Vacunas y politización
Es pertinente generar debates públicos con informaciones verificadas sobre las fases de la vacunación.
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Frente a esta etapa de la pandemia, corresponde actuar con responsabilidad y mesura. Este no es el momento para la confrontación política y menos aún para fomentar la desconfianza mediante la difusión de informaciones imprecisas o el impulso de falsos debates. El éxito de la vacunación masiva contra el virus dependerá en parte de la cooperación del conjunto de la población y de la madurez de sus autoridades y de sus dirigentes.
Ante el rebrote del virus, el país está nuevamente frente al desafío de movilizar todos sus recursos para mitigar la enfermedad y al mismo tiempo evitar que las medidas asumidas paralicen nuevamente la actividad económica. Es una tarea compleja que requiere del esfuerzo coordinado de todos los niveles de Gobierno y un apoyo de la población y de los líderes políticos y sociales sin distinción ideológica o partidaria.
A diferencia del año pasado, estas tareas no se refieren únicamente a la implementación de masivas medidas de prevención, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, sino a la puesta en marcha de una gran campaña de vacunación que debería empezar a fines de marzo y que ojalá, poco a poco, permita superar este difícil periodo.
Todos los procesos necesarios requerirán de una compleja planificación y movilización de recursos técnicos, financieros y logísticos en todas las instancias gubernamentales, pero igualmente de la cooperación y comprensión de la población.
En ese sentido, lo menos aconsejable es utilizar esta problemática como mecanismo para alimentar la confrontación partidaria y la polarización, para seguir fomentando la desconfianza social en el Estado o para usarla como parte de la campaña electoral subnacional. Actuar con mesura y responsabilidad debería ser la receta de base.
Es pertinente generar debates públicos con informaciones verificadas sobre las distintas fases de vacunación, sobre la calidad de los insumos o sobre los particulares procedimientos para su adquisición. Se sabe que hay varios tipos de vacunas que protegen del COVID-19, cada una de ellas con requerimientos logísticos muy diferentes que deben ser considerados a la luz de la realidad infraestructural del país. No podemos dejar de lado que disponibilidad inmediata es muy limitada y que hay una enorme competencia de todos los países para garantizarse el acceso a esos lotes.
Estos son elementos que deben, obviamente, contextualizar el debate para no incurrir, voluntaria o involuntariamente, en imprecisiones o falsedades. El rol de los medios de comunicación es particularmente delicado en este sentido.
Por otra parte, sería indeseable que por intereses partidarios coyunturales se generen falsas expectativas sobre el acceso a estos medicamentos que luego no puedan cumplirse y que acaben en un enésimo conflicto estéril entre oficialistas y opositores. El mayor riesgo de un debate y una politización simplificadores es que al sembrar desconfianzas y falsas percepciones en la población se obstaculice posteriormente el crucial proceso de inmunización, en el cual la gran mayoría debería participar voluntariamente para vencer juntos este inédito capítulo.