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Batalla de encuestas

En un escenario electoral con escasa deliberación programática, fallido debate presidencial y campañas más bien limitadas y flojas, las encuestas concentraron la disputa política y la atención mediática. La difusión de datos en cada caso fue seguida de agitadas “interpretaciones” y controversias, en especial en las redes sociales. Incluso candidatos fueron parte de la puesta en escena.

Hoy domingo vence el plazo establecido por ley para la difusión de estudios de opinión en materia electoral. Desde la convocatoria a los comicios generales que, finalmente, se realizarán el 18 de octubre, se han elaborado y difundido más de dos decenas de encuestas. Estas “fotografías” tuvieron diferente cobertura y tamaño de muestra. Y fueron identificando algunas tendencias en las preferencias electorales, con más o menos elevado porcentaje de indecisos o personas consultadas que no declaran su voto.

Hay algunos aspectos críticos en relación a estos estudios de opinión contratados, en general, por medios de comunicación. En su realización, es sensible por ejemplo la cobertura y la construcción de una “muestra representativa”. Hay encuestas que se hacen pasar por nacionales cuando su cobertura es solo urbana (a veces concentrada en ciudades capitales). Otras tienen límites en el tamaño de la muestra, como esas curiosas encuestas de 800 casos que se venden (textual) como verdades absolutas.

Es crítica también la forma de difusión de las encuestas de intención de voto. Más allá de su puesta en escena en los medios de comunicación, que incluye recursos gráficos y “analistas” (algunos en condición de operadores políticos), los datos se presentan como definitivos, sin considerar límites como su alcance y el margen de error. No hay cuidado en señalar que son datos no oficiales y recién desde este año, por disposición reglamentaria, se hace pública la proyección sobre votos válidos.

A reserva del balance pendiente y necesario sobre la calidad de los estudios de opinión en materia electoral, es evidente que éstos se han convertido en eventos de campaña. Ahora mismo, por ejemplo, se discute acaloradamente, con base en datos de diferentes encuestas, sobre la posibilidad de que los comicios se resuelvan en primera vuelta a favor del candidato Arce, o que haya segunda vuelta con el candidato Mesa. Hay quienes hasta comparten datos “seguros” (sic) sobre la composición de la Asamblea.

Este domingo concluye la competencia entre “fotografías” de intención de voto. Lo cierto es que, como el año pasado, persiste la incertidumbre en torno al resultado. Recién cuando se conozcan los datos oficiales sabremos la incidencia final del “voto oculto”, el voto rural, el voto en el exterior, el “voto útil”. Aunque es bastante obvio, hay que decirlo con claridad: lo que vale en la elección es la voluntad ciudadana expresada en las urnas, no el pronóstico de las encuestas. Que venga el 18-O.