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Camacho acusado: su papel en la crisis poselectoral de 2019

El gobernador Luis Fernando Camacho deberá rendir cuentas esta semana por su papel en la crisis de 2019: invocación a la Policía y a las Fuerzas Armadas, sugerencia de sustitución de Evo Morales e irrupción en el Palacio Quemado, entre otras acciones.

Entonces presidente del Comité pro Santa Cruz, fue uno de los protagonistas principales de las movilizaciones y las actuaciones que terminaron con la renuncia del presidente Evo Morales. el cabildeo extralegislativo de la Universidad Católica que definió la sucesión presidencial y la proclamación de la entonces senadora Jeanine Áñez.

Casi un año después de presentada la denuncia por la exdiputada del Movimiento Al Socialismo (MAS) Lidia Patty, el 30 de noviembre de 2020, el fiscal del caso Golpe de Estado, Omar Mejillones, emitió la orden de citación, en calidad de denunciado, para la declaración de Camacho, a las 09.00 del jueves 7 en la Fiscalía de La Paz.

“No lograrán amedrentarnos. Seguiré trabajando por mi pueblo con el amor de siempre”, escribió en Twitter el Gobernador el viernes, cuando supo de la citación.

El sábado, el ministro de Justicia, Iván Lima, había cuestionado que la defensa de Camacho evite, con “chicanas inapropiadas”, la notificación.

Sin embargo, el secretario de Justicia, Efraín Suárez, replicó ayer a la autoridad, según citó el diario cruceño El Deber: “Lamento que el ministro de Justicia asuma un papel de vocero del Ministerio Público, lo cual confirma que estamos ante un hecho político y no de justicia”.

Afirmó que Camacho “irá donde se lo convoque, porque sabe que tiene que contar la verdad”.

Elegido presidente del Comité pro Santa Cruz en febrero de 2019, aquél tomó notoriedad política durante los incendios de septiembre y octubre, cuando incluso organizó brigadas para la expulsión de “avasalladores” de las zonas cruceñas afectadas.

Sin embargo, cobró papel protagónico cuando la noche del 21 de octubre, un día después de las cuestionadas elecciones del domingo 20, convocó a un paro. Secundó a Carlos Mesa, entonces candidato presidencial de Comunidad Ciudadana (CC), quien calificó a los comicios como un “fraude escandaloso”.

Poco a poco las protestas se extendieron desde Santa Cruz, epicentro de Camacho, hacia otras ciudades del país.

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En un primer cabildo multitudinario en el Cristo Redentor de la capital oriental, el dirigente desafió a Morales, prometió un “punto final” y conminó al mandatario a renunciar en 48 horas. Fue la primera afrenta al gobernante, a quien comenzó a llamar “tirano” y “dictador”, entre otros adjetivos.

Incluso, esa noche invocó a las Fuerzas Armadas, a las que les pidió que “deben estar al lado de su pueblo” y no dejarse amedrentar.

Al día siguiente, en otra concentración cívica, aumentó el reto: planteó una sucesión más allá del mandato de la Constitución. “No queremos a (Álvaro) García Linera, no queremos a los presidentes del Senado y de Diputados. Queremos que asuma, como tiene que ser, la decana de Tarija de la Corte Suprema (ndR: María Cristina Díaz Sosa), la única que no es masista”, arengó el dirigente.

Al no conseguir su propósito, en otro mitin multitudinario, el 4 de noviembre, ahondó las medidas de protesta: “paralizar desde las cero horas del 5 de noviembre todas las instituciones estatales y las fronteras de Bolivia”.

Esa misma noche llegó a La Paz con la prometida carta de renuncia de Morales redactada por él mismo. Impedido por detractores, salió del aeropuerto de El Alto a través de un hangar militar hacia La Paz, ayudado por policías. Al día siguiente tuvo que retornar a la ciudad de Santa Cruz.

Luego de porfiar dos veces, el miércoles 6 de noviembre, Camacho pudo llegar a La Paz. En medio de fuertes medidas de seguridad se trasladó al hotel Casa Grande, en la zona Sur de La Paz, que se convirtió en su cuartel.

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Esa noche, Mesa quiso abordarlo pero el dirigente lo ignoró, al considerar que el movimiento debe abstraerse de políticos.

Al día siguiente, el líder cívico se arropó en la Asociación Departamental de Productores de Coca (Adepcoca), donde participó de un mitin junto a otros líderes de las protestas, como Marco Pumari y el entonces rector de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Waldo Albarracín. “El ministro de Gobierno (Carlos Romero) dejó hasta horas de la noche una ventanilla para que pueda entregar la carta, pero esta carta no será entregada en ninguna ventanilla, será de manera pública a Morales en el Palacio Quemado”.

El viernes 8 de noviembre estalló el motín policial en gran parte del país, cuatro días después de la convocatoria de Camacho. “Hemos aprobado darle las condiciones a la Policía, y eso da tranquilidad al pueblo de que sus instituciones están con él”, arengó el 4 de noviembre al pedir la aprobación de un pliego en el cabildo.

“Hay un pedido importantísimo que antes de iniciar (el cabildo) podemos comprometernos con dos instituciones que han sido estropeadas por este gobierno y que no quieren salir a las calles”, dijo también con relación a las Fuerzas Armadas.

Más tarde, en diciembre, en un video que se hizo viral, Camacho admitió que su padre, José Luis, pactó con militares y policías para que reprimieran a los manifestantes. “Fue mi padre que cerró con los militares para que no salgan”, se le escucha decir.

Cuando terminó el paro con la renuncia de Morales, el 10 de noviembre, el líder cívico volvió a desafiar. Pidió la renuncia de toda la sucesión constitucional y sugirió “una junta de gobierno transitorio conformada por notables de toda la población”.

Esa tarde irrumpió en el Palacio de Gobierno, donde plantó la tricolor, la carta de marras y la Biblia. Iba acompañado de Pumari y el abogado Eduardo León.

Luego fue parte, a través de su abogado Jerjes Justiniano, de las reuniones extralegislativas que en la Universidad Católica definieron la sucesión de Áñez. Justiniano, como otros acólitos de Camacho, formó parte del nuevo gobierno.

Algunas frases de Camacho en la crisis poselectoral de 2019