Nacional

Friday 26 Apr 2024 | Actualizado a 15:42 PM

Tensa espera del dictamen de la CIJ en La Haya

Cada una de las delegaciones de Bolivia y Chile sostuvo reuniones.

/ 1 de octubre de 2018 / 11:13

Mientras se contaban las horas para escuchar la lectura del fallo de la Corte Internacional de Justicia, acerca del caso Bolivia contra Chile sobre la “obligación de negociar un acceso al océano Pacífico”, fijado para hoy, a las 15.00 (09.00 HB), las delegaciones de las partes contrincantes se reunieron ayer en sus respectivas embajadas, como también la chilena en el hotel Hilton y la boliviana en el Crown Plaza, albergue predilecto del presidente Evo Morales.

Las tertulias prosiguieron en conciliábulos dispersos en esos dos hoteles bajo un manto de exagerada discreción. El elenco chileno calculadamente esmirriado está encabezado por su agente Claudio Grossman, debido a la ausencia del canciller Roberto Ampuero, quien prefirió seguir los acontecimientos junto a Sebastián Piñera, en La Moneda, ante el presagio de una derrota anunciada.

En efecto, pese a la confidencialidad de la Corte, ciertas filtraciones sobre el tenor del veredicto llegaron a Santiago, quizá por comedimiento de su juez ad-hoc. Además, el reciente encuentro en la Casa Blanca de Piñera con Donald Trump, en el que se tocó la petición boliviana.

Aunque el texto mismo del fallo es de difícil pronóstico, se especulaba en ambos lados que será favorable para el país demandante y las apuestas giraban solo en torno a la intensidad de éste. Lenguaje salomónico, difuso, sin contundencia alguna, ¿para evitar gritos de victoria impertinentes? ¿O bien una definida posición para uno u otro costado? Por añadidura, aquello que podría ser inevitable es la reserva que algún juez observe a la sentencia.

Recuérdese que la objeción preliminar planteada por Chile, fue derrotada por 14 votos contra dos. Por cuanto arribar a resoluciones unánimes o sencillamente mayoritarias es tarea penosa que sigue un tradicional procedimiento —casi secreto— que aspira al consenso entre 15 magistrados. 

Lo que sí es cierta es la estructura que a la luz de otros casos puede adivinarse. El texto oficial está redactado en inglés como lengua original y su análogo en francés. También se dispondrá de una traducción oficiosa al español.

El fallo comenzará registrando el diferendo entre las partes. Seguirán los considerandos de índole histórico, geográfico, económico y esencialmente de doctrina jurídica, para encaminar el razonamiento hacia una conclusión que se espera sea base en una invocación a las partes a sentarse a la mesa de negociaciones para discutir la demanda boliviana, quizá sin fijar límite de tiempo ni aludiendo a conclusiones acerca de la misma, por cuanto ése “ no es el rol de la Corte”.

No se sabe si el concepto de negociar “de buena fe” será incorporado. Si tal fuera el texto, ese proceso podría durar meses o años ad infinitum. Cabe recordar que cualesquiera fuera la decisión de la Corte, ésta es “definitiva, vinculante e inapelable”.

Mientras en las filas bolivianas se reboza de optimismo, haciendo eco de las celebraciones que, adelantándose a la sentencia, se han organizado en el país, adoptándose una tregua en la contienda política interna, para consolidar la unidad patriótica que respalda la reclamación estatal por una salida soberana al mar, en el espacio chileno de La Haya, la situación es opuesta.

Se respira un aire de pesimismo y resignación. Uno y otro delegado repite el comentario oficial “la utilidad de la demanda boliviana se va a medir comparando entre lo que Bolivia obtenga y lo que Evo Morales prometió a su pueblo”. Con esta tónica se apoya la posición del Mandatario mapochino que insiste “en hacer cumplir el Tratado de 1904” y el excanciller Heraldo Muñoz aclara que “la posición de la Corte, en su decisión sobre la objeción preliminar, fue muy clara: no se trata acerca de un supuesto derecho de acceso soberano al mar, el caso es si existe o no una obligación de negociar de buena fe un acceso soberano al mar”.

