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Los titulares explosivos de los medios que el GIEI tumbó

LA RAZÓN basó su reporte sobre hechos corroborados.

LA RAZÓN basó su reporte sobre hechos corroborados.

Días previos, durante y después de la masacre de Senkata, el 19 de noviembre de 2019, algunos medios de información especulaban sobre la supuesta explosión de la planta. En su informe, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) tumbó las teorías y las especulaciones.

Algunos canales de televisión apelaron a la tesis de Ana Luisa Pary, que concluyó que una eventual explosión del reservorio de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) terminaría en una catástrofe de proporciones cinco kilómetros a la redonda. Otros revisaron Wikipedia para causar pánico en la población.

Los medios escritos, con el mismo enfoque, le dieron amplia cobertura a la posibilidad. Y al día siguiente de la masacre de Senkata, que terminó con una decena de fallecidos a causa de impactos de bala, los titulares y las apostillas se mezclaron con la supuesta incursión de grupos de “terroristas” y “subversivos” o “enfrentamientos”: “Caen más muertos; ataque casi provoca una catástrofe en Senkata (Correo del Sur); “Atacan gigante depósito de gas y mueren tres personas en El Alto” (El Deber), “Bolivia presa del terrorismo” (El Diario); “Acción militar evitó que afines al MAS ingresaran con explosivos a planta de gas de El Alto” (Los Tiempos) y “3 muertos en acción militar tras un atentado a Senkata” (Página Siete).

A diferencia de éstos, LA RAZÓN tituló “Operativo militar policial por liberar carburantes acaba con seis muertos” y Opinión, “3 muertos tras liberar 45 cisternas en Senkata”.

Ese día, por casi una semana, manifestantes cerraban el ingreso a la planta, que obligó la intervención “desproporcionada” de las Fuerzas Armadas y la Policía Boliviana.

Esos días, Página Siete sostuvo que el muro de la planta fue derribado a dinamitazos. “Lo único que pudo observarse es a un grupo de personas que empujan repetidamente el muro, hasta que lo derriban”, reportó el GIEI.

Esa noche, el entonces ministro de Defensa, Luis Fernando López, reforzó las teorías. “Un atentado a la planta de Senkata generaría una catástrofe de magnitud en cuanto a una explosión. Eso es real”, afirmó en Palacio Quemado.

Y hace poco, en una entrevista con LA RAZÓN, la hija de la expresidenta Jeanine Áñez, en cuyo inicio de gestión se produjo la masacre insistió con el supuesto. “Todos somos testigos, y usted también, de que estuvo a punto de explotar una planta de gas en Senkata, donde iban a morir por lo menos 2 millones de bolivianos, porque eso (la onda expansiva) iba a llegar hasta la ciudad de La Paz”, dijo Carolina Ribera.

En su informe sobre la violencia y la violación de derechos humanos en la crisis poselectoral de 2019, el GIEI estableció que “de hecho, quedó demostrado que, aun tras el derribamiento del muro, los manifestantes no representaban un riesgo concreto para la seguridad de la planta”.

SENKATA. El organismo dedicó un capítulo particular al caso, que tituló Derribamiento del muro y supuestas tentativas de invasión de la planta YPFB.

“La evaluación de la prueba audiovisual revisada por el GIEI no confirma el uso de dinamita para derribar el muro. El GIEI revisó distintos videos actuales — incluso las grabaciones de las cámaras de seguridad de YPFB— y no identificó el uso de material explosivo”, dice el informe.

El informe señala que no hubo evidencia concreta sobre un “ataque directo contra la planta y que ésta haya estado expuesta a un riesgo de explosión”. El GIEI tampoco comprobó el uso de dinamita y otros explosivos que hubieran implicado un foco de incendio.