El lento y peligroso viaje de camioneros bolivianos al mar
Freddy Quispe sabe que tiene que llegar a buen puerto, por eso no corre. Con 27 años de experiencia en la ruta que une Cochabamba y Arica, conoce el rigor del frío y de los controles que ejercen funcionarios chilenos. Esta es la historia de una de sus travesías con mar de fondo.
Estudió contaduría, pero no pudo ejercer esa profesión debido a la falta de oportunidades laborales. Quispe asegura que es prudente cuando conduce su Volvo FH16, un camión de alto tonelaje que tira de un acople cargado de 40 toneladas de soya.
Huecos. Camino accidentado de Chungará a Chucuyo. Foto: Micaela Villa
Desde el puesto fronterizo de Chungará, ya en territorio chileno, hasta el puerto hay 190 kilómetros de una carretera que se descuelga de los 4.500 metros sobre el nivel del mar hasta la altura del mismo océano Pacífico. Una mala jugada con el volante, exceso de velocidad o distracción puede provocar una tragedia. Las cruces que existen a la vera del maltrecho camino también advierten del peligro.
Conducción. Freddy Quispe se dirige a Chucuyo. Foto: Micaela Villa
En Chile, esa carretera está codificada como 11CH y pertenece a la red vial conocida como la ruta del desierto. El camino pasa por los poblados aymaras de Chungará, Chucuyo, Putre, Socoroma, Poconchile.
A las 09.00 del 7 de julio, Freddy Quispe llegó a Tambo Quemado, el último puesto de control fronterizo en territorio boliviano. Acepta que La Razón le acompañe en el descenso hacia el mar, aunque un día antes ya había recorrido los 470 kilómetros que separan ese punto fronterizo de Cochabamba.
Frontera. Ingreso a territorio chileno, en Chungará. Foto: Micaela Villa
Decidió manejar a 40 kilómetros por hora. “Es adecuado”, afirmó sin descuidar el peso de la soya. Quispe normalmente viaja dos veces al mes por encargo de una empresa cochabambina y su ingreso mensual llega a unos $us 600. “Estoy acostumbrado a estos viajes y la espera que debemos hacer antes de retornar. Es mi trabajo, tal vez algún día lo deje”, señaló a Informe La Razón mientras conducía.
Migración. Al fondo se observa una fila de camiones. Foto: Micaela Villa
Hábitat. En la cabina del tráiler hay pan, leche y un botellón con agua; además de champú, detergente y otros productos de limpieza para bañarse y lavar su ropa en Arica. Tras dejar la carga en el puerto, debe esperar por otra encomienda desde ultramar con destino a Bolivia. No puede retornar vacío, eso no es rentable.
Según datos procesados por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), durante el primer semestre de este año —en promedio— 233 camiones de Bolivia partieron por día con carga hacia destinos en ultramar y en tránsito por el puerto de Arica. Los dirigentes del transporte internacional de Santa Cruz y La Paz señalaron que algunos días de ese periodo se registraron hasta 300 camiones con carga de exportación.
Arreglos. Dirección de Vialidad hace mejoras en la ruta. Foto: Micaela Villa
Los principales productos exportados por el país a través de Arica, de acuerdo con el IBCE, son el girasol, azúcar, maíz, madera, quinua, minerales y otros. La carga con la que retornan los camiones corresponde a la importación de maquinaria pesada, agrícola, equipos para la industria minera, herramientas y material de construcción, como fierros y otros, según informó la Emprea Portuaria de Arica (EPA). El 85% de la carga que se maneja en ese embarcadero viene del comercio exterior del país.
Antepuerto. El ingreso a la oficina chilena, en la 11CH. Foto: Micaela Villa
Chungará está a unos 12 kilómetros de Tambo Quemado. Allí se encuentra el primer puesto de control fronterizo de Chile. Quispe llena dos formularios, uno para el Departamento de Extranjería y Migración; otro para el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), que controla que ningún tipo de alimento orgánico ingrese a territorio chileno.
