Icono del sitio La Razón

Carlos Mesa: ‘El tema marítimo ha construido el proceso más fuerte de unidad’

Seis días antes de los alegatos orales (19 al 28 de marzo) del litigio instalado contra Chile, el expresidente Carlos Mesa conversó con La Razón. Evaluó la trascendencia de un eventual fallo favorable para el país y el papel que él ha cumplido en este proceso como portavoz internacional de esta demanda.

Asimismo, el exmandatario destacó que la causa marítima se consolidó como uno de los temas más importantes de las relaciones exteriores de Bolivia y, en ese marco, ha construido el proceso de unidad “más fuerte, más intenso y unánime” en la sociedad boliviana.

— ¿Qué significado tiene para Bolivia la conmemoración del 23 de marzo en medio de los alegatos orales en la demanda marítima contra Chile?

— Se trata sin duda de una fecha muy importante porque es el 23 de marzo de 2018 y este año se resolverá el tema de fondo de la demanda boliviana presentada en abril de 2013 por el Estado boliviano; en consecuencia, este año no solo tenemos los alegatos orales, que son fundamentales, y que coincidirán, por las circunstancias, el azar o el destino, con el mes de marzo, pero lo fundamental es que antes de terminar este año la Corte Internacional de Justicia (CIJ) hará conocer su fallo definitivo sobre nuestra demanda. Por eso, 2018 es un año fundamental en la historia del mar boliviano. Esto marca un hito fundamental porque es la primera vez que dentro del largo y coherente camino que ha seguido Bolivia desde que el abogado Daniel Sánchez Bustamante, quien fue ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia en 1910, en el gobierno de Eliodoro Villazón, señalara que ‘mientras Bolivia exista como país no cejará en luchar por conseguir —en un sentido diplomático— un acceso soberano al mar’. Desde ese año, Bolivia finalmente encontró el camino jurídico adecuado y ése es un mérito muy importante del gobierno del presidente Evo Morales, que no era como se creyó en el pasado de tocar, denunciar y objetar el Tratado de 1904, sino establecer una lógica sobre los actos unilaterales de los Estados, es decir, los compromisos que un Estado hace con otro Estado, los cuales son jurídicamente exigibles. (…)

— ¿Cómo puede ayudar al país los gestos como el ‘banderazo’ y el gran silencio de 1979?

— En toda acción de un país, en toda decisión colectiva de una comunidad nacional, hay diferentes niveles y uno de ellos tiene que ver con la emoción y con el símbolo, que son muy importantes, porque son una ratificación a través de un acto emocional y de un acto simbólico de nuestro compromiso colectivo con una causa.

El debate sobre una vigilia, el coser una bandera, el establecer un Día del Mar que recuerde la pérdida del Litoral no tiene un sentido práctico porque a partir de esos actos no se recuperará el mar, pero el objetivo de esa muestra es decirle a la comunidad internacional y establecer, uno mismo en su corazón, que estamos unidos por una causa y que hasta que no la logremos, esa causa, que nos une, nos permite realizar actos simbólicos de específica importancia, tamaño y características.

— ¿Y el gran silencio de 1979?

— Ése fue un momento muy emotivo, hay una película del cineasta Jorge Ruiz que se llama El clamor del silencio que se filmó en 1979 y registra un momento muy importante y muy fuerte porque durante cinco minutos en todo el país se ven las imágenes de la reacción de los bolivianos en Charaña, la frontera con Chile, en la plaza principal de Santa Cruz, en Oruro, en Trinidad, en la plaza Murillo en La Paz y en otros sitios cuando recuerdan el centenario de la reivindicación marítima. El entonces presidente militar David Padilla, con vocación democrática, hizo una reflexión muy importante del tema marítimo antes de los cinco minutos de silencio.

— ¿Cómo evalúa el discurso de unidad y de diálogo que hizo el presidente Morales tras la posesión de Sebastián Piñera?

— Es evidente que si Bolivia busca que la Corte le diga a Chile que en virtud de sus compromisos no cumplidos tiene ahora que sentarse a negociar con Bolivia para otorgarle un acceso soberano al mar, negociar implica diálogo, negociar implica voluntad política y negociar implica una decisión para llegar a un destino que sea positivo para dos naciones, en este caso, pues el objetivo es que Bolivia y Chile lleguen a una solución negociada que sea beneficiosa para el país en el tema del acceso soberano al mar y que sea adecuada para Chile porque cierra un momento histórico que permite encarar de forma común un futuro entre ambos países. En ese sentido, hay que entender que las palabras del presidente Morales muestran que hay una voluntad de diálogo de parte de Bolivia para con Chile pensando en la eventualidad, que ojalá se dé, de un fallo favorable para Bolivia.

— ¿Cómo evalúa su rol como Representante Oficial de Bolivia para la Demanda Marítima?

