Soria Galvarro, su fascinación y su rigor sobre la campaña del Che en Bolivia
El periodista contó que en ‘una cajita’ solía guardar material sobre la campaña del Che, que se salvó de desaparecer en dictadura
Historiador. Carlos Soria Galvarro en La Razón
Imagen: Rodwy Cazón
Carlos Soria Galvarro, Premio Nacional de Periodismo, es reconocido sobre sus investigaciones en relación a la campaña del argentino-cubano Ernesto Che Guevara en Bolivia, muerto en la guerrilla de Ñancahuazú, el 9 de octubre de 1967.
Ayer, en el programa Piedra, Papel y Tinta, de La Razón, contó su motivación sobre el exministro cubano. “No quisiera que se me recuerde en el futuro solo por ese tema, porque no es el único tema que he tratado”, alertó el periodista.
Preguntado por Claudia Benavente sobre si es fascinación también que tuvo por el guerrillero, respondió: “Hay algo de eso, pero primó más bien el rigor” de la investigación.
Contó que, en 2019, al comentar el libro Ernesto Guevara, conocido también como el Che, dijo que el autor, Paco Ignacio Taibo II, había quedado fascinado con el hombre. Y que éste se defendió: “Pero, Carlos, ¿acaso no es fascinante el Che? Obvio, me fascinó”.
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Che en Bolivia
Sí. Soria Galvarro admitió que el Che “es un personaje entre los más destacados en los últimos 100 años”. “Y no es que se haya creado artificialmente el mito; tiene muchas condiciones personales y contextos en los que se desenvolvió”, justificó el periodista.
Que fue una leyenda y luego se convirtió en un mito.
Soria Galvarro tiene una variedad de libros escritos sobre la campaña del Che en Bolivia. Quiso hacerlo así, “un Che boliviano”, como dijo.
Es que “Había una ausencia en los grandes libros que se comenzaban a escribir sobre el Che, y la parte boliviana estaba siempre mal tratada”.
Sin embargo, dijo que tuvo al menos tres razones para escribir sobre el guerrillero. “Primero, he vivido de cerca los acontecimientos, como generación”, admitió.
Luego, “conociendo unos entretelones en los que estaba involucrado el Partido Comunista y la Juventud Comunista”. Y, tercero, aparentemente lo más importante: “Una segunda vinculación es que conocí a todos los bolivianos que murieron en la guerrilla, algunos muy cercanos, fraternos y entrañables compañeros como Aniceto Reynaga, Antonio Jiménez o Wálter Arancibia, los tres a los que dedicamos conversaciones imaginarias en el último libro”.
Comentó que, “a los pocos años de los acontecimientos, la imagen, por supuesto, aplastante del Che, que obnubilaba —el Che nada más— y hacía desaparecer al resto”.