación y se pueda llegar a la verdad del proceso.
“Nosotros vamos a solicitar a la Fiscalía de La Paz que sean citadas otras personas más, en particular la señora que entregó la lista de paramilitares, que era un secreto”, señaló el jurista. Agregó que su cliente espera ser convocado oficialmente por la autoridad jurisdiccional, en donde ratificará su declaración de octubre.
Meleán reveló que Espinal fue asesinado porque iba a denunciar un negociado que hacían jefes militares con los aviones Hércules C-130, ya que debían ser alquilados.
El sacerdote jesuita murió a manos de un grupo de paramilitares que lo secuestró en la zona de Miraflores, en la ciudad de La Paz. Al día siguiente, el 21 de marzo de 1980, su cuerpo sin vida fue encontrado en el camino hacia el nevado Chacaltaya, más arriba de la zona Plan Autopista, donde se le rinde homenaje cada año.