Crisis para las mujeres
En vísperas del inicio formal de las campañas políticas será deseable ver a las y los candidatos referirse al ámbito doméstico.
Para nadie es desconocido que las situaciones de crisis económica y social golpean siempre primero y más duro a los sectores más débiles. Las mujeres en general, y aquellas que tienen empleos más precarios en particular son, en el caso de la pandemia desatada por el COVID-19, quienes están llevando la peor parte como resultado de la cuarentena iniciada en marzo y los costos que acarrea.
Semanas atrás, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer (ONU Mujeres) presentaron un estudio en el que se advierte que el desempleo femenino en América latina aumentará un 6%, afectando a un total de 15,2% de las mujeres en la región. Y la advertencia se agrava cuando se le añade el dato de que serán ellas quienes asuman la carga de los cuidados en el hogar.
La Secretaria Ejecutiva de la CEPAL señaló, en la presentación de la investigación, que estamos ante “la peor contracción económica de los últimos 100 años de la región y las mujeres van a ser particularmente afectadas, en forma desproporcional, porque va a haber mayor incremento de desempleo, pobreza y, sobre todo, se van a ver afectadas por la sobrecarga de cuidados, especialmente en los hogares más pobres.
El estudio, titulado Cuidados en América latina y el Caribe en tiempos de COVID-19: hacia sistemas integrales para fortalecer la respuesta y la recuperación, señala que solo en la región 118 millones de mujeres caerán este año en la pobreza. Añádase el hecho de que en todos los países de la región siempre son más las mujeres que llevan la sobrecarga de trabajo no remunerado: en Bolivia representa el 23,1% de la población femenina, frente a 12,1% de la masculina.
Un ejemplo de lo señalado está en las trabajadoras asalariadas del hogar. Según datos de la Federación Nacional de Trabajadoras del Hogar (Fenatrahob), hasta nueve de cada 10 trabajadoras quedaron desempleadas en los últimos meses, confirmando una vez más la precariedad en la que estas personas se desenvuelven, sobre todo considerando que la ley específica para el sector siempre ha sido ignorada por las y los empleadores. Es fácil imaginar que no son las únicas: aquellas mujeres dedicadas a otras tareas referidas al cuidado y aquellas dedicadas al comercio informal han visto reducidas sus oportunidades laborales en el contexto de la cuarentena.
Recomienda la CEPAL hacer frente a este problema, reconocer y valorar la economía del cuidado y del trabajo doméstico “con servicios públicos, infraestructura y políticas de protección social”, involucrando al Estado en las medidas de responsabilidad compartida. En vísperas del inicio formal de las campañas políticas será deseable ver a las y los candidatos referirse al ámbito doméstico, que no por ser “privado” es menos importante para el desarrollo de la sociedad; es tiempo, pues, que las y los políticos se tomen más en serio estos ámbitos.