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Medicamentos esenciales

Dependiendo del lugar y la circunstancia, una lista de medicamentos “esenciales” puede variar, pero no es descabellado sostener que en tiempos de pandemia por el COVID-19, son esenciales aquellos que combinados combaten los síntomas y pueden ayudar a un paciente leve o moderado a restablecerse sin necesidad de cuidados médicos en un hospital. El precio de estas medicinas ahora está regulado.

En efecto, en las últimas semanas, luego de que el Servicio Departamental de Salud (Sedes) de La Paz publicara la lista oficial de medicamentos para el tratamiento de pacientes leves, el precio de éstos se disparó gracias sobre todo a una combinación de escasez, agio y especulación, que ciertamente deben haber reportado una ganancia extraordinaria a unas cuantas personas inescrupulosas, a costa de quienes realmente necesitaban las medicinas y estaban dispuestos a pagar precios inverosímiles.

Fue tal el comercio descontrolado, que se identificó en El Alto y La Paz comerciantes que vendían los medicamentos de la lista, pero sin el registro sanitario correspondiente, que garantiza la calidad y efectividad de cualquier medicamento; eso trajo a la memoria el escándalo desatado cuando se descubrieron fábricas de medicinas falsificadas, que en el mejor de los casos eran caramelos o comprimidos de harina y en el peor, compuestos potencialmente tóxicos.

Ante el desorden, pero sobre todo el nivel de especulación, el Gobierno resolvió, luego de semanas de haber estado amenazando con hacerlo, regular el precio de los medicamentos de la lista de insumos esenciales para el tratamiento del COVID-19 en casos leves, estableciéndose una banda de precios en función de la industria y la procedencia de las medicinas. La lista incluye 300 productos y fue avalada por la Agencia Estatal de Medicamentos y Tecnologías en Salud, en consenso con propietarios de farmacias, el Colegio de Bioquímica y Farmacia, y las empresas industriales e importadoras.

Ahora, con esa lista de precios, que de manera obligatoria debe ser puesta en lugar visible de las farmacias, adquirir un paquete de esas medicinas para hacer el tratamiento completo, que dura poco más de una semana, costaría un mínimo de Bs 146, suponiendo que se tenga la improbable fortuna de encontrar todas las medicinas de la lista en su versión más barata. Aun así, se ha logrado poner límite al afán de lucro de los inescrupulosos.

Son tiempos en que unos pocos sectores de la economía están prosperando, tal vez, como nunca antes, pero el resto no y la mayor parte de los negocios ven un oscuro porvenir. Toca que esos sectores transformen su inesperada prosperidad en solidaridad y así no tengan que disponer recursos, se aseguren de que todas y todos los que necesitan medicinas y acceso a la salud puedan hacerlo en las mejores condiciones posibles, sobre todo, habida cuenta que el Estado no ha dejado de fallar en ese aspecto.