Pasaron unos 15 minutos y dos carabineros inspeccionaron los ocho camiones bolivianos a esa hora (9 de julio, 09.30). Gustavo Rivadeneira, presidente de la Cámara de Transporte Pesado de El Alto, aseguró que la fila de los tráilers en espera es mayor. Cuatro días después, este diario volvió al lugar para retornar al país y pudo comprobar que la fila era de 60 camiones.
Infografía: La Razón
Pero la mañana del viaje a la costa, dos funcionarios se acercaron y anotaron las placas y cómo no había historial de infracciones en el camión de Freddy Quispe, le permitieron el paso, luego de pesar el vehículo. “Normalmente los del SAG siempre revisan por dentro, pero hoy no pasó nada”, comentó el conductor.
La temperatura en esa zona era de 10 grados bajo cero y los fuertes vientos agrietaban los labios. Una nevada intensa había caído un día antes en las proximidades de los nevados gemelos Parinacota y Pomerape, además del Wuallatiri. Mientras avanzaba se observaba el río Chungará, que estaba congelado, además del Parque Nacional Lauca; las vicuñas también eran parte del paisaje.
Desde Chungará hasta Chucuyo (unos 25 kilómetros), el Volvo FH16 baja la velocidad a 30 kilómetros por hora; el camino estaba en mal estado y los camiones se balanceaban o serpenteaban para evitar huecos.
Destrozo. El cónsul de Bolivia en Chile, Elmer Catarina, y Rivadeneira informaron que por estas deficiencias viales a muchos se les reventaron las llantas. “Los carabineros controlan que los camiones estén en buen estado o no paren en medio de la vía. Pero cómo van a estar bien si esa ruta parece campo minado”, comentó Catarina.
Cruces. Altares hechos en honor a los fallecidos. Foto: Micaela Villa
Al respecto, el alcalde de Arica, Salvador Urrieta, manifestó a este diario que se proyectan mejoras. El camino tampoco tiene señalización vial e iluminación.
Tras finalizar la ruta, Freddy Quispe se sintió más tranquilo. “Por suerte” no quedó detenido en la carretera, como otros de sus compañeros que se vieron obligados a dormir dentro de sus camiones. Si pasa esto se debe a dos factores, el motorizado puede presentar fallas mecánicas o debe acomodarse al horario de atención del complejo fronterizo Chungará y el puesto de control de Chucuyo, cuyo personal trabaja de 08.00 a 20.00. “Gracias a Dios nunca me pasó, pero pobre de otros, pues seguro se congelaron” allí.
“El secreto” para evitar resfríos es dormir con el motor encendido. A Grudis Pahuasi, de Santa Cruz, le tocó vivir esa experiencia cerca del puesto fronterizo de Chungará, pero los carabineros le pidieron apagar el motor.
Quemado. Un tráiler incendiado en medio de la carretera. Foto: Micaela Villa
En medio del frío hay otras historias que emergen. “Mejor no duermas o viaja en compañía de alguien”, sentenció el chofer. Una noche su compañero se despertó cuando escuchó tocar a una banda; tras dirigir su vista a través de su retrovisor quedó estupefacto, puesto que la música era interpretada por “unos duendes, mientras otros bailaban en rondas”.
“En otro sueño, un compañero, que venía de La Paz, una noche escuchó ruidos cerca del lugar donde había estacionado. Volteó la mirada al lado izquierdo y vio a unos duendes conversando sobre unas piedras”. Por eso Freddy Quispe viajó esta vez más temprano.
Pahuasi además lamentó las veces que escuchó a los funcionarios tratar mal o discriminar a los bolivianos. Humberto Herrera, otro transportista, escuchó una vez la palabra “hediondos” o le dejaron esperar mucho tiempo.
Hecho. Soya derramada tras vuelco del tráiler el 7 de julio.
Los camioneros casi nunca viajan en familia, pues implica una erogación mayor a los $us 20 o $us 25 (Bs 140 a Bs 175) por día de sus viáticos. “No debo parquear, si me pescan los carabineros me multarán”, aseguró Freddy cuando se le pidió salir para tomar fotos.
