Hoja de coca boliviana es llevada a tres países
El traslado de coca de un país a otro está prohibido en el ámbito internacional. La Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes, de la Organización de Naciones Unidas, incluye a esa planta en una lista de drogas que deben ser fiscalizadas, y la de 1988, Contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas, prohíbe su importación y su exportación.
Desde las 04.00, los “chancheros”, denominativo popular que se da a los contrabandistas, cargan y transportan grandes cantidades de mercancías, entre ellas hoja de coca boliviana, a la población argentina de Aguas Blancas, frontera con el municipio tarijeño de Bermejo. El destino final es el norte de Argentina. El cauce del río que lleva el mismo nombre es alterado por el tumulto.
“Ese punto es difícil de controlar. Algunos chancheros están armados. Trasladan todo tipo de mercadería de contrabando. Llevan hoja de coca porque en el norte argentino la gente pijchea (mastica). Todos consumen. Nos golpean, disparan, se reúnen para evitar que les quitemos sus bultos”, cuenta un exconscripto de la Fuerza Naval en la región chapaca, quien pide guardar su nombre en reserva. El norte del país vecino es uno de los destinos del vegetal boliviano, que también es trasladado de manera clandestina a Chile y Brasil, según un reporte de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) remitido a Informe La Razón. Y el poblado limítrofe de Bermejo es una de las puertas de salida hacia suelo argentino. Las otras son sus similares de Yacuiba, La Mamora y Villazón, igual en el área fronteriza. No se precisa cuáles son los enclaves por donde ese producto es transportado a las otras dos naciones.
DESCONOCIMIENTO. Si bien la FELCN aclara que no es de su competencia controlar el ingreso o salida del arbusto —sino del Viceministerio de Coca y Desarrollo Integral, a través de la Dirección General de la Hoja de Coca e Industrialización—, devela que tiene conocimiento de que la hoja de los Yungas, en La Paz, que tiene como objetivo traspasar las fronteras, llega a los mercados al detalle de comunidades fronterizas de Bermejo, Yacuiba, La Mamora, Villazón, desde donde se comercializa y lleva hacia Argentina y otros Estados.
El traslado de coca de un país a otro está prohibido en el ámbito internacional. La Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes, de la Organización de Naciones Unidas, incluye a esa planta en una lista de drogas que deben ser fiscalizadas, y la de 1988, Contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas, prohíbe su importación y su exportación.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) de Bolivia guarda información sobre el comercio exterior desde 2000 hasta 2016. En ese periodo se exportó un total de 22,8 toneladas de coca, en 2003, por un valor de $us 60.000, aunque desde entonces no volvió a salir por vías legales. La fuerza antidroga no identifica quiénes se dedican al transporte ilegal del vegetal a poblados colindantes con Argentina, Chile y Brasil, y presume que es para consumo, sobre todo el que sale al norte argentino, es decir, a las provincias de Salta y Jujuy, donde los ciudadanos realizan el tradicional “boleo” o masticado.
Informe La Razón entrevistó a Gumercindo Pucho antes de que renuncie, hace dos semanas, como viceministro de Coca y Desarrollo Integral. Alegó desconocer el tema, pero su antecesor, Dionisio Núñez, estima que hasta el 25% de la producción yungueña es llevada a Argentina y otra cantidad, que no precisa, al norte chileno y suelo brasileño. Informa que, sobre todo, en Jujuy, Salta y Santiago del Estero (regiones en el noreste argentino) se consumen bastante las hojas del arbusto, lo que genera un movimiento ilícito de venta y contrabando al menudeo.
“Sí hay contrabando hormiga de hoja de coca”, responde, enfático, el alcalde de Villazón, Jorge Fernando Acho, quien añade que “los cocanis (comercializadores de la hoja) ofertan paquetes con ese producto listos para llevar al otro lado (Argentina), porque todos consumen: los choferes, las trabajadoras del hogar y hasta los oficinistas. Creo que es por influencia de nuestros hermanos bolivianos que emigran al vecino país en busca de trabajo”.
El embajador de Argentina en Bolivia, Normando Álvarez, explica a Informe La Razón que si bien la exportación del arbusto está penada por normas internacionales, lo que ocurre en el noreste argentino (que comprende Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero) es que “se permite, por la costumbre, la venta minorista en almacenes, inclusive con avisos publicitarios y carteles”, ello debido a que en esa zona rige la Ley 23737 de 1989, que autoriza el masticado.
