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‘El Estado de Chile es más rico que su pueblo endeudado’

Marco Enríquez-Ominami en ‘Piedra, papel y tinta’, de La Razón, ayer.

Se propuso ser discreto respecto de su país, los políticos y el gobierno de Gabriel Boric, pero al final terminó hablando de ellos. Dijo que Chile prefiere la salud del Estado antes que las deudas de la gente, y que el Presidente “ha hecho un mal gobierno”.

Excandidato presidencial en 2009, 2013, 2017 y 2021, y ahora dedicado a la producción audiovisual, Marco Enríquez-Ominami (1973) visitó ayer los estudios de Piedra, papel y tinta, de LA RAZÓN.

Lo trajo a La Paz un documental de la CAF sobre el rol del sistema financiero y los modelos de desarrollo, la otra faceta del filósofo y político cuyo apellido compuesto le debe a su padre biológico, Miguel Enríquez Espinoza, asesinado en la dictadura de Augusto Pinochet, y a Carlos Ominami, su padre adoptivo.

“Fui educado detrás de las cámaras, mi madre era directora (de televisión)”, dice orgulloso de ser hijo de Manuela Gumucio, periodista, socióloga y productora.

Nada más al comenzar su charla con Claudia Benavente, directora de LA RAZÓN, Enríquez- Ominami cuenta que no se arrepiente de nada, en relación a sus derrotas electorales, la última ante el mismo presidente Boric. Asegura, con consuelo, que fue el candidato más joven de la historia de Chile, 36 años.

“La Concertación que gobernó veintitantos años se había agotado; yo rompí ese escenario, no me tocó ser presidente, y lo reconoció el propio Presidente”, sostiene.

Sin embargo, dice que ama un país que no lo quiso. “Fui expulsado de cinco meses, me quitaron mi pasaporte y tuve interdicción de ser chileno”, cuenta.

Al hablar de su país, se refiere a la fortaleza de su economía con una frase: “Chile es la única economía regional que tiene todos los fondos previsionales invertidos en el mercado: yo cotizo todos los meses el 10% de mi sueldo, eso va a un fondo norteamericano que toma mis recursos que van al casino en Chile y fuera de Chile. Ésa es parte de la explicación de nuestra fama”.

Dice que por eso afuera dicen “Chile, gran país”. Les “llega dinero fresco, es nuestro, dinero privatizado (con el que) paga mal las pensiones”, explica el chileno.

Otra razón de su buena fama es que “Chile decidió ser mejor alumno de Estados Unidos y el peor compañero de la región”.

“Fuimos los mejores aplicadores del consenso de Washington: privatizarlo todo”, insiste.

Por eso es que todos los servicios en Chile se pagan. “Soy hombre de empresa, pero en la salud, educación, internet, vivienda, previsión, transporte y agua, la razón pública debe estar sobre la razón privada”, reflexiona.

Considera que su país no fue solidario con Bolivia, Argentina o Perú en momentos críticos, aunque ahora “intenta volver a América Latina”. Dice que Chile “fue un mal vecino”, pero cambió.

Tímidamente, con los “demonios y contradicciones”, Michelle Bachelet fue mejor inspirada en ese propósito con relación a los gobiernos anteriores.

“Y después, tiene un presidente de hoy, que en lo declarativo es más atractivo. Gabriel Boric es impopular y ha hecho un mal gobierno”, cuestiona el exdiputado Enríquez-Ominami.

En su criterio, adentro, Chile prefiere preservar sano al Estado, a diferencia de la situación de sus ciudadanos. Considera que tiene “un súper país”, pero el “milagro” de su nación es que la mayoría de los chilenos se ha endeudado y el Estado está sano”

“El Estado de Chile es más rico que su pueblo; tiene menos deuda y menos deberes que un jefe o una jefa de familia”, asegura.

Considera que “la tasa del endeudamiento del pueblo de Chile es mayor que el endeudamiento del Estado de Chile”.

Cita un ejemplo que lo diferencia con México, Argentina o Brasil, donde las universidades son públicas y gratuitas. “En Chile son pagadas”, afirma con fuerza.

Otro caso es la salud: “El 18% de los chilenos vamos a seguros privados y el 82%, al sistema público”, pero los que cotizan en los seguros privados se llevan la mitad del presupuesto de salud y los de los seguros públicos, el 50% restante de ese presupuesto.

Y dice que afuera la élite muestra algo que es verdad pero contradictorio: Chile es un país decente, poco endeudado, trabajador, el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita más alto, deuda pública baja, con ahorro fiscal en términos proporcionales, el mejor calificado por las agencias y las cuentas fiscales ordenadas.

DILEMA.

Sobre el gobierno de Boric, dice que quiere ser “cauto” en Bolivia, aunque en Chile suele ser muy severo con él.

“Competí contra él, no quería que fuera presidente; pero voté (en segunda vuelta) y votaría por él mil veces”, justifica.

Dice que lo hizo ante el dilema de Boric un hombre “decente” y Sebastián Piñera un “corrupto”.

Enríquez-Ominami no se anima a hablar mal del mandatario, pero considera que percibe en su gobierno “un giro”. “Espero que la honestidad —importante, no suficiente, porque hay que gobernar— lo transforme en un presidente de la acción y no árbitro”.

Cerró con que no quiere abrir una polémica con Boric, que no lo merece el presidente ni él, menos Bolivia, al que respeta.