Freddy mantiene la velocidad a 30 kilómetros por hora. Pasando por las localidades Putre, Coroma y antes de Poconchile, el camino presenta muchas curvas. “Hay curvas peligrosas, en especial la Cuesta del Águila. Hay que ir con cuidado, aunque hay compañeros que no frenan y le sobrepasan a uno”.
Rumbo a Poconchile se hacen mejoras. Entre las 13.00 y 16.00 se cierra la ruta. Quispe esperó 30 minutos antes de continuar y era el último de una fila de unos 50 tráiler. Baja a 20 kilómetros por hora. “Ojalá no me quede muchos días”, afirmó el cochabambino al llegar a Arica. Teme la lentitud de trámites en el puerto y antepuerto. Sus camaradas Grudis Pahuasi y Valerio Zambrana seguían esperando la nueva carga, el primero ya llevaba ocho días y el segundo 22.
En 6 años hubo al menos 30 accidentes
Esta semana, el transportista boliviano Luis A. enfrenta una audiencia ante los juzgados de Arica, en Chile. Hace casi dos meses en la carretera internacional 11CH —al ingresar a Arica desde Bolivia— protagonizó un accidente. Un vehículo particular se chocó con la parte trasera de su tráiler mientras ingresaba a un garaje. Los dos ocupantes, también bolivianos, fallecieron.
Ya sea en la carretera o cerca de la ciudad, al menos 30 hechos de tránsito ocurrieron de 2010 a la fecha, informó la Cámara de Transporte Pesado de El Alto.
“En el año se dan de cuatro a cinco (hechos viales), sin embargo se ha visto un incremento, de enero a la fecha, porque hubo hasta siete”, señaló a Informe
La Razón Gustavo Rivadeneira, presidente de esa entidad gremial.
Destrozos. Otro camión rompió la baranda de la vía. Foto: Micaela Villa
“Tuvimos de todo, desde choques, colisiones, vuelcos y otros que están en etapa investigativa. Dejaron gente boliviana fallecida”, señaló Lino Morelli, efectivo de la Primera Comisaría de Arica.
La propietaria del garaje Don Pato, que está sobre la 11CH, y a la que ingresaba el tráiler de Luis A. cuando se produjo el accidente, consideró que la velocidad máxima permitida, de 100 kilómetros por hora, debe bajarse “porque se imprime mucha velocidad” y existe gran cantidad de camiones de unos 12 metros de largo”. Cuatro personas murieron en similares casos, recalcó al respecto el alcalde de Arica, Salvador Urrieta.
“No soy culpable, ellos manejaban en estado de ebriedad y sin luces encendidas, en la carretera no hay luz, me fije, pero al hacer el giro (invadiendo carril) sentí un golpe fuerte, hasta dos llantas se reventaron”, contó Luis A.
En la Cuesta del Águila, en la ruta hacia Arica, el 7 de julio un tráiler volcó y toda la soya que transportaba quedó en el piso.
Unas 50 cruces improvisadas o pequeños altares construidos a los fallecidos por todo el sector, además de barandillas destrozadas y gran cantidad de soya derramada, evidenciaban los accidentes de tránsito en la zona.
En la cuesta también existen vidrios rotos esparcidos, fierros estrujados, contenedores de carga destrozados y un tráiler incendiado. Hace un año y medio, el amigo de Freddy Zárate, otro camionero boliviano, sufrió un vuelco y quedó herido en medio de la vía. “En otro hecho, otro tráiler se quemó. Chofer, esposa e hijo murieron. Pasó hace dos años”, contó.
Estos hechos viales se debieron más que todo a la imprudencia del conductor, como exceso de velocidad, afirmó Morelli.
Mientras tanto Luis A., con 37 años en el volante y procedente de La Paz, está en arraigado por 60 días. Debía darse modos para alimentarse, dormir y asearse. El tráiler colisionado fue enviado al país por otro chofer pues tenía carga. “Me cobijo donde puedo, mis compañeros a veces me dan dinero. Mi familia viene pero no se queda mucho, implica gastos”, se lamenta.
(18-07-2016)