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Dos tercios

El debate sobre la necesidad o no de dos tercios de la votación legislativa para la adopción de algunas decisiones más o menos trascendentes, ha vuelto a tener protagonismo en el escenario político esta semana. En el actual contexto, el esfuerzo puesto en mostrar que se trata de cuestiones procedimentales languidece frente a las voces que hablan de un atentado a la democracia.

El martes 27, la Cámara de Senadores, en su última sesión con la composición de las elecciones de 2014, es decir dos tercios del total de asambleístas, aprobó la modificación de 11 artículos de su Reglamento de Debates, eliminando la necesidad de tal mayoría en las votaciones para la adopción de decisiones sobre asuntos administrativos y procedimentales, además de ascensos para generales de las FFAA y la Policía, así como designación de embajadores. La Cámara de Diputados hizo lo mismo al día siguiente.

Una docena de otros asuntos legislativos seguirán necesitando este tipo de voto mayoritario para ser aprobados, en correspondencia con lo establecido en la Constitución Política del Estado (CPE). Las voces que, en su versión más extrema, claman que se dio un “golpe mortal” a la democracia, ignoran deliberadamente este hecho: no se ha eliminado la necesidad de los dos tercios para decidir sobre asuntos trascendentes.

Previsiblemente, la reacción desde la opinión opositora, que además de una gran presencia en las redes sociales digitales goza de acceso y cobertura en gran parte de los medios de comunicación masiva, fue confirmar una vez más los bien extendidos prejuicios sobre el modo “masista” de hacer política. La manera y el momento en que se tomó la decisión de modificar los reglamentos abona a esa percepción tan extendida.

En los hechos no es más que un ejercicio de ajustes procedimentales, pero es evidente que da una mala señal cuando se realiza en el último día de la legislatura, como imponiéndose sobre quienes serán sus sucesores y sucesoras en unos días más. Pero en el debate, los argumentos van desde el evidente hecho que hará falta menos esfuerzos de concertación allí donde no sean necesarios dos de cada tres votos, hasta los abiertamente manipuladores, que afirman que los dos tercios han desaparecido por completo o que se trata de una disposición inconstitucional.

Desde el otro frente se afirma que hay inconsistencia entre la indignación que causa esta decisión y la aceptación que hubo cuando la Presidenta interina ascendió a generales militares y policiales mediante Decreto; sin embargo el decir “tú también” no es más que una falacia, útil para descalificar al oponente, pero no para resolver el conflicto.

Recuperar la democracia implica en estos tiempos mucho más que ratificar la preferencia electoral de una evidente mayoría; debiera implicar además principios de construcción de escenarios de diálogo y acuerdo, de vocación y comportamientos democráticos, hoy tan necesarios cuando todavía hay gente dispuesta a creer cualquier mentira y, peor, añorar una dictadura militar.