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Crédito y turbulencias financieras

Aparecen señales contradictorias en los escenarios financieros globales, mientras la pandemia sigue sembrando incertidumbre sobre el futuro de la recuperación de la economía mundial. Hay que estar atentos a esos movimientos debido a la necesidad que tiene Bolivia de financiamiento en divisas para reforzar su estabilidad macroeconómica.

A comienzos de año, parecía que se perfilaba un escenario de lenta pero robusta recuperación de la actividad en la mayoría de las economías centrales. En casi todos los países desarrollados se ejecutaron desde el año pasado agresivas políticas monetarias expansivas para mitigar los impactos de la crisis pandémica, que abarataron el crédito, inundaron con liquidez la economía y alimentaron una notable efervescencia en los mercados bursátiles.

Para los países en desarrollo, como Bolivia, esta situación auguraba, por ejemplo, buenas posibilidades para emitir deuda a tasas de interés razonables o acceder a crédito de organismos multilaterales que fortalecieran el financiamiento de las políticas de reactivación productiva y de cobertura de los gastos adicionales que implica la vacunación masiva y la mitigación de la pandemia.

Sin embargo, en los últimos días, el temor por un rebrote inflacionario por exceso de liquidez y la perspectiva de un endurecimiento de las políticas monetarias hasta fines de este año, han puesto paños fríos al optimismo de los mercados financieros. Las tasas de interés han aumentado levemente, las bolsas han retrocedido y los indicadores de riesgo se han deteriorado.

Es decir, las opciones de financiamiento externo se han complicado para todos los países. Obviamente, esta situación es aún volátil, varios especialistas sugieren que es un movimiento coyuntural y que el contexto de “dinero barato” se extenderá hasta bien entrado 2022. Pero, claramente hay más consciencia que en algún momento del mediano plazo, todas las economías tendrán que mejorar poco a poco sus balances fiscales y externos.

Aunque Bolivia es una economía pequeña y poco sofisticada, bastante desvinculada de los mercados bursátiles y de activos financieros, debe tomar muy en cuenta estas variaciones en el contexto mundial, sobre todo en un momento en el que tiene que completar el financiamiento de su déficit fiscal y fortalecer sus reservas de divisas.

La estrategia del Gobierno para dialogar con las entidades multilaterales que podrían ampliar sus líneas de crédito para el país o con los operadores externos de mercados de deuda pública que podrían comprar nuevas emisiones de bonos soberanos, tiene que considerar estas nuevas incertidumbres de manera que el país pueda aprovechar algunas oportunidades, pero también protegerse de los riesgos que empiezan a emerger.