— En mi tarea como Representante Oficial de Bolivia para la Demanda en el tema comunicacional distinguiría tres fases distintas de trabajo. Una que tiene que ver con las reuniones que tuve con presidentes, vicepresidentes, ministros de Relaciones Exteriores, secretarios de organismos internacionales y embajadores de más de 60 países a los que les expliqué cuáles son las razones de Bolivia para pedir un acceso soberano al mar. Ésa fue una fase muy significativa. La segunda etapa está relacionada directamente con el tema comunicacional, como por ejemplo la entrevista que tuve en el programa El Informante del canal estatal chileno TVN —realizada en septiembre de 2015— que permitió a la sociedad chilena escuchar por primera vez de una personalidad boliviana, que representaba oficialmente a Bolivia en este tema, sus argumentos, sus razones y su fundamentación. Y eso lo hice no solo en ese programa sino en varios y con periodistas de diferentes partes del mundo (…). Y una tercera fase que está muy vinculada con lo que se vivirá en los próximos días en los alegatos orales, ya que cuando estuvimos en los alegatos orales en mayo de 2015 en que se interpuso la excepción preliminar de incompetencia de Chile, tuve la oportunidad de explicar a la prensa internacional, pero sobre todo a la prensa chilena, cuáles eran los aspectos específicos y relevantes de los alegatos orales mientras se fueron desarrollando. Ésa es una tarea que probablemente tenga que hacer también en mi estancia en La Haya en los próximos días de marzo, en los que se llevarán adelante las audiencias orales.

— ¿Por qué le apasiona el tema marítimo y por qué aceptó ser portavoz para la demanda?

— Porque es, sin ninguna duda, el tema más importante de nuestras relaciones exteriores y porque es la causa que ha construido el proceso de unidad más intenso, más fuerte y más unánime de Bolivia como sociedad. Creo que la combinación entre que es el hecho más importante en nuestras relaciones exteriores y que tenga la mayor significación desde el punto de vista de la unidad nacional, lo convierte en un tema apasionante y que compromete dos cosas: el corazón y la razón para alguien que tiene una particular debilidad por la historia.

— ¿Qué significa para usted como historiador y periodista presenciar este juicio histórico?

— Es un privilegio que nos haya tocado la posibilidad de asistir a un momento tan importante para la historia del mar boliviano y que hayamos ayudado, en pequeña escala, a que el proceso tenga un desarrollo adecuado desde que a fines de abril de 2014 asumí esta responsabilidad y he dado lo mejor de mí para contribuir a que la causa boliviana encarnada por el Gobierno en la demanda ante la Corte Internacional tenga éxito y aún en esta etapa de los alegatos orales estamos acercándonos al final. Pero, mi gran aspiración es que en este 2018 el fallo de la Corte Internacional de Justicia sea favorable para Bolivia, lo cual marcaría un hito fundamental en la historia del mar desde 1910.

— En las reuniones con autoridades internacionales, ¿cómo éstas recibieron las explicaciones sobre los motivos por los que Bolivia inició el juicio?

— Hay que recordar que un instrumento muy útil fue entregar un ejemplar de El libro del mar que trabajamos con la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima (Diremar) y que coordinamos con el expresidente Eduardo Rodríguez Veltzé y yo, el cual es un texto de gran utilidad para aquellas personas a las que les hacía una explicación verbal. La gran pregunta que me hacen siempre o en la mayoría de los casos es ¿por qué un tema del siglo XIX se traslada al siglo XXI y por qué no se puede entender la relación entre dos países de una manera distinta? En este contexto, parece difícil una explicación que en el fondo es muy sencilla porque cuando tú has nacido con un acceso soberano al mar y cuando has sido parte de la Cuenca del Pacífico, que es la cuenca más importante del intercambio comercial del planeta y cuando durante 55 años fuiste protagonista de ese escenario y has perdido forzado por una invasión ese acceso, es legítimo que se busque la soberanía que no se resuelve con esta respuesta parcial del libre tránsito y que no es lo mismo que la pérdida de un territorio que eventualmente en el paso del tiempo uno puede restañar la herida. No es el primer país que pierde territorio por una invasión, pero son muy pocos los que como producto de esa mutilación han perdido una cualidad, el acceso a una cuenca fundamental y una presencia sobre el océano que tiene una significación distinta que si se perdiera otro territorio. (…) Esta explicación y esta lógica de decir que no es un problema del siglo XIX, XX o XXI, sino que es un problema de significación en términos históricos, políticos, económicos, geopolíticos, geográficos y otros.

— ¿Cómo evalúa la relación entre Bolivia y Chile? ¿Ambos países han podido entenderse?

— Bolivia y Chile no vivieron en el pasado circunstancias similares a las registradas desde el momento en el que se produjo la demanda en 2013 porque Chile había logrado hasta ese momento del juicio encapsular el problema, es decir, establecer que este es un problema entre Bolivia y Chile en el que no se debe meter ningún tercero y los gobernantes de ese país no aceptaban la intervención de un país amigo, un organismo internacional o una personalidad porque era una cuestión que se debía discutir entre ambos países. Y eso posibilitaba a Chile administrar los tiempos, decir que no si le parecía como ocurrió en 1950 o en 1975 después de que la propuesta boliviana era muy consistente y estaba bien planteada. Pero, en última instancia era la decisión arbitraria del Gobierno de Chile señalar que estaba de acuerdo o no o si cierra la negociación o la quiebra. En este caso eso no ocurre porque por primera vez hay un tercero que es la Corte Internacional de Justicia, que es el máximo organismo jurídico del mundo y es un brazo jurídico de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) (…) Esa Corte a la que nos hemos sometido Bolivia y Chile dictará un fallo sobre la causa marítima que es vinculante y obligatorio. Éste es un elemento distinto de lo que sucedió antes porque si la decisión es favorable a Bolivia ya no se trata de un tema solamente de ambos países, pues la Corte determinará que Chile debe negociar con Bolivia un acceso soberano al mar y eso cambia la cuestión de manera radical (…) debido a que Bolivia contará con un argumento jurídico que diga a la comunidad internacional y a los países amigos que existe un fallo que nos favorece y que Chile debe cumplirlo.