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Evo Morales sugirió a Carlos Romero que saliera del país, pero éste no quiso

El expresidente Evo Morales sugirió a su ministro de Gobierno, Carlos Romero, que actualmente se halla en detención domiciliaria, que saliera del país antes de que lo apresaran, según relata en un libro de memorias que acaba de publicarse en Argentina.

En el texto, titulado “Volveremos y seremos millones” (Editorial Planeta), Morales lamenta que otros de sus ministros no se hubieran “retirado” de la Residencia de México a tiempo para escapar. “No tenemos nada: es un tema político”, explica respecto a los procesos que han sido planteados contra ellos y contra él mismo.

“La misma noche de la renuncia, algunas personalidades del gobierno, familiares, se han ido a la embajada mexicana. Era entendible”, se lee en la obra.

Luego el exmandatario recuerda que “algunos prefirieron salir, como la Nélida Sifuentes. No tiene nada y se salió sin problemas en Chuquisaca. Algunos abandonaron y salieron hacia Europa. Y algunos se quedaron y ahora no pueden salir. El último en salir fue el compañero ministro César Navarro”.

Morales resume la situación así: “La mayoría se retiró oportunamente, clandestinamente, y a algunos sacamos, como a Luis Arce, y algunos se quedaron pero no se animaron a retirarse. Si se retiraban no hubiesen estado ahí. Se quedaron ahí y ahora no pueden salir”, señala en alusión a los siete jerarcas del Movimiento Al Socialismo (MAS) que viven en la Residencia de la Embajada de México por falta de salvoconductos para abandonar el país. 

Morales cuenta que le dijo a Carlos Romero: “Te van a procesar”. A lo que el exministro le respondió: “No, yo no tengo nada”.

Morales rememora que entonces le explicó que había razones políticas que pesaban en su contra. “Como no podían meter en la cárcel a Evo, a Álvaro (García Linera) ni a otros que estaban en la Embajada, entonces (querían) una prueba, una muestra”.

Por eso, él creía, iban a encarcelar al exministro de Gobierno.

El relato continúa con Romero aceptando salir a Argentina y Morales recomendándole rutas alternativas para hacerlo por tierra. “Pero el Carlos Romero no me creía”, explica.

La portada del libro de Evo Morales, adelantada por el portal Infobae.

“Un poco dudó y cuando estaba en la preparación se lo llevaron detenido a la cárcel. Ahora está con arresto domiciliario. En la cárcel estuvo en situación de riesgo, porque estaba… con los que él había metido”, añade.

También reclama que se le haya fijado una fianza mucho más alta que para los miembros del actual gobierno que están involucrados en juicios de corrupción.

Al caso de persecución judicial al que concede más espacio es al de Patricia Hermosa, su secretaria, imputada con cargos de terrorismo y sedición.

Morales cuenta que Hermosa tuvo la fuerza para trabajar con él cuando estaba en el poder y la presión laboral era enorme, y luego el valor de seguir en contacto con él, lo que le costó la acusación que hoy pesa sobre ella. “Al (ex)ministro de Salud (Marcelo Navajas), implicado en temas de corrupción, por temas de respiradores, lo llevaron a la cárcel cuatro horitas. Después, arresto domiciliario por temas de salud. Patricia, solo por hablar telefónicamente conmigo, meses de cárcel”, denuncia.

Sacaba y Senkata

El expresidente se conmueve por lo sucedido en los días posteriores a su renuncia a la Presidencia, cuando seguía en México. Recuerda que el 14 de noviembre “los compañeros querían hacer su manifestación en la ciudad (de Cochabamba)… Cuando marchaban en la ciudad de Sacaba… ahí viene la masacre”. 

Según él, un comandante policial dijo en Cochabamba: “Prepárense, vienen las hordas masistas”. Esto lo empuja a la siguiente reflexión: “Antes nos decían ‘indios’, despectivamente. Decían que los indios son animales.
Ahora son ‘hordas masistas’. Ahora al indio le dicen ‘masista’. Así preparan el ambiente para esa masacre”.


También ironiza sobre la versión de los funcionarios gubernamentales sobre los eventos de Senkata, que denominan “enfrentamientos”. “En los ‘enfrentamientos’ solo caen los manifestantes. Ni heridos hay entre los uniformados”, dice.

Y añade: “La masacre de Senkata parece calcada de la caravana de la muerte que sucedió durante la ‘guerra del gas’ del año 2003, cuando también intentaron con tanques y balas abrir paso a los camiones cisterna que alimentan con combustible y gas la ciudad de La Paz. Aquella matanza se dio sobre la autopista. Esta vez los manifestantes cayeron frente a la planta”.

La tesis del libro

Según sostiene en estas memorias de sus nueve meses de exilio, Morales cayó por un “golpe de Estado” realizado por la Policía, que en Bolivia no funciona como una institución, sino como un grupo corporativo en busca de recursos públicos, y por los comandantes militares que recibieron millones de dólares de la élite opositora, “fascista y racista”, para echarlo del poder.

“El 7 de agosto (de 2019) todavía el Ejército mostraba su fidelidad. En el aniversario de las Fuerzas Armadas, el general expresó su apego al Proceso de Cambio, llamándome ‘hermano Evo, hermano Presidente’. Incluso, dijeron, declararon las Fuerzas Armadas que eran antiimperialistas, en contra de las normas, de las ideas, de la derecha. Pero cambió. Era ‘su’ proceso de cambio.”, ironiza.

Y luego asevera: “Hay comentarios, no confirmados, de que el comandante en jefe no rechazó un millón de dólares, de que los otros comandantes aceptaron 500.000 dólares. Falta averiguar, falta saber más de este hecho, pero quiero decirles que algo pasó”.

En el exilio

En cuanto a su vida como exiliado en Argentina, Evo relata que sus días en cuarentena son aburridos. “El tiempo parece sobrar, después de comer, de dormir, hacer ejercicios, grabar, algunas entrevistas. A veces me siento calabocista (sic). Detenido, me siento: encarcelado en un calabozo”, dicta a los editores del libro.

Morales cuenta que trabaja con varios equipos de exiliados bolivianos y de militantes izquierdistas argentinos. Repite anécdotas de la extraordinaria trayectoria que lo llevó de comenzar como pastor de llamas a ser el presidente más singular de la historia contemporánea de Bolivia.

En una de las pocas notas personales nuevas, el libro está lleno de alusiones a Salvador Allende, el presidente chileno que se suicidó para no caer capturado por las tropas golpistas del general Augusto Pinochet.

El expresidente boliviano se cuestiona si, después de su derrocamiento, él debió resistir y no buscar exiliarse. Zanja este asunto repitiendo la frase que entonces le espetó su vicepresidente García Linera: “Aquí, si queremos salvar el Proceso de Cambio, hay que salvar la vida de Evo”.

*Es periodista, columnista de La Razón

(31/08/2020)