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Peñaloza: La memoria y el archivo son herramientas de trabajo fundamentales

Foto: Álvaro Valero

El periodista Julio Peñaloza Bretel presenta el miércoles su nuevo libro, Democracia interrumpida. Crisis de Estado y gobierno ‘de facto’ en Bolivia, un repaso histórico alimentado por el periodismo de investigación que se centra en el gobierno transitorio de Jeanine Áñez (noviembre de 2019-noviembre de 2020), un mandato signado por la violencia política y las masacres —como otros proyectos de poder de la historia boliviana—, y sobre todo por la violación a la Constitución. Para el también columnista de La Razón, no hay dudas, Arturo Murillo encabezó ese mandato, y no así Áñez, que protagonizó “el gobierno más nefasto, inepto y corrupto que tuvo Bolivia desde que recuperamos la democracia en 1982”.

— Sin duda, un título sugestivo, ¿por qué Bolivia vivió una Democracia interrumpida?

— Porque se violó la Constitución y el reglamento de la Cámara de Senadores para convertir a Jeanine Áñéz en presidenta. En ninguna parte de nuestro ordenamiento jurídico figura la segunda vicepresidencia del Senado en la línea sucesoria y para convertirla primero en presidenta de la Cámara Alta lo mínimo que debió suceder es la instalación formal de sesión para recomponer la directiva, y recién a partir de ese momento generar una nueva presidencia del Estado. Un funcionario de la Asamblea le dijo a Arturo Murillo que lo que pretendían hacer era ilegal, el que fuera ministro de Gobierno contestó: “Sabemos que es ilegal, pero tenemos el apoyo de la calle.” Eso está escrito en el libro. Por si fuera poco, el desarrollo del gobierno de transición se caracterizó por la consumación de masacres, y la persecución judicial autoritaria, abusiva y por lo tanto violadora de los derechos humanos.

— Historia y periodismo, dos ingredientes de esta obra, ¿cómo y por qué son enlazados en este trabajo por el Peñaloza historiador y el Peñaloza periodista?

— No soy historiador. Soy un periodista firmemente convencido de que la memoria y el archivo son fundamentales como herramientas de trabajo y por eso el libro contiene dos partes de contexto vinculadas a la memoria larga: La violencia política que caracteriza las luchas en nuestro derrotero republicano y las masacres como expresión extrema de esa violencia para la eliminación del adversario, que en nuestro caso es el obrero, el campesino y el indígena, sometido a la represión militar y policial.

— ¿Cómo se interrelacionan los cinco grandes capítulos de este libro, cómo se sustentan y se acompañan entre sí?

— La primera y la cuarta partes ofrecen el contexto histórico político desde Tupac Katari y Bartolina Sisa, pasando por la Revolución del 52, las dictaduras militares, la democracia pactada y el proceso de cambio. La segunda, la tercera y la quinta partes son las noticias, los análisis y los reportajes sobre hechos y personajes que protagonizaron el derrocamiento de Evo Morales y la salida del MAS del poder, pero fundamentalmente lo que hice fue un seguimiento sobre el desarrollo del gobierno que estaba principalmente encabezado por Arturo Murillo, no por Jeanine Áñéz. Gran parte del material que forma parte del libro ha sido publicado en primer lugar por Noticias de América Latina y el Caribe (NODAL) y por La Razón.

—Masacres, violencia y persecución política, ¿por qué estos elementos son piezas clave del relato de esta obra y cuál es la conclusión sobre su presencia en la historia de la lucha por el poder en el país?

— El estilo gubernamental de persecución y amedrentamiento a quienes se consideraban masistas y al partido que había ejercido el poder durante 14 años lo impuso Murillo. Instaló un gobierno en el que además tenía una trastienda de corrupción que utilizó la pandemia como dispositivo de control político y como fuente de negocios turbios. Se llegó al extremo de que los medios impresos se convirtieran también en víctimas de la cuarentena que dejaron de circular durante muchísimos meses. Hechas las cuentas, el haber optado por una especie de  ajuste revanchista, desgastó aceleradamente al gobierno de Áñez que debió circunscribirse al llamamiento a nuevas elecciones, pero decidió, incluso, promover su propia candidatura. Fue el gobierno más nefasto, inepto y corrupto que tuvo Bolivia desde que recuperamos la democracia en 1982.

— ¿Cuál es el propósito final del libro? ¿Cuál es el efecto que busca en lectores, sociedad y en el plano histórico?

— Democracia interrumpida es la apuesta por un periodismo que pueda ayudar a complementar la dispersa búsqueda de datos en la hemeroteca, que pueda servir como un ordenador de acontecimientos, actuaciones y conductas reunidos en un solo volumen para que con el transcurso del tiempo se convierta en una fuente de consulta de cómo fue el gobierno transitorio de facto que sumió a Bolivia en una crisis que empezó a terminarse con las elecciones realizadas en octubre de 2020. Y fundamentalmente, cómo las clases dominantes a lo largo de nuestra historia han reprimido los derechos del pueblo boliviano con vocación de soberanía y autodeterminación. Es también un alegato en defensa de los derechos humanos, tan venidos a menos en esta coyuntura azotada por la mediocridad política.