LR en la Memoria

Monday 17 Feb 2025 | Actualizado a 10:57 AM

Los senadores que impusieron la presidencia de Jeanine Áñez

Los instigadores de la inconstitucionalidad llegaron a puertas del Senado, cerradas por Óscar Ortiz, Arturo Murillo y Jeanine Áñez para cocinar la materialización de la sucesión.

/ 20 de junio de 2021 / 00:04

Aproximadamente a las seis de la tarde del domingo 10 de noviembre de 2019, en la residencia de la Embajada de México situada en la exclusiva Rinconada de la ciudad de La Paz, llegó, vía celular, un mensaje que confirmaba las renuncias de Evo Morales y Álvaro García Linera a la presidencia y vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia. El mensaje era taxativo, pues se trataba de una instrucción que no admitía debate: los representantes parlamentarios del MAS en la línea sucesoria constitucional debían renunciar a sus cargos para que no se produjeran dudas acerca de las características conspirativas y golpistas con las que se estaba operando la sucesión presidencial.

En tal escenario, Evo Morales y Carlos Mesa coincidían, por motivaciones obviamente opuestas, en que Adriana Salvatierra no debía asumir la presidencia del Estado. El argumento de preservar la vida de Evo era una prioridad y por ello, el lunes 11 de noviembre, en reunión realizada en la Universidad Católica con los articuladores de la anulación de las elecciones y la renuncia de Morales, a fin de acelerar los acontecimientos, se trataba en primer lugar de generar las condiciones para la salida de Bolivia de los exmandatarios, sanos y salvos. La violencia, los secuestros, las quemas de viviendas de parlamentarios y dirigentes, las órdenes de detención policial contra dirigentes masistas, pero sobre todo contra quienes formaban parte de la línea sucesoria constitucional eran objeto de una gran manipulación mediática para generar la versión de una pretendida —¡y heroica!— gesta civil.

Un oficial coloca la banda presidencia a Jeanine Áñez. Foto: Óscar Ortiz

Tuto Quiroga se encargó de comprometer al comandante de la Fuerza Aérea, general Jorge Gonzalo Terceros, para que tal condición, previa a cualquier diálogo, se cumpliera. Las representantes del MAS que conversaron con Quiroga entre el  lunes 11 y el martes 12 no sabían que cuando Morales, García Linera y Gabriela Montaño aterrizaron en Chimoré (domingo 10 por la noche) estaban siendo inicialmente conducidos a la zona militar del aeropuerto muy probablemente para ser detenidos, decisión cambiada por el piloto de la nave ante una advertencia hecha por García Linera, que dijo que con la marea cocalera que esperaba en la plataforma principal podía generarse una tragedia espeluznante. Una vez en tierra, los exmandatarios y la exministra de Salud fueron envueltos por sus compañeros hasta ser internados monte adentro, donde policías y militares no pudieran llegar para capturarlos.

Para Evo Morales el golpe se tornaba en la estrategia perfecta, el hecho político que borraría casi mágicamente la ira que provocó violar la voluntad ciudadana del referéndum del 21 de febrero de 2016. Para los instauradores de la versión del fraude era la oportunidad de expulsar al MAS del poder y para siempre, y es ahí donde encaja la declaración de Mesa del mismo domingo 10: Salvatierra o cualquier otro masista no debían acceder a la sucesión presidencial, lo que en otras palabras significaba violar el artículo 169 de la Constitución y el reglamento de la Cámara de Senadores que exige la composición de la directiva con los representantes de la bancada mayoritaria en la presidencia y en la primera vicepresidencia.

Bronca

Mesa actuaba movido por la bronca de la derrota. En su fuero interno sabía que había perdido en las urnas y la estratagema en sociedad con los observadores de la OEA enviados por Luis Almagro era armar un escenario insoportable: los masistas, no contentos con haber escamoteado el resultado del 21F a través de una figura forzada por el Tribunal Constitucional —ser reelegible como derecho humano—, pretendían imponer un triunfo viciado de nulidad, del que hasta el día de hoy, dicho sea de paso, no se tienen pruebas fehacientes e irrefutables. A partir de ese momento, a Evo le empezaba a funcionar la instalación de la matriz del golpe de Estado, cosa que probablemente no hubiera sucedido si Mesa, Camacho y compañía optaban por política con la cabeza y no con el hígado, orientando su estrategia a que el MAS asumiera la sucesión según el precepto constitucional para someterlo a un desgaste final con la convocatoria a elecciones en 90 días y en ese breve lapso, lograr que la victoria contra Evo se diera en las urnas, legítima e irreversible, frente a otro binomio azul.

Mesa, Doria Medina, Ortiz, Jerjes Justiniano representando a Luis Fernando Camacho, Tuto Quiroga y sus “facilitadores” hicieron todo lo contrario. Decidieron y actuaron de acuerdo a lo que el MAS necesitaba para recomponerse en el lapso que al final se extendió por casi un año, aunque el precio en vidas humanas terminara siendo irreparable. Primero con Evo viajando entre México, Buenos Aires y La Habana en plan víctima internacional, recibido con honores y gestos de admiración por los presidentes Andrés Manuel López Obrador y Alberto Fernández. Segundo, intensificando una campaña sobre la ilegalidad/ilegitimidad de la presidencia asumida por Jeanine Áñez, que facilitó aún más las cosas cuando fue proclamada candidata (alianza Juntos) con el propio Mesa afirmando que con su intempestiva decisión se podría pensar que efectivamente su gobierno era producto de un golpe de Estado.