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Tensa espera del dictamen de la CIJ en La Haya

Cada una de las delegaciones de Bolivia y Chile sostuvo reuniones.

/ 1 de octubre de 2018 / 11:13

Mientras se contaban las horas para escuchar la lectura del fallo de la Corte Internacional de Justicia, acerca del caso Bolivia contra Chile sobre la “obligación de negociar un acceso al océano Pacífico”, fijado para hoy, a las 15.00 (09.00 HB), las delegaciones de las partes contrincantes se reunieron ayer en sus respectivas embajadas, como también la chilena en el hotel Hilton y la boliviana en el Crown Plaza, albergue predilecto del presidente Evo Morales.

Las tertulias prosiguieron en conciliábulos dispersos en esos dos hoteles bajo un manto de exagerada discreción. El elenco chileno calculadamente esmirriado está encabezado por su agente Claudio Grossman, debido a la ausencia del canciller Roberto Ampuero, quien prefirió seguir los acontecimientos junto a Sebastián Piñera, en La Moneda, ante el presagio de una derrota anunciada.

En efecto, pese a la confidencialidad de la Corte, ciertas filtraciones sobre el tenor del veredicto llegaron a Santiago, quizá por comedimiento de su juez ad-hoc. Además, el reciente encuentro en la Casa Blanca de Piñera con Donald Trump, en el que se tocó la petición boliviana.

Aunque el texto mismo del fallo es de difícil pronóstico, se especulaba en ambos lados que será favorable para el país demandante y las apuestas giraban solo en torno a la intensidad de éste. Lenguaje salomónico, difuso, sin contundencia alguna, ¿para evitar gritos de victoria impertinentes? ¿O bien una definida posición para uno u otro costado? Por añadidura, aquello que podría ser inevitable es la reserva que algún juez observe a la sentencia.

Recuérdese que la objeción preliminar planteada por Chile, fue derrotada por 14 votos contra dos. Por cuanto arribar a resoluciones unánimes o sencillamente mayoritarias es tarea penosa que sigue un tradicional procedimiento —casi secreto— que aspira al consenso entre 15 magistrados. 

Lo que sí es cierta es la estructura que a la luz de otros casos puede adivinarse. El texto oficial está redactado en inglés como lengua original y su análogo en francés. También se dispondrá de una traducción oficiosa al español.

El fallo comenzará registrando el diferendo entre las partes. Seguirán los considerandos de índole histórico, geográfico, económico y esencialmente de doctrina jurídica, para encaminar el razonamiento hacia una conclusión que se espera sea base en una invocación a las partes a sentarse a la mesa de negociaciones para discutir la demanda boliviana, quizá sin fijar límite de tiempo ni aludiendo a conclusiones acerca de la misma, por cuanto ése “ no es el rol de la Corte”.

No se sabe si el concepto de negociar “de buena fe” será incorporado. Si tal fuera el texto, ese proceso podría durar meses o años ad infinitum. Cabe recordar que cualesquiera fuera la decisión de la Corte, ésta es “definitiva, vinculante e inapelable”.

Mientras en las filas bolivianas se reboza de optimismo, haciendo eco de las celebraciones que, adelantándose a la sentencia, se han organizado en el país, adoptándose una tregua en la contienda política interna, para consolidar la unidad patriótica que respalda la reclamación estatal por una salida soberana al mar, en el espacio chileno de La Haya, la situación es opuesta.

Se respira un aire de pesimismo y resignación. Uno y otro delegado repite el comentario oficial “la utilidad de la demanda boliviana se va a medir comparando entre lo que Bolivia obtenga y lo que Evo Morales prometió a su pueblo”. Con esta tónica se apoya la posición del Mandatario mapochino que insiste “en hacer cumplir el Tratado de 1904” y el excanciller Heraldo Muñoz aclara que “la posición de la Corte, en su decisión sobre la objeción preliminar, fue muy clara: no se trata acerca de un supuesto derecho de acceso soberano al mar, el caso es si existe o no una obligación de negociar de buena fe un acceso soberano al mar”.

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