Morales estuvo más de 13 años en el poder; no pudo con la presión
El presidente Evo Morales renunció y aseguró que permanecerá en Bolivia. Pidió cese la agresión contra las militantes de su partido. Aún es incierta la situación del pais
Era impensable, pero pasó. El presidente Evo Morales renunció la tarde de este domingo a su cargo tras permanecer cerca de 14 años en el poder, haber ganado tres elecciones consecutivas con más del 50% del voto y no poder sortear un conflicto que terminó arrinconándolo.
Se acercaba las 17.00 y desde su bastión político, el Chapare, hizo conocer lo que movilizaciones de más de dos semanas, alentadas por cívicos y el denominado Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade), exigían en las calles con un paro indefinido y violencia de ambas bandos, que acabó con tres vidas.
Con camisa de mangas cortas y visiblemente afectado, Morales -flanqueado por el vicepresidente Álvaro García y la ministra de Salud, Gabriela Montaño,- anunció su decisión de dimitir al cargo que ejerció desde 2006, en un hecho que también fue histórico.
“Estoy renunciando justamente para que mis hermanos y hermanas dirigente y autoridades del MAS no sean hostigados, perseguidos, amenazados, lamento mucho este golpe cívico y de algún sector de la Policía para atentar contra la democracia, la paz social, la convivencia. La lucha no termina acá”, sostuvo con algo ya de nostalgia.
Hasta ese año, 2006, no había llegado al poder un hombre de condición indígena, que ni bien llegó nacionalizó los recursos naturales y puso en marcha un modelo económico con luces y sombras que ubicó a Bolivia en los primeros lugares de crecimiento.
Más de 13 años después, parte de la población que lo apoyó se desencantó y alentó su dimisión, luego que ganara las elecciones del 20 de octubre de 2019 observada desde un principio porque lo acusaban de haber forzado su postulación burlando el referéndum del 21 de febrero de 2016 que rechazó la repostulación.
Un grupo de expertos de la Organización de Estados Americanos (OEA) recomendó la mañana del domingo anular las elecciones tras una auditoría al proceso electoral, lo que fortaleció los argumentos de los movilizados, especialmente de los cívicos, que ya no solo pidieron la dimisión de Morales sino de todas las autoridades en la sucesión constitucional para dar paso a una Junta de Gobierno Transitorio. Ahora no se sabe qué seguirá.
Luis Fernando Camacho y Marco Pumari fueron la parte visible del movimiento cívico, por su radicalidad. Por casualidad o ya anticipando lo que se venía, ambos llegaron hasta Palacio Quemado, arropados por policías amotinados y sus seguidores, y dejaron la Biblia y la carta que redactaron para que dimita Morales.
“El golpe de se ha consumado, quiero que sepa el pueblo boliviano para que ceda la violencia”, afirmaba García, quien también vestía una camisa de color blanco, como la de Evo, en la conferencia de prensa transmitida por el canal estatal.
La violencia se había desatado en estas últimas horas contra autoridades del Gobierno y ediles afines al Gobierno este domingo. Quemaron la casa del presidente de Diputados, Víctor Borda, y la del ministro César Navarro, en Potosí, ambos dimitieron y se vino una seguidilla de dimisiones.
Parecía ya una renuncia anunciada, parafraseando el título de una novela del gran Gabo, más cuando las propias Fuerzas Armadas y la Policías, de voz de sus comandantes, Williams Kaliman y Yuri Calderón, le sugerían dimitir. Prácticamente ya había un vacio de Estado, una ausencia de poder.
Nada contentaba a las masas levantadas. Anunció la anulación de las elecciones y la designación de nuevos vocales electorales, pero ya era tarde a la luz de los acontecimientos. Parecía, por su semblante, que ni el propio Morales creía apaciguar a los movilizados, ya más envalentonados y fortalecidos.
Había rumores de que se iba a Argentina, pero nada se pudo confirmar. Morales aseguró que no abandonará Bolivia y que radicará en el Chapare, su bastión político donde se refugiará, como lo hacía en días complicados en su administración.
No era la primera vez que pasaba momentos tan complejos, ya en 2008 enfrentó una arremetida que se saldó con un referéndum revocatorio que ganó y que arrastró a la dimisión a varios prefectos, que lo rechazaban. Ahora la correlación de fuerzas era distinta, no pudo más y pidió “vuelva la paz social”.
“Que sepan cómo grupos oligárquicos conspiran contra la democracia pero tengo la obligación de buscar la paz”, explicó Morales, que hace poco celebraba un año más de vida sin, seguro, pensar que eran sus últimos días de Presidente de un país complejo que lo conoció como dirigente cocalero, donde forjó un liderazgo enfrentado con varios gobiernos de turno.
Nació en Orinoca, un pueblo pequeño del altiplano de Oruro. De ahí migró al Chapare, Cochabamba. Trabajó de todo para salir adelante y finalmente se convirtió en cocalero.
Aún no hay certeza de lo que pueda pasar. En las calles, los movilizados festejaban su triunfo. "¡Quien se rinde, nadie!, Evo de nuevo, ¡huevo carajo!", era uno de los estribillos que caracterizó esta movilización que comenzó en Santa Cruz y se irradió por el resto de las ciudades capitales.
La Asamblea Legislativa, de acuerdo a procedimiento, debe aceptar la dimisión de Morales y García para dar paso a la sucesión constitucional y eventualmente a un gobierno transitorio, paradógicamente, como ocurrió en 2005 que llamó a elecciones, las que ganó el indígena con más del 50% de los votos.
Su marca fue la nacionalización y la nueva Constitución Política del Estado, que incluyó como un símbolo de unidad de clases y razas a la wiphala, símbolo que fue retirada en varias instituciones este domingo. Imprimió una nueva forma de Gobierno que tenía como base a diferentes sectores sociales, como no había en el pasado.
No fue tiempo de hacer un repaso de sus logros y fracasos en su discurso de dimisión, pero seguro que el peor momento de su administración fue cuando la Corte Internacional de Justicia falló en contra de la demanda marítima.
Estaba a dos meses de acabar con su tercer mandato consecutivo y decidió renunciar al cuarto que ganó en medio de denuncias de fraude. En lo electoral, pasará a la historia como primer presidente indígena, por ganar elecciones con más del 50% de votos y haber dimitido sin terminar su mandato y buscando otro.