Evo decidió que Salvatierra no asumiera la presidencia del Estado para cuadricular como golpistas a quienes forzaron su renuncia. Mesa se hizo el despistado con la sucesión constitucional, convencido de que el MAS quedaría afuera del poder sin opciones de retorno. El tiempo transcurrido nos informa que la sagacidad del cocalero bloqueador de carreteras terminó imponiéndose a la ilustración desangelada del candidato de Comunidad Ciudadana, perfectamente mal asesorado. La sucesión que se produjo fue un garabato producido en tres reuniones —la primera sin representantes del MAS— auspiciadas por curas, embajadores de la derecha internacional y un par de exdefensores del Pueblo en las que las representantes del MAS —Salvatierra, Rivero, Morales — se limitaron a decir que no podían actuar sin consultar previamente a sus bancadas. Aguantaron y dieron la cara frente a unos mediadores con la camiseta opositora bien puesta bajo la dirección de monseñor Eugenio Scarpellini, secundado por el embajador de la Unión Europea León de la Torre.

Los hechos quedaron a la vista de la ciudadanía. Los negociadores —los expertos en Derecho Penal los llamarían instigadores— armaron las condiciones para una sucesión trucha, usando un comunicado de prensa del Tribunal Constitucional que seguramente era “lo más cercano a la Constitución” según Waldo Albarracín —el ipso facto pensado por Luis Vásquez Villamor—, poniendo en entredicho su transparencia como abogado con experiencia en derechos humanos, pues bien sabe que no hay un instrumento legal interpretativo para determinar, en este caso, la sucesión constitucional que llega solamente hasta el presidente de la Cámara de Diputados, y de ninguna manera a una segunda vicepresidencia por minoría del Senado, tal como aconteció con Jeanine Áñez, por más que otros abogados de dilatada trayectoria pública, para comenzar el propio Vásquez Villamor, argumentaran el “derecho prevalente (evitar un supuesto vacío de poder), porque fue imposible lograr el quórum con la bancada oficialista por su falta de voluntad”, una falsedad que la propia Adriana Salvatierra se ha encargado de desmentir en entrevista con la directora de La Razón, Claudia Benavente (Piedra, papel y tinta, 17 de junio de 2021).

Sucesión

Los negociadores o instigadores de la inconstitucionalidad llegaron hasta las puertas del Senado que el 12 de noviembre fueron cerradas por Óscar Ortiz, Arturo Murillo y Jeanine Áñez para cocinar la materialización de la sucesión: 1) El senador Ortiz acompaña en helicóptero a la senadora Jeanine Áñez a una reunión con Luis Fernando Camacho. ¿Los militares operativizando el cambio de mando presidencial? Sí. Los mismos que le sugirieron a Evo Morales renunciar. 2) El senador Murillo reconoce ante un funcionario del Senado que lo que van a perpetrar es inconstitucional, pero que hay legitimidad conseguida con las movilizaciones callejeras. 3) Jeanine Áñez recibe a la jerarquía de la Iglesia Católica en el despacho de la presidencia del Senado, oficina de la que dispone sin pedir permiso cuando todavía ni siquiera se había armado el sainete con el que se la habilita como presidenta de la Cámara Alta. 4) No hay registro de instalación de sesión de la Cámara en que se elige presidenta del Senado a Áñez, ni siquiera una sin quórum. Lo que se produce es nada más que un simulacro. 5) El senador Ortiz controla los accesos al edificio de la Asamblea Legislativa Plurinacional con “pititas”, policías y militares. Salvatierra y Rivero, presidenta en ejercicio de la Cámara de Diputados, son impedidas de ingresar a la plaza Murillo por los uniformados (miércoles 13 por la tarde), uno de los cuales zamarronea a la presidenta del Senado y amaga con llevársela detenida, incidente que no tiene registro audiovisual, o que si existe fue cuidadosamente archivado por los medios afines a la conspiración senatorial. 6) El senador potosino Edwin Rodríguez, que en su momento formara binomio por los Demócratas junto a su colega Ortiz, y renunció a su candidatura para apoyar entre líneas a Mesa, es sustituido por su suplente sin justificación alguna. Él manifiesta que había entablado negociaciones con senadores del MAS para recomponer la directiva de la Cámara. 7) Los senadores del MAS Omar Aguilar, Efraín Chambi y Eva Copa establecen trato fluido y continuo con su excolega senador Murillo que el 13 de noviembre jura como ministro de Gobierno. Conforme se va consolidando el régimen de facto, Copa elude comunicarse con Evo Morales, que en ese momento ya se encontraba en Ciudad de México en calidad de asilado político. 

