El retorno de la educación pública
Sería intolerable que las generaciones futuras sigan siendo perjudicadas por la impericia y el abandono del Estado en un momento de grandes desafíos para la sociedad boliviana.
La clausura intempestiva del año escolar fue una de las medidas más cuestionables de la anterior gestión. Uno de los grandes retos del gobierno de Arce consiste en diseñar y ejecutar oportunamente una estrategia audaz para que el Estado vuelva a cumplir con su deber básico de brindar servicios de educación pública, incluso en situaciones de emergencia.
La educación es seguramente uno de los servicios a la sociedad de mayor relevancia que el Estado debe garantizar a sus ciudadanos sin ninguna distinción. Es un elemento crítico para el desarrollo integral del país y un poderoso factor para atenuar las graves desigualdades e injusticias en el acceso a oportunidades económicas que lamentablemente aún persisten en Bolivia.
Es además una cuestión de gran relevancia para las familias de todas las condiciones que se preocupan del futuro de sus hijos e hijas. Está en el corazón de lo que la mayoría entiende como un motor básico para alcanzar la justicia y la equidad social. Por estas razones, es indudable que existe hoy una gran inquietud y expectativa social por una pronta reanudación de los procesos educativos.
En su momento, resultó incomprensible la incapacidad de las instituciones para implementar una estrategia que pudiera garantizar, aunque sea un mínimo de contenidos educativos para los millones de estudiantes obligados a quedarse en casa por la pandemia. El argumento que justificaba ese fracaso institucional fue la inexistencia de un acceso a una señal de internet suficiente y de bajo costo. Sin embargo, en similares condiciones y en medio de la pandemia, se vio el esfuerzo que países con características comparables hicieron para mantener al menos algunos servicios educativos no solo recurriendo a internet, sino aprovechando nuevamente la radio o la televisión públicas como bases de transmisión de contenidos educativos. Lo lamentable y a su vez paradójico es que en Bolivia han existido muy valiosas experiencias de educación radiofónica popular desde hace muchos decenios que dejaron una tradición que puede ser renovada con decisión y políticas claras.
Así pues, las nuevas autoridades del sector tienen hoy la gran responsabilidad de no fallar en esta dimensión de las urgencias del país, pues sería intolerable que las generaciones futuras sigan siendo perjudicadas por la impericia y el abandono del Estado en un momento de grandes desafíos para la sociedad boliviana.
La problemática de la educación en medio de la pandemia preocupa a gran parte de la región y del mundo. No se trata de inventar la pólvora, hay una enorme experiencia internacional ya probada en estos meses de la pandemia de brindar educación con instrumentos digitales, radiofónicos, televisivos o con nuevos esquemas de organización del trabajo presencial en las aulas. Es decir, hay varias lecturas y experiencia concretas, pero es imprescindible que se le asigne una máxima prioridad a este vacío y que se disponga de los mejores recursos del Estado para resolverlo. Se trata de un compromiso del presidente Arce que la sociedad espera que cumpla a cabalidad.