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Nada que celebrar

El 8 de marzo convoca, como todos los años, a mujeres y varones a evaluar los avances y retrocesos en materia de igualdad en el acceso a recursos y goce de derechos para ellas y ellos, y a reclamar en diversas manifestaciones, como las que tendrán lugar hoy en varias ciudades del país, por más y mejor justicia. Este año en Bolivia es difícil encontrar razones para la esperanza.

Podrá decirse que Bolivia es uno de los pocos países en el mundo que ha superado la barrera de 50% de mujeres en la Asamblea Legislativa, lo cual podría interpretarse como la posibilidad de que sean ellas quienes conduzcan la agenda legislativa, y sin embargo las noticias no hacen más que dar cuenta de unos pocos varones decidiendo el rumbo y el tono del debate parlamentario, a menudo en un juego de acción y reacción que deja mal parados a los actores.

Difícil celebrar algo cuando gracias a la valentía de un puñado de jóvenes cansadas de vivir en la vergüenza y la humillación se descubrió una organización de varones dedicados a convocar fiestas en las cuales reclutar víctimas a las cuales drogaban para luego violarlas, durante muchos años, sin que nadie pudiera o quisiera hacer algo al respecto.

Imposible celebrar la cotidiana reafirmación del pacto patriarcal del que hablan las teorías feministas que se produce cada vez que un varón encubre o justifica a otro, o pone en cuestión las afirmaciones de las denunciantes, y mucho peor cuando son las instituciones las que, de manera consciente o no, evidencian la poca voluntad que existe de apoyar a las víctimas de los excesos y abusos de los varones.

No inspira alegría ni confianza ver que hay más varones (y a menudo mujeres) dispuestos a defender con gran energía la pureza de la lengua, amenazada por las expresiones de lenguaje inclusivo, que a condenar las cotidianas manifestaciones de violencia criminal contra las mujeres y las muchas formas que la sociedad tiene de naturalizar la desigualdad y los abusos.

No se puede ya señalar como avance la existencia de la Ley 348, Para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia, si los operadores de justicia, por lenidad o por ignorancia, cuando no por simple machismo, siguen favoreciendo a los victimarios, encontrando razones para dejarlos en libertad o siquiera disminuir su pena; cuando las medidas ideadas para evitar que los violentos ingresen a trabajar en el servicio público se ignoran y pasan a la lista de las normas que existen pero no se cumplen.

Triste 8 de marzo en un país donde en apenas dos meses ya se ha registrado cuarta centena de asesinatos de mujeres solo por su género, o cientos de violaciones e incontables niñas y adolescentes embarazadas. Urge, pues, que la sociedad entera escuche, comprenda y apoye las demandas de quienes se movilizarán hoy por las calles y las redes sociales exigiendo para la mitad de la humanidad seguridad, justicia y otros derechos reclamados desde hace siglos.