Jeanine Áñez con el clero de la Iglesia Católica antes de proclamarse. Foto: RTP

De facto

El 24 de enero de 2020, Jeanine Áñez ya no era solo presidenta transitoria de facto. Se convirtió en candidata para las elecciones que serían dos veces pospuestas con el pretexto del “estado de excepción” al que nos somete la invasión del coronavirus. Sus colegas senadores recibieron datos de una encuesta que la apuntaban como la opción de la unidad para enfrentar al MAS. Se emocionaron de tal manera con la posibilidad que creyeron tocar el cielo con las manos y en ese exacerbado estado de ánimo gobernaron operativizando tareas, que ahora se develan: 1) Decreto que libera de responsabilidades penales a militares ante la inminencia de la represión y masacre en Sacaba-Huayllani, Senkata y El Pedregal. 2) Combate a la pandemia con la compra irregular de unos respiradores que nunca funcionaron. 3) Combate a “sediciosos” y “terroristas” con gases lacrimógenos que también se compran a través de un business armado entre Murillo y sus amigos de juventud expertos en la materia, prófugos de la Justicia paraguaya, entre otros datos de prontuario. 4) Criminalización, persecución, apresamiento, detenciones domiciliarias, detenciones en centros médicos, extorsiones concertadas entre el poder político y fiscales, torturas, conjunto de acciones represivas contra exautoridades, dirigentes sociales, empresarios y exfuncionarios gubernamentales de la última administración de Evo Morales. 5) Puesta en funcionamiento de un aparato persecutor mediático (Unitel, Brújula Digital, Página Siete y un largo etcétera) con participación de civiles que hacen vigilias en puertas de domicilios particulares a cambio de vales para hamburguesas. 6) Permisividad con organizaciones irregulares como la Resistencia Juvenil Cochala que siembran el terror en la zona Sur de la ciudad. En resumidas cuentas, violaciones a los derechos humanos a la orden del día. ¿Y la presidenta de la Asamblea Permanente, Amparo Carvajal? Bien, gracias. Sigue en el cargo.

Hacia los seis meses de su ejercicio, el de Áñez se consolidó como un gobierno virulento en el literal sentido de la palabra. Murillo amenazaba, reprimía y giraba de cacería por todo el país. Ortiz continuó como senador hasta que en junio se contagió de COVID-19 ya como ministro de Desarrollo Productivo, que lo dejó fuera de combate por aproximadamente un mes para regresar directamente en julio a ocupar la cartera de Economía y Finanzas Públicas. Ortiz estaba en todas y en el show televisivo de estos días no figura. Parece haber quedado convenientemente escondido, perdiéndose de vista su rol como negociador en las reuniones de la Universidad Católica y como parte del equipo de senadores junto al propio Murillo, Áñez y Yerko Núñez de una sucesión en que una parte del partido de Rubén Costas, los verdes del Movimiento Demócrata Social (MDS), es decir ellos mismos, tomaron el control del gobierno.

Una vez capturado y consolidado el nuevo poder, los senadores Ortiz, Murillo y Núñez, según diversas versiones periodísticas, efectuaron declaraciones públicas vinculadas a aprietes contra empresarios sindicados por afinidad al MAS, que sufrieron presiones y extorsiones judiciales, y de otros negocios vinculados al diésel y a la gasolina.

Luis Fernando Camacho, protegido por un aparato de expertos guardaespaldas extranjeros durante los 21 días de la crisis de 2019, hijo de un empresario al que se vincula con el paramilitarismo del golpe de Banzer en 1971, es de convicciones anticomunistas, lo mismo que Tuto Quiroga y Óscar Ortiz, de acuerdo al manual de las dictaduras militares de los años 70. Al igual que Mesa y Doria Medina coinciden en que era hora de eliminar del sistema político a Evo Morales, un nacionalista de izquierda,  defensor de la soberanía de los recursos naturales, y de ninguna manera un socialista o comunista como lo pudieron haber sido Fidel Castro y el Che Guevara. Ese enceguecimiento caracterizado por una equivocada lectura sobre su perfil ideológico, los llevó a actuar de manera precipitada y sin horizonte estratégico. No previeron que a Murillo y a su aparato no les interesaba el país, ni proyecto político alguno. Solamente llegaron a tomar el poder para hacer unos cuantos negocios groseros que les pudieran asegurar el futuro cuando éstos quedaran fuera de la actividad pública.

Plan B

El Plan B era Jeanine presidenta. Sí o sí. Habría que corregir al autor de la frase, Samuel Doria Medina, en sentido de que ese fue desde un principio el Plan A de representantes políticos, Iglesia Católica y Unión Europea. Y para su ejecución armaron una figura pretendidamente jurídica en forma de comunicado institucional que no se sostiene constitucionalmente. Los participantes de las reuniones de la Universidad Católica fueron los negociadores del golpismo. Los senadores Ortiz, Murillo, Áñez, y un poco más atrás Núñez, son los autores de la consumación de los hechos. Un golpe de Estado es la toma ilegal del poder, más específicamente de la presidencia de un país, y eso es lo que sucedió entre el 10 y el 12 de noviembre de 2019.

Jeanine Áñez ha sido la víctima propiciatoria de este plan alocado, producto de la ansiedad y un grado de improvisación de gravísimas consecuencias para Bolivia. El golpe, a la larga, fue funcional al MAS. Regresó al poder luego de un paréntesis de un año con un contundente triunfo en las elecciones del 18 de octubre de 2020, sin que se necesitara al insustituible Evo en la papeleta. El precio más alto de este atentado contra la institucionalidad democrática es el de la masacre de 37 ciudadanos, cuyas familias hasta ahora no encuentran justicia.

