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Tuesday 16 Apr 2024 | Actualizado a 03:46 AM

Análisis: La moneda en el aire

/ 23 de febrero de 2016 / 06:58

¿Qué es una “victoria virtual”? ¿O un “empate técnico”? Términos difusos de un neolenguaje político diseñado para sostener los deseos de cada uno de los sectores que los inventan, pero que en la práctica indican simplemente que sus emisores están como todos nosotros: con una gran incógnita frente a uno de los resultados más estrechos de la historia reciente de contiendas electorales.

No es que no sabemos nada. Los “conteos rápidos” y los primeros resultados del TSE indican una tendencia favorable al No, que bien podría ratificarse en la totalización oficial de los votos. El problema es que, en este momento, existe también una posibilidad, quizás pequeña pero no nula, de que la diferencia entre ambas opciones termine reducida a unas pocas decenas de miles de votos. Por tanto, sería un grosero error transformar a los conteos, que son muestras probabilísticas con márgenes de error, en reemplazo del conteo oficial del 100% de mesas, pero tampoco podemos obviarlos como indicadores de una tendencia.

El TSE ha informado que con un 72,5% de actas contabilizadas preliminarmente, el No tendría un 57% y el Sí un 43%. Para revertir esta diferencia, en las restantes 27,5% de actas el Sí debería obtener algo más de un 70% de preferencias. ¿Eso sería factible? Es evidentemente muy difícil pero no totalmente improbable, todo dependerá, en primer lugar, de que la composición sociogeográfica de esas mesas corresponda a zonas rurales alejadas con fuerte tradición comunitaria: En esos segmentos, el MAS obtuvo alrededor del 75% de votos en las elecciones presidenciales de 2014. Algunos dirán entonces que la misa está cantada a favor del Sí, pero tampoco es para tanto, pues este ejercicio aritmético supone que el nivel de participación se habría mantenido similar al de 2014 y que el retroceso del oficialismo, constatado en todo el país, sería bastante moderado en esas zonas, todas cuestiones para las que no contamos con información y que en definitiva se aclararán solo cuando se las contabilice con el acta en la mano.

En consecuencia, no resta más que solicitar serenidad y paciencia a todos los actores políticos, apoyar al TSE en su labor de llevar a cabo un recuento transparente, y exigir un poco más de prudencia y menos exuberancia a los medios. Tendremos resultado el viernes, mientras, la vida sigue y no se ha caído la luna ni se ha muerto la democracia, al contrario.

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/ 23 de febrero de 2016 / 06:58

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No es que no sabemos nada. Los “conteos rápidos” y los primeros resultados del TSE indican una tendencia favorable al No, que bien podría ratificarse en la totalización oficial de los votos. El problema es que, en este momento, existe también una posibilidad, quizás pequeña pero no nula, de que la diferencia entre ambas opciones termine reducida a unas pocas decenas de miles de votos. Por tanto, sería un grosero error transformar a los conteos, que son muestras probabilísticas con márgenes de error, en reemplazo del conteo oficial del 100% de mesas, pero tampoco podemos obviarlos como indicadores de una tendencia.

El TSE ha informado que con un 72,5% de actas contabilizadas preliminarmente, el No tendría un 57% y el Sí un 43%. Para revertir esta diferencia, en las restantes 27,5% de actas el Sí debería obtener algo más de un 70% de preferencias. ¿Eso sería factible? Es evidentemente muy difícil pero no totalmente improbable, todo dependerá, en primer lugar, de que la composición sociogeográfica de esas mesas corresponda a zonas rurales alejadas con fuerte tradición comunitaria: En esos segmentos, el MAS obtuvo alrededor del 75% de votos en las elecciones presidenciales de 2014. Algunos dirán entonces que la misa está cantada a favor del Sí, pero tampoco es para tanto, pues este ejercicio aritmético supone que el nivel de participación se habría mantenido similar al de 2014 y que el retroceso del oficialismo, constatado en todo el país, sería bastante moderado en esas zonas, todas cuestiones para las que no contamos con información y que en definitiva se aclararán solo cuando se las contabilice con el acta en la mano.

En consecuencia, no resta más que solicitar serenidad y paciencia a todos los actores políticos, apoyar al TSE en su labor de llevar a cabo un recuento transparente, y exigir un poco más de prudencia y menos exuberancia a los medios. Tendremos resultado el viernes, mientras, la vida sigue y no se ha caído la luna ni se ha muerto la democracia, al contrario.

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