COSTUMBRE. Y recuerda que cuando se discutió esa normativa, se estableció que consumir la coca no es una adicción, sino un hábito que se enmarca en los usos y costumbres de “hace más de 100 años”. No obstante, remarca que cuando el traslado de ese producto es en grandes cantidades, intervienen la Policía y la Gendarmería Nacional de su país. “Cuando son camiones con tambores de coca, se secuestran; lo que se permite es la venta minorista que se utiliza para el coqueo y no para la producción de cocaína”.
La Dirección General de Comercialización e Industrialización de la Hoja de Coca (Digcoin), a través de un cuestionario, enfatiza en que no controla la salida de esa planta al exterior; eso sí, entre sus atribuciones está que la fiscalización de la cosecha de los 81.327 productores de La Paz y Cochabamba llegue a los mercados legales de Villa Fátima y Sacaba, resalta el exviceministro Pucho. Y uno de los problemas principales con los que debe lidiar es el desvío del vegetal.
De acuerdo con el último Monitoreo de Cultivos de Coca 2014, de la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC, por su sigla en inglés), de las 33.100 toneladas producidas en 2014 en los Yungas paceños y en el trópico cochabambino, solamente 19.797 (60%) fueron comercializadas en los mercados legales de ambas regiones. De esta última cifra, el documento indica que 93% fue vendida en Villa Fátima y solo 7% en Sacaba. Las sospechas apuntan a que la producción desviada es usada por el narcotráfico. La FELCN reporta que desde 2011 hasta abril de este año, en los operativos antinarcóticos retuvo bultos con hojas de coca, 2.854 toneladas. El año pasado se confiscó 362,1 toneladas, cifra inferior a las 586,8 de 2014. El informe de Naciones Unidas refleja datos similares (más información en infografía de páginas 10 y 11).
Al respecto, el viceministro de Defensa Social y Sustancias Controladas, Felipe Cáceres, admitió el 17 de agosto de 2015 que el 40% del arbusto que se cosecha en el país es desviado a la producción de cocaína y que solamente el 60% llega a los mercados de Sacaba y Villa Fátima. “Si hay una demanda, hay un mercado ilegal, ése es el que demanda la hoja de coca, lastimosamente cocaína. Acá, si bien la hoja de coca es la materia ilegal para la elaboración de pasta base de cocaína es porque hay un mercado ilegal”, indicó en conferencia.
“Sabemos que el 100% de la producción (de la planta) no va al consumo, aunque el desvío siempre hubo. Ahora hay normas más estrictas y bastante control social en el trópico de Cochabamba. Por eso estamos impulsando la modificación de la Ley 1008 para que se aplique un mayor control y sanciones fuertes”, añade Juanita Ancieta, secretaria ejecutiva de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia–Bartolina Sisa. “Hay desvío de hoja de coca, eso no podemos negar”, arguye el exviceministro Núñez, quien asegura que el 95% de la producción cocalera del Chapare no pasa por los controles estatales, pero sí el 96% de la de territorio yungueño.
La FELCN revela que el desvío interno del vegetal es “realizado por clanes y/o grupos familiares y personas denominadas ‘chakas’, cuyo modus operandi más común es el prensado de la hoja de coca, a efectos de reducir el volumen del bulto o taque (de 50 libras) legal de la hoja de coca, transportarlo en pequeñas cantidades (de 1 a 10 bultos) en vehículos de transporte público para acopiarlo en depósitos clandestinos y, posteriormente, trasladarlo en grandes cantidades en camiones camuflados o fondeados en fruta, madera y otros artículos”.
Mientras Justo, un comerciante de la región fronteriza de Villazón, pregunta a la periodista: “¿Quieres llevar coca al otro lado?”, es decir, a la localidad fronteriza de La Quiaca, en Argentina. Este hombre, de unos 50 años, confiesa que toma tiempo prensar la hoja, pero que “vale la pena” porque hay más ganancia, pues dos libras valen en Bolivia Bs 50, y “al frente” el precio se incrementa a Bs 80. Hay gente que pasa a la nación vecina con algunas libras, es parte del contrabando “hormiga”. Y una mujer dice que ahora no es conveniente llevar la planta porque los operativos son más frecuentes. “Ya no es como antes”.