La Razón publica una serie de artículos relacionados con el poder y los medios de comunicación en Bolivia. El periodista Julio Peñaloza Bretel investiga trayectorias de la esfera política con peso específico, así como las relaciones complejas y conflictivas entre personalidades públicas y la estructura mediática urbana dominante. La base de esta propuesta está inspirada en la necesidad de acudir a la memoria para combatir el olvido y el desconocimiento.

La Razón publica una serie de artículos relacionados con el poder y los medios de comunicación en Bolivia. El periodista Julio Peñaloza Bretel investiga trayectorias de la esfera política con peso específico, así como las relaciones complejas y conflictivas entre personalidades públicas y la estructura mediática urbana dominante en el país. La base de esta propuesta está inspirada en la necesidad de acudir a la memoria para combatir el olvido y el desconocimiento.

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Cuidado con hacer de Andrónico otro caudillo

/ 8 de febrero de 2025 / 06:03

El caudillismo le ha costado a Bolivia la instalación de dictaduras militares durante 18 años, a partir de 1964, cuando el Gral. René Barrientos Ortuño derrocó a su presidente Víctor Paz Estenssoro, líder de la revolución del 52 que quería seguir y seguir en el poder, pero con una notable debilidad por los militares que le pagaron mal. Primero fue Barrientos, su vicepresidente, que le dio una primera patada en el traste, luego le tocó al Gral. Banzer que le dio una segunda patada en 1974, expulsando al MNR junto con la Falange de la estructura gubernamental dictatorial. A su vez, Banzer fue un caudillo uniformado (siete años de dictadura, tres de gobierno democrático) que lejos de haberlo divisado, se convirtió en el referente histórico ideológico para perpetrar el golpe de Estado de 2019. El último caudillo es Evo Morales, otro con vocación prorroguista y recibió, también una patada por la retaguardia por el Alto Mando, a la cabeza de los generales Kalimán y Terceros, a los que había mimado y privilegiado durante casi catorce años.

En plan autodestructivo —creía que eso le facilitaba un retorno exprés al poder— Morales ha logrado debilitar in extremis al gobierno de su propio candidato de 2020, Luis Arce Catacora, hasta el punto casi terminal de la destrucción del MAS-IPSP, que en marzo enfrentará el mayor desafío de su devenir partidario consistente en recoger del suelo los destrozos para intentar convertirlos en piezas de un nuevo puzzle, y así  generar una recomposición partidaria institucional que viabilice un binomio para las elecciones de 2025.

Luis Fernando Camacho, el principal paramilitar del golpe que llevó a Jeanine Áñéz a la presidencia, dice continuamente desde Chonchocoro que el MAS está acabado, que ya no tiene nada que ofrecerle al país, que ha destrozado la economía del país. Si fuera como dice el individuo que perpetró un golpe de Estado con la ayuda de su papá, no habría la mínima necesidad de pensar en una candidatura de unidad y tampoco en encuestas convertidas en primarias para decidir quién puede enfrentar al partido de gobierno que, con la interrupción de 2019-2020, lleva gobernando Bolivia durante dos décadas. Todos contra el MAS es la consigna y si así se tiene definido es porque cada uno por su cuenta, solita su alma, considera que no tiene con qué enfrentar al partido azul, independientemente de quienes vayan a ser sus candidatos.

El valiente del nuevo escenario parecía ser Manfred Reyes Villa que decidió llevar adelante su candidatura con su propio partido y sus propios candidatos a senadores y diputados, sin tratar de buscar alianzas forzadas que suelen servir para después, no para antes de las elecciones. Resulta que, en las últimas horas, el alcalde cochabambino ha anunciado que para hacer campaña no renunciará a su cargo, que sólo pedirá licencia. ¿Ya le llegó también a él el temor al monstruo masista?

En medio de este precipitado desmadre proselitista, en el que incluidos Branko Marinkovic y Chi Hyung Chung saben que sus techos en las preferencias están por llegar a su límite, emerge la figura de un campesino cocalero de nueva generación, algo así como un quechua-fashion que tiene la cabellera recortada y rapada a los lados cual si fuera futbolista de la Premier inglesa y que ha aparecido en vallas publicitarias con fotografía de vocalista cantamañanas, el hashtag “unidad ante todo” con un mensaje principal que dice “Andrónico bicentenario”, al que alguna mano invisible con conocimientos de estrategias de campaña está posicionando como el candidato no candidato. En esa ambigüedad, en esa indeterminación, si se quiere en la tibieza de sus maneras se está intentando instalar al presidente del Senado como la figura-bisagra para reunificar al MAS-IPSP y de esa manera agarrar vuelo hacia el 17 de agosto.

El diablo no sabe para quién trabaja. El caudillo Evo engendró a Andrónico al nombrarlo tercer hombre al comenzar la marcha del MAS el pasado año. Quería forzarlo a la arremetida para acortarle el mandato al presidente Arce y en ese momento el joven cocalero demostró que podía enojarse abandonando la travesía para no volver y afirmar categóricamente que no es ningún golpista. A partir de ese momento, el evismo se partió. Empezaron a surgir las voces de proclamación con “Andrónico presidente”, quien por ahora solo muestra astucia y les viene pegando por igual a Evo, del que no termina de destetarse al reafirmarse como orgánico, y al presidente Arce, para significar que él nada tiene que ver con el achacado fracaso gubernamental presente.

