Verdaderas prioridades sociales
Hay un cansancio social notorio frente a las querellas y confrontaciones improductivas entre las élites polarizadas, cuyas razones y sentido muy pocos ya entienden.
Sorprende la manera cómo los políticos insisten en concentrar sus esfuerzos en querellas que tienen poco que ver con las angustias y preocupaciones concretas y cotidianas de la mayoría de los ciudadanos. La crisis socioeconómica, la educación o estar preparados para una segunda ola de la pandemia es lo que más angustia a la gente y es de lo que menos hablan sus dirigentes.
Una de las grandes virtudes de la campaña del candidato Luis Arce, del Movimiento Al Socialismo (MAS), fue concentrar sus esfuerzos en explicar cómo iba a enfrentar la crisis socioeconómica y convencer a los votantes que él era la persona más adecuada para tal desafío. Estrategia coherente con un clima de opinión que empezó a cambiar aceleradamente desde mediados de año al ritmo del deterioro de la economía, de la crisis sanitaria, del sentimiento de abandono de parte del Estado y del temor por perder lo poco o mucho que había logrado la población en términos de ingresos, condiciones de vida o dignidad.
Se puede concluir entonces que la victoria del MAS, entre otras razones, se debió a que fue la fuerza que mejor supo priorizar las inquietudes y los malestares concretos de los ciudadanos, y en particular, de los más modestos y golpeados por la adversidad.
Por tanto, se hubiera esperado que el conjunto de la dirigencia política hubiera entendido la lección: después de dos años de polarización política parecía el tiempo de volver a preocuparse de los problemas cotidianos de la gente. Hay un cansancio social notorio frente a las querellas y confrontaciones improductivas entre las élites polarizadas, cuyas razones y sentido muy pocos ya entienden. Algo de ese hastío estuvo también detrás del voto del 18 de octubre y de la creciente desafección y falta de confianza en todas las instituciones y líderes.
Por ello, es urgente que todas las dirigencias políticas y el nuevo gobierno reenfoquen sus esfuerzos a la solución de los múltiples problemas que está generando la contracción económica, a encontrar maneras creativas para que los hijos e hijas de los bolivianos tengan la educación pública que se merecen o para que no muera tanta gente en una posible nueva ola de la pandemia del COVID-19. Es decir, basta de distracciones y peleas inentendibles, preocúpense de lo que es realmente importante para el pueblo.