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Reactivación económica

Después de una caída histórica de la actividad económica empiezan a surgir señales de reactivación en el ámbito externo e interno y hay que saber aprovecharlas. El Gobierno tiene el desafío de manejar con cuidado el nuevo episodio de rebrote del COVID-19 en coordinación estrecha con los sectores productivos y acelerar el relanzamiento de la inversión pública.

La CEPAL ha estimado una contracción de 8% de la economía boliviana en 2020. Esta cifra es un reflejo agregado de la enorme pérdida de recursos y oportunidades que han experimentado la mayoría de actividades productivas y de servicios, situación que lamentablemente genera reducciones en los ingresos de los hogares y mayor pobreza y desigualdad.

La pandemia y las restricciones que provocó explican en buena medida este resultado. Sin embargo, el desorden en la gestión estatal de las medidas de restricción de movilidad y la brusca desaceleración de la inversión pública tampoco coadyuvaron a mitigar esa grave crisis. Eso nos llevó a una economía convaleciente, un Estado semiparalizado y una gran cantidad de deudas públicas a proveedores privados.

Aunque la reaparición de la pandemia obligue a asumir de nuevo medidas de control y restricciones, debemos aprender de las malas experiencias y no cometer los mismos errores. Es necesario que el Gobierno establezca una coordinación estrecha con todos los sectores económicos privados y estatales para organizar conjuntamente esta nueva etapa, facilitándoles su funcionamiento y evitando una nueva desaceleración que podría ser fatal para muchas empresas.

Por otro lado, es alentador que varios proyectos de infraestructura, que estaban detenidos, se reactiven y que haya voluntad para encarar el problema de las deudas al sector de la construcción. Nos encontramos en un momento crucial para impulsar la inversión pública que había mostrado muchas señales de debilitamiento el pasado año.

Finalmente, el contexto externo también puede ser aprovechado ya que se presentan indicios positivos para el país: hay un incremento en el precio de las materias primas, entre ellas el petróleo y los minerales, impulsada por el crecimiento de Asia y de mercados financieros globales con liquidez además de una predominancia de políticas keynesianas en todo el mundo y en las recomendaciones de los organismos crediticios internacionales.

En síntesis, desde el frente externo puede aparecer un alivio y hay un gran dinamismo del lado de los emprendedores y productores nacionales impulsado también por la gran necesidad de recuperarse. Para aprovechar este contexto, se precisa de una acción estatal eficaz, de políticas realistas y de un esfuerzo para escuchar y acompañar el deseo de todos los sectores de volver a trabajar. El desafío es sostener la reactivación de la economía y mejorar los ingresos de todos los bolivianos y bolivianas.