Si finalmente Andrónico Rodríguez termina convirtiéndose en opción electoral, optando el MAS por el mismo método de encumbramiento con el que se endiosó a Evo Morales, no nos quejemos: En la próxima década podríamos tener un nuevo caudillo que otra vez podría meternos en graves problemas de viabilidad política como en su momento lo hicieron Paz Estenssoro, Banzer y Evo Morales.

Julio Peñaloza Bretel es periodista.

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El juego sucio del ‘todo pasa’

/ 25 de enero de 2025 / 06:00

Debido a la muerte de su esposa (2012), Julio Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) durante 35 años, decidió dejar de usar un anillo con una inscripción que decía “Todo pasa”.  Manifestó entonces que eso era prácticamente lo único en su vida que no volvería a suceder: el compartir el día a día con la señora que lo dejó viudo.

“Todo pasa” es una frase mafiosa. Algo así como un axioma que se cumple de todas maneras en sentido de que no hay vuelta atrás y eso, en el territorio de las triquiñuelas, ayuda enormemente a que la impunidad se convierta en fortaleza institucional en un mundillo donde la coordenada ganar/perder tiene cada vez más que ver con la circulación de cientos de millones de dólares de una industria en la que los derechos de televisión crecen progresiva y geométricamente, mientras las casas de apuestas tienen la potencia para inducir a amaños de partidos en los que llegan a participar algunos futbolistas igual de inescrupulosos que sus patrones.

Esta es, respetables aficionados, aficionadas y aficionades, la verdad de la milanesa en la frenética industria del fútbol del siglo XXI y en ese frenesí, hay realidades futbolísticas poderosas por el dinero, prolíficas por la conversión de diamantes en bruto en verdaderas joyas del juego (canteras organizadas y trabajadas hasta el mínimo detalle), y tan artesanales como mediocres en las que el “Todo pasa” de Grondona se utiliza a rajatabla todos los días. A esta última categoría pertenece el fútbol boliviano en el que la improvisación y las malas artes dominan su identidad.

El jugador del Club Aurora, Diego Montaño, se llama en realidad Gabriel, y no tiene 19 años, sino 25. Falsificó su identidad inducido por algún genio que lo ayudó a quitarle seis años a su verdadera edad, probablemente para poder ser convocado a selecciones juveniles con la ventaja deportiva que supone una contextura física engañosa tal como sucedía en los años 90 de la Academia Tahuichi, cuando su prócer, Rolando Aguilera Pareja, decía que era más importante la patria chica que la patria grande y alguna vez, endiablado de rabia, —lo dominaba un temperamento muy sanguíneo—,  no tuvo mejor idea que orinar en una maceta del antiguo edificio del parlamento boliviano.

La práctica de alterar edades para equiparar físicamente a nuestros menudos y frágiles futbolistas con los del vecindario sudamericano era entonces un secreto a voces. De esta manera teníamos que jóvenes promesas de la pelota aparecían con documentos de haber cumplido entre 12 y 15 años, cuando en realidad ya tenían por lo menos entre 16 y 19. Dicha ventaja deportiva ayudó a Tahuichi a brillar competitivamente en el concierto sudamericano durante los años 90 y de esta manera pudo ganar varios “Mundialitos Paz y Unidad”. ¿Pruebas? Una sola para sustentar esta versión: Una figura de la selección boliviana de fútbol que participó de la Copa del Mundo Estados Unidos 94 le preguntó alguna vez al seleccionador Azkargorta si quería saber su edad real o la “edad Tahuichi”. Esa práctica extendida en el más importante semillero del fútbol boliviano era comentada en voz baja en los malolientes pasillos de la componenda futbolera.

Con estos antecedentes, no tiene por qué sorprendernos lo de Diego-Gabriel Montaño, empeñado por ahora, en eximir de responsabilidades al presidente de Aurora y a su esposa que funge como apoderada del futbolista, de los delitos cometidos que podrían significarle una condena a tres años de privación de libertad: falsedad material, falsedad ideológica y uso de instrumento falsificado. Las consecuencias para el deportista podrían dar lugar a la prematura finalización de su carrera, pero muy probablemente no sucederá lo mismo con el presidente del club, Jaime Cornejo y para su señora esposa, Sandra Valencia. Valga subrayar que la familia Cornejo Valencia podría ser considerada, cuando menos, como muy especial: La hija de los capataces del cochabambino “equipo del pueblo”, Alejandra, matrimoniada con otro futbolista, René Barbosa, descargó insultos racistas en abril de 2022 contra el afro ecuatoriano Kevin Mina que entonces vestía la camiseta de Guabirá de Montero.

