A la sombra de Camacho; el líder cívico cruceño se hace fenómeno
Ahora un político advenedizo aparece en escena, ocupa la agenda mediática, encanta a ciertas facciones de la oposición, enfurece a sus contrarios y tensiona al poder.
Llegó tarde a la “campaña” electoral, pero acaba de echar sombra sobre sus aliados en el periplo postelectoral. Luis Fernando Camacho, forcejeando con sus detractores una y otra vez por llegar a La Paz, es ahora un fenómeno político que pretende re/agrupar a la oposición para hacerle frente al presidente Evo Morales.
Ni Carlos Mesa, que en las últimas semanas titubeó entre el presunto fraude electoral, la segunda vuelta, el sí y no a la auditoría al cómputo, y la anulación de las elecciones del 20 de octubre. Ni Óscar Ortiz, que quedó marginado de la reconfiguración política tras sus resultados paupérrimos en la votación. Ahora un político advenedizo aparece en escena, ocupa la agenda mediática, encanta a ciertas facciones de la oposición, enfurece a sus contrarios y tensiona al poder.
A quien parece pesarle más la sombra del líder del poderoso Comité Pro Santa Cruz es a Mesa. Al menos dos hechos delatan al candidato presidencial de Comunidad Ciudadana (CC): el haber pasado de sopesar la posibilidad de aceptar la auditoría vinculante al cómputo de votos por parte de la Organización de Estados Americanos (OEA) a la posición radical de propugnar la anulación de los comicios, esto último al influjo de Camacho, que cuando supo que Mesa aceptó las tareas del organismo multilateral dijo —a manera de conminatoria— que el expresidente del país “ponga su firma, es su responsabilidad”.
Mesa. El miércoles, cuando se supo que Camacho porfiaba por tercera vez su llegada a La Paz para buscar que Morales firme la carta de renuncia que él mismo redactó, Mesa se fue al aeropuerto de El Alto a recibirlo; hizo antesala hasta cerca de las 19.30, cuando en un vuelo chárter el dirigente cívico arribó en medio de un fuerte resguardo policial ordenado desde el Ministerio de Gobierno.
A la hora en que una cápsula de seguridad resguardaba en la terminal aérea al líder cívico, Mesa denunciaba en Twitter: “La policía me bloqueó e impidió que me acercara a LF Camacho en el momento de su llegada al aeropuerto. Denuncio esta vulneración a mis derechos ciudadanos”.
Pretendía acercarse sin éxito al fenómeno del momento. Más tarde, a las 21.11, aparecía a través de un video en la plaza Uyuni junto con Gustavo Pedraza y el expresidente Jorge Quiroga.
A juzgar por sus palabras, Camacho no lo quiso, dijo que el movimiento en ciernes lo estaba planteando “sin políticos”. Así pudo presentarse ayer en el cabildo de los cocaleros disidentes de Morales en los Yungas, en la sede del movimiento en Villa Fátima.
Ni Mesa ni Ortiz, en la campaña electoral, pudieron marcar ese territorio, muy emblemático por constituirse en la antípoda del movimiento cocalero del Chapare que germinó a Morales y ahora lo defiende a prueba de fuego.
Camacho cruzó Calacoto, la zona residencial de La Paz donde se hospeda/refugia estos días, hasta Villa Fátima, otra vez acompañado por una cápsula de seguridad. Allí fue recibido como héroe, le colgaron guirnaldas de flores ¡y coca! Y para mostrar empatía con sus nuevos seguidores, una chola irrumpió en la testera para estrujarlo de simpatía.
Mensaje. Aquella escena resulta un golpe de efecto fuerte ante el prejuicio que persigue al líder cruceño respecto de su relación con el occidente del país y las acciones del movimiento cívico contra “collas” ejercido en el paro indefinido de Santa Cruz.
Por ese mismo prejuicio, algunos de quienes impidieron dos veces a Camacho salir del aeropuerto de El Alto tomaron represalias contra viajeros especialmente cruceños, al exigirles mostrar sus cédulas de identidad, un acto totalmente repudiable que le dio una “recarga de crédito” para el líder cívico más allá de su retención por más de nueve horas entre la noche del lunes y el martes.
En un guiño a los cocaleros de los Yungas, dijo que va a trabajar por que la coca de esa región del país llegue siempre a los mercados legales, para eludir su desvío al narcotráfico.
Abogado y empresario de 40 años, Camacho había sorprendido con discursos radicales entre el sábado y el lunes, cuando en tres cabildos distintos prometió cosas impensables: conminar a Morales a renunciar en 48 horas (que no cumplió), sustituirlo a través de la “renuncia de la sucesión constitucional” con la decana del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) María Cristina Díaz (inconstitucional) y volver el miércoles con la carta de renuncia firmada por Morales (no lo consiguió).
Símbolos. Es el lado débil del dirigente, en la titularidad del Comité Cívico Pro Santa Cruz desde el 26 de febrero. A ese perfil histriónico se le puede agregar su carácter fundamentalista, especialmente en relación a la religión.
En el cabildo del Cristo Redentor de Santa Cruz el sábado, cuando prometió “punto final” para Morales, Camacho puso a los miles de seguidores de rodillas para rezar el Padre Nuestro. El pastor cristiano Rolando Villena, del Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade), tuvo que avenirse también a la invitación.
Es más, en el último cabildo, uno de sus colaboradores portaba la imagen de la Virgen María, y al volar el miércoles a La Paz fue visto con un rosario en las manos.
Camacho sabe que la religión es buena veta política, como lo explotó bien el candidato presidencial Chi Hyun Chung o el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
La última de sus promesas fue “devolverle la Biblia al Palacio de Gobierno”. Bolivia es un Estado laico, y él cree que el gobierno de Morales despojó al país de Dios. Una y otra vez, ayer se despidió con un “Dios bendiga a Bolivia”.
Precisamente, invocando a Él busca que Morales le firme la carta de renuncia. Porfiar por eso se parece más a marketing político.
(08/11/2019)