La arremetida chilena en medio de la crisis en Perú
Chile considera que evolucionó, que no es el ‘bandido aislacionista’
En los pasillos de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), al inicio de la mañana los latinoamericanos olvidaron por un momento el pleito Bolivia-Chile, para comentar con sal y pimienta la renuncia del presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski, lo que algunos califican como un “golpe de Estado suave” y otros, como justo castigo a la corrupción casi viral en la región. También se evocó el ascenso del vicepresidente Martín Vizcarra, que cobra relevancia en la demanda marítima boliviana por ser el tercer ángulo del trípode que puede solucionar la petición del acceso soberano al océano Pacífico. “Dicen que es amigo del Evo”, sopló al oído de su contertulio un senador trasandino.
A las 10.00, hora de La Haya, por tercera vez en el examen de este caso hizo su entrada a la sala de audiencias la Corte en pleno, esta vez sin tener al frente al presidente Evo Morales, quien fue el primer jefe de Estado en comparecer allí, como demandante, según los anales del Palacio de la Paz. En efecto, antes, el nivel más aproximado fue un primer ministro iraní, allá por los años 50.
En el atril, fue el agente chileno Claudio Grossman quien sintetizó la prestación que haría Chile. Comenzó pintando una imagen edulcorada de Chile luego de la recuperación de la democracia. Chile no es el “bandido aislacionista” que se insinuó, dijo, e insistió que Bolivia cambió la naturaleza de su aspiración de acceso al mar. Como lo harían sus sucesores en la tribuna, reafirmó machaconamente la vigencia del Tratado de 1904, como el puente inconmovible de las relaciones con Bolivia. Así se adelantó a la acusación que más tarde frente a la prensa reclamaría el canciller Roberto Ampuero. “Bolivia quiere entrar por la puerta chica para revisar el Tratado de 1904”.
Así se comenzó a tildar la apuesta boliviana, también como “revisionismo histórico”.
Correspondió al abogado británico Daniel Bethlehem criticar la posición boliviana de cobijar su argumento en los artículos 2 y 3 de la Carta de Naciones Unidas, de muy amplio alcance y poco relevantes para equipararlos a la obligación de negociar. Desechó el recuento cronológico de las aparentes “promesas incumplidas” por Chile, denunciando la teoría de la acumulación, para concluir que 0+0+0 es igual O.
El profesor francés Jean-Marc Thouvenin tomó el relevo para refutar las aproximaciones hechas por su compatriota Mathias Forteau, en la víspera por parte de Bolivia, siempre con la insistencia de que no existe derecho a negociar con un resultado predeterminado. Luego, la jurista Kate Parlett esbozó consideraciones para inferir que Bolivia busca un nuevo acuerdo sustitutivo del Tratado de 1904 de ambos países.
Cerró la jornada Samuel Wordsworth, que repitió la misma argumentación de igual cacofonía, pero distinto pentagrama.
- Chile. La comitiva trasandina en los alrededores del Palacio de la Paz, en el primer día de sus alegatos. Foto: APG
Mas tarde, en las escaleras del Palacio de la Paz, frente a los periodistas en su gran mayoría chilenos, el canciller Ampuero, ayuda memoria en mano, visiblemente nervioso y con voz trémula, resumió la presentación chilena principalmente en tres puntos:
Primero, absoluto respeto por la vigencia del Tratado de 1904
Segundo, aludió a la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia que estipula el acceso soberano al océano Pacífico como un mandato irrecusable y que la demanda ante la Corte obedece más bien a preocupaciones de política interna.
Tercero, afirmó que no estaba en juego cesión territorial alguna.
Triste condición la de su predecesor Heraldo Muñoz, que bregaba a codazos por acercarse a la barrera de prensa. Pocos reporteros le formularon preguntas, que tuvieron las mismas respuestas de siempre: todo está contenido en el Tratado de 1904, no cabe modificación alguna.
Más reposado, el ahora senador José Miguel Insulza ensayaba ampliar las apresuradas declaraciones del canciller Ampuero. Parecía querer trasuntar al público chileno la diferencia entre un docto y un profano.
Más allá, el senador Alejandro Guillier cruzó un saludo con el corresponsal de La Razón, con quien convino una conversación posterior. Acerca de la oportunidad de considerar la propuesta de Evo Morales de llegar a negociaciones incluso antes del fallo de la Corte, dijo que le parecía imposible esa opción, puesto que él conocía el temperamento de su Cancillería. Seguirán hasta el final de la contienda judicial. Guillier, cauto y prudente luego de sus declaraciones que planteaban un canje territorial con Bolivia, es consciente de su pertenencia a la delegación y cuida su conducta.
Se muestra distinto al resto de su delegación, que tendrá hoy una segunda oportunidad de rebatir los alegatos de Bolivia en la CIJ.