Todo pasa. Probablemente todo pasará para la familia empresarial Montaño Valencia. Como pasó sin que se supiera públicamente que un prominente dirigente de uno de los grandes del fútbol boliviano, bastante pasado en copas, le confesara a este periodista que alguna vez había comprado los servicios de un árbitro para que su equipo ganará un partido de Copa Libertadores. Todo pasa para el futbolista al que en pleno vestuario, dirigentes e hinchas agarraron a golpes en el estadio de Villa Ingenio. Continúa en su club. Está convocado a la selección. Todo pasa en el fútbol boliviano, pero en realidad, vistas las cosas desde las despobladas graderías de nuestros estadios y desde la comodidad de los sofás frente a nuestros televisores, no pasa nada y seguirá sin pasar nada. Julio Grondona que estás en el cielo, santificado sea tu nombre.

Julio Peñaloza Bretel es periodista.

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El bicentenario de la república colonial

/ 11 de enero de 2025 / 08:37

El odio clasemediero conservador contra el MAS parece encontrarse en pausa porque estaba fundamentalmente concentrado en la figura de Evo Morales que, por estos días, ya se sabe, no es más jefe del partido y su condición electoral vigente es la de la inhabilitación que le impide buscar una postulación que pudiera conducirlo a una cuarta presidencia, luego de las tres ejercidas entre 2006 y 2019.

Como Evo ya no será el “¡masista!”, como insulto callejero ha dejado de ser tan estruendoso en el último año, pero no por ello se debe perder de vista que ese odio ha permitido configurar en las dos últimas décadas el Odiómetro antimasista que probablemente tiene entre los tres de su podio a un opinador que sus amigos pititas llaman “Chino”, quien el 8 de agosto del pasado año ha publicado “Los tres mitos a superar antes del bicentenario”, un artículo en el que se antepone el oficio de peón ideológico desprovisto de rigor conceptual con respecto de la los hechos que han configurado una república colonial fundada en 1825 y que desde 2009 tiene inscrita la misión de construir un Estado plural e incluyente desde la constitucionalización de sus pueblos y naciones indígenas originarias y a continuación campesinas.

El primer mito al que se refiere este operador dice que “somos pobres por culpa del imperio (o de otros)”. Bastará con que el escribidor lea “Las venas abiertas de América Latina” (1971) de Eduardo Galeano para recordar que tal afirmación no puede ser otra cosa que una simplificación de la histórica condición de dependencia de nuestros países sometidos al capital transnacional, con injerencia en lo político y económico de nuestras presuntas “repúblicas independientes y soberanas”. No somos pobres por culpa del imperio, en todo caso no somos lo ricos que pudiéramos ser porque para que el imperio tuviera éxito en llevarse nuestro oro a cambio de baratijas, eran imprescindibles agentes locales (cipayos) que facilitaran los voraces objetivos de la “inversión extranjera” que ahora andan afanados por nuestro litio. En síntesis, esa condición de pobreza material de nuestras mayorías nacionales se la debemos en gran medida a las élites gobernantes a las que Carlos Montenegro caracterizó en “Nacionalismio y coloniaje” (1944) como la antinación. Para una correcta documentación que permita un conocimiento procedente de la investigación académica (el autor es estadounidense) es imprescindible leer “Minas, balas y gringos, Bolivia y la Alianza para el Progreso en la era Kennedy” (2016) de Thomas C. Field Jr.

El segundo mito, según este operador de la derecha, dice que “el pasado precolombino era mejor” e intenta justificar esta afirmación con frívola liviandad: “el pasado trajo cosas negativas como positivas. Siglos después, concluimos que los quechuas no habríamos sido los quechuas sin el contacto con España y los otros pueblos”, es decir que los quechuas se habrían quechuizado gracias al contacto con los conquistadores que debido a la colonización de los cuerpos de las mujeres indígenas con las que se edificó el mestizaje. Sería muy bueno que el autor de semejante interpretación nos informara sobre las fuentes de esa “nostalgia precolombina”. Que sepamos contemporáneamente, el mismísimo Papa Francisco pidió perdón “por el mal cometido por tantos cristianos contra los pueblos indígenas” (2021), mientras que el rey emérito de España, Felipe VI no fue invitado a la posesión de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum (2024), precisamente por haberse negado a pedir perdón por la violencia exterminadora, explotadora y saqueadora de la conquista española. No es que el pasado precolombino haya sido mejor para nuestros pueblos indígenas, sucede que a partir de la llegada española a nuestras tierras comenzaron “cinco siglos igual” como canta León Gieco.

El tercer mito es para una contra-antología: “Somos ricos porque tenemos recursos naturales. Este cuento es muy reproducido en las escuelas, colegios, universidades y otros centros de información y tiene como fin ubicar al país como objetivo de las potencias extranjeras que ambicionan nuestra riqueza”. Para respaldar su genialidad dice que nos falta conocimiento porque en realidad somos pobres por lo mismo, por poseer recursos naturales y no estar preparados profesionalmente para dejar de serlo.

Ningún cuento chino o cosa parecida: Tenemos un país materialmente rico, pero históricamente saqueado. Con solamente examinar los desmembramientos territoriales sufridos contra Chile, Brasil y Paraguay, comprobaremos que las guerras del Pacífico, del Acre y del Chaco fueron activadas por intereses de los grandes capitales: guano, salitre, goma, petróleo y gas. Con sólo revisar la historia de la Standard Oil por estas tierras, llegaremos a la conclusión que estos supuestos tres mitos, son en realidad parte de la explicación de nuestra historia, ahora que conmemoramos los doscientos años de creación de la república colonial de Bolivia.

Julio Peñaloza Bretel es periodista.

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La inocencia nunca nos vale

/ 28 de diciembre de 2024 / 07:50

En tiempos de redes sociales y de fiebre tiktokera los orígenes de hechos históricos trascendentes se han perdido irreversiblemente en la noche de los tiempos. Para los que no lo saben, el día de los Santos Inocentes recuerda la persecución de Herodes contra un niño recién nacido llamado Jesús que había sido nombrado rey de los judíos. Herodes, rey de Judea, decidió que, luego de adorarlo hipocriticamente anoticiado de su nacimiento, había que matar a Jesús para eliminarlo de la faz de la tierra y para tal cometido el camino más seguro era emprenderla contra todos los niños menores de dos años, de tal manera que el margen de error para cazar al Mesías se redujera a cero, pero que terminó convirtiéndose en un error absoluto: Protegido por sus padres, Jesús escapó a Egipto y permaneció allí hasta la muerte de Herodes que había matado a quienes no eran el que buscaba. Desde entonces, la humanidad recuerda cada 28 de diciembre, tres días después de la noche buena del nacimiento, el Día de los Inocentes que con el transcurso del tiempo se ha convertido en el especial momento del año para gastarles bromas a quienes resbalan en ingenuidades de engullirse cualquier caramelo.

En el último lustro, el Día de los Inocentes en Bolivia presenta datos significativos: El 28 de diciembre de 2019, Luis Fernando Camacho se hizo viral cuando en rueda de amigotes y cómplices de la conspiración contra el gobierno de Evo Morales, dijo que había sido su papá el que había conversado con militares y policías para que “no salieran”. Traducción: Para que se dieran vuelta contra el orden constituido y de esa manera aceleraran el derrocamiento del gobierno masista, lo que da lugar a concluir que, en día tan simbólico, los culpables confesos ya insinuaban a jugar a inocentes y heroicas palomas.

Un año después (2020), el flamante gobierno de Luis Arce promulgaba la ley 1357 del impuesto a las grandes fortunas: Los culpables de la explotación histórica de los trabajadores se enteraban que nacía un tributo especial sobre sus privilegios precisamente en el día de inocentes.

En 2021, exactamente en la misma fecha, el gobierno informaba sobre la llegada de 1.965.600 vacunas donadas por los gobiernos de Alemania y España y de esta manera se sumaba un total de 6.735.140 millones de dosis que permitieron combatir el COVID-19.

Exactamente tres años después de haber fanfarroneado acerca de las habilidades persuasivas de su papá, precisamente un 28 de diciembre, el mismo Luis Fernando Camacho era capturado en un operativo de características hollywoodenses por la Policía Boliviana por acusaciones en el llamado caso Golpe de Estado I que desde entonces mantiene privado de libertad en el penal de Chonchocoro al jefe de Creemos y gobernador de Santa Cruz suspendido de sus funciones. Aquel día no faltaron, quienes, prevenidos por la fecha, creyeron que se trataba de una de las bromas del día que generalmente termina con el cliché de “la inocencia te valga” para dejar en claro de que se trataba de una mentira. Quedaba claro que, en el Día de los Inocentes, el Ministerio Público se hacía cargo de un presunto culpable por delitos cometidos en el marco de la sucesión inconstitucional de Jeanine Áñez.

Y el 28 de diciembre de 2023, hace exactamente año, antes de que feneciera legalmente su período reglamentario en funciones, el Tribunal Constitucional Plurinacional emitió la sentencia 1010 con la que se inhabilitó a Evo Morales para ser candidato presidencial en futuras elecciones. Tampoco era una broma de inocentes, aunque para el expresidente pareciera que sí, porque habla todos los días como si tal inhabilitación fuera sólo producto de la imaginación de todos aquellos que, a lo largo de por lo menos tres décadas, han deseado que lo partiera un rayo. En este específico caso no queda en el escenario un solo inocente, ni Evo Morales que se benefició con una ilegal habilitación como candidato presidencial en 2017, y menos los miembros del Tribunal Constitucional que contradiciendo su decisión de seis años atrás, le quitaban a Evo el “derecho humano” de ser candidato las veces que se le pegara la gana.

Como acabamos de revisar, hay circunstancias en que las casualidades y las causalidades se parecen y eso de haber convertido una masacre de niños en una fecha festivalera y de torneos acerca de quién inventa la mentira más creíble, no es otra cosa que el resultado de una práctica de la edad media en que los jóvenes clérigos celebraban la fiesta de los locos en clave carnavalera e irreverente.

Lo más probable para los militantes camachistas es que la detención de su líder era una broma de mal gusto, propia del Día de los Inocentes y por eso incendiaron el edificio de la Fiscalía Departamental, situada a pocos metros del Cristo Redentor, ese al que Herodes persiguió para matar, pero que astutamente protegido fue puesto a buen recaudo. Nos queda claro entonces que eso de que “la inocencia nos valga” es una trillada frase impuesta por costumbre, pero que poco tiene que ver con la realidad. Está claro que, para Camacho, Evo y otros actores del escenario público la inocencia no nos puede valer, y menos la culpabilidad.

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Pepe Mujica, el indiscutible

Julio Peñaloza Bretel

/ 14 de diciembre de 2024 / 01:08

A 54 años de haber sido rodeado por la Policía en el bar La Vía de Montevideo junto a sus compañeros del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, portando una Colt 45, José Alberto Mujica Cordano, luego de sus turbulentos años de guerrilla y privación de libertad (1972-1985), ha podido demostrar que, en un país, que luego de superar la dictadura de los 70, existían posibilidades de hacer lo que el periodista Mauricio Rabuffetti ha definido como una revolución tranquila.

Uruguay es un país del que se dice hoy posee una democracia aburrida, que el día de las elecciones presidenciales no reviste un carácter especial, porque ciudadanos y ciudadanas han aprendido a asumir los cambios de gobierno con la liviandad que se asume el paso del otoño hacia el invierno o de la primavera hacia el verano, y esto se nota más cuando el Frente Amplio debe dejar el poder para el regreso de la derecha o, lo contrario, como acaba de suceder con el triunfo de Yamandú Orsi, el nuevo final de la derecha para el retorno de la izquierda al poder, de la que el Pepe Mujica es guía y símbolo, piedra y camino, como dice la zamba de Atahualpa Yupanqui.

Sin proponérselo, sin buscar reconocimiento, medallas o algún bronce en alguna plaza principal, el Pepe es hoy el faro que no solo nos guía hacia la reconciliación con el sentido profundo de la cotidianidad simple y austera, sino que se ha erigido en el salvador de las voces disidentes que, desde la izquierda, y sin lugar para la traición, reniegan y rechazan frontalmente prorroguismos y obsesivas prácticas estalinistas.

Mientras los medios de comunicación del establishment bailan al ritmo que imponen millonarios fascistoides puestos de moda por las redes sociales y que saltan a la política para preservar sus inmensos patrimonios, y en lo posible acrecentarlos, producto de la despiada explotación a la que conduce la acumulación capitalista, desde su casa rural de Rincón del Cerro, el presidente más internacional de la historia de su país, el “terrorista” que cambió los fierros por el poder de la palabra, la emprende contra Maduro, Evo Morales, Daniel Ortega y contra Cristina: “La vieja Kirchner está al frente del peronismo jodiendo, en lugar de dejar a las nuevas generaciones; ¡cómo le cuesta largar el pastel!”.

Mujica critica a diestra y siniestra, al capitalismo y a su peor dispositivo, el consumismo, y a los que se consideran de su mismo riñón ideológico, con la honestidad intelectual y la rectitud que lo ha caracterizado como servidor público, y no hay quién salga a contradecirlo o siquiera a contestarle tímidamente. Lo ha demostrarlo hace un par de semanas con los líderes políticos aquí citados, y todos los aludidos optaron por refugiarse en la prudencia del silencio, simple y sencillamente porque no hay manera de rebatir a este líder empoderado no por el dinero y la fama, sino por la descomunal autoridad moral que le ha dado su paso por la vida pública como senador, ministro y Presidente de la República Oriental del Uruguay.

El Pepe no lo sabe, pero su palabra está salvando a todos y todas quienes en los últimos tiempos fueron tachados de traidores y vendidos al imperialismo norteamericano, por la sencilla y transparente pretensión de reclamar democracia interna y renovación partidaria para la construcción de un proceso político que hoy día en Bolivia ha quedado abollado desde la cabeza hasta los pies debido a una feroz campaña de erosión al interior del partido más grande con el que cuenta hoy el país desde principios de este siglo XXI. “Lo de Evo Morales en Bolivia es inconcebible”, ha dicho Mujica y Evo Morales, chitón, no le quedó otra que mirar para otro lado. Y lo de Daniel Ortega, que originalmente fue concebido para combatir la dictadura de Somoza en Nicaragua, es “monstruoso”, ha afirmado el Pepe, sin que desde Managua haya salido una sola palabra de respuesta.

Con apenas 3,4 millones de habitantes, Uruguay es el ejemplo atípico por virtud de nuestro continente en el que un presidente ha sido capaz de imponer el discurso de que las drogas no son un asunto policiaco, sino de salud pública, y en ese marco, los uruguayos pueden comprar marihuana respaldados por la ley. En ese trayecto de vida, sin hijos, pero con una compañera de lucha y lecho como Lucía Topolansky, también senadora por el Frente Amplio, Mujica acaba de vencer un cáncer y en mayo de 2025 cumpliría 90 años. Saber de él, y escuchar su palabra lúcida, percatándonos de asuntos que se caen de obvios, pero que con sus reflexiones alcanzan categoría de irrefutables, nos ayuda a no perder la esperanza y la vocación de lucha, ésa con la que se camina hasta la tumba cuando las convicciones colectivas logran superar las tentaciones surgidas de la vanidad individualista.

Mujica ha sentido que está cerca de marcharse de este mundo. Los que sabemos quién es y sabemos cuán orientadora es su palabra, estamos seguros de las palabras labradas en piedra y son precisamente esas palabras las que nos ofrecen la certeza de que el Pepe no se irá nunca. Es parte de nuestro patrimonio humano inspirado en eso de que es mejor tener gobernantes que privilegian y saben repartir para abajo.

*Julio Peñaloza Bretel es periodista

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