Vacunas y tercera ola
Aunque hay una luz al final del túnel, es imprescindible que las autoridades insistan en mantener las medidas básicas de prevención.
La pandemia en Bolivia está transitando a una nueva etapa caracterizada por el inminente inicio de la vacunación masiva y la desescalada de la “segunda ola”. Hay que planificar con mucho cuidado el despliegue de las políticas públicas en las próximas semanas, aumentando la información, aprovechando lo logrado en estos meses y resolviendo las falencias en la acción del Estado.
Según las estadísticas oficiales, el contagio y los decesos por COVID-19 se han reducido bastante en las últimas semanas: hay evidencias de una desescalada que podría aliviar a los servicios médicos que han estado bajo presión desde inicios de año. Las proyecciones de los especialistas indican que se puede prever un periodo de baja incidencia de la enfermedad, quizás un par de meses, pero que luego habría que enfrentar una tercera oleada de contagios.
Se ha manifestado que a fines de este mes se intensificará la fase masiva de vacunación con la llegada de grandes lotes de la Sputnik- V y las AstraZeneca del mecanismo COVAX. La idea es sin duda acelerar la inmunización y prepararse para una posible nueva alza de contagios durante las próximas ocho semanas, de manera que si ese fenómeno sucede no sea demasiado dañino para la salud pública y la normalización de la actividad económica. Lograr este objetivo implica mayor y mejor planificación y coordinación en todas las instancias del Estado.
En primer lugar, hay urgencia por un despliegue más amplio de información acerca de los requerimientos y maneras de registrarse para recibir las vacunas. Hay que decir que, por el momento, este esfuerzo deja mucho que desear: varias entidades de salud están registrando con sistemas propios y la gente no sabe dónde conseguir referencias y datos precisos sobre lo que tiene que hacer. Es difícil encontrar la información ordenada en los portales y canales gubernamentales.
En segundo lugar, hay que saludar la puesta en marcha de una estrategia coherente basada en pruebas masivas, que se están realizando en todo el país, y un fortalecimiento de las capacidades de los servicios de salud con medicamentos y nuevo personal. Es un buen logro del Gobierno. Pero no hay que bajar los brazos por la desescalada, se recomienda más bien fortalecer estas capacidades creadas y hacerlas más eficientes y masivas, de manera que si llega la tercera ola nos encuentre preparados.
Finalmente, aunque hay una luz al final del túnel, es imprescindible que las autoridades insistan en mantener las medidas básicas de prevención, lavado de manos, uso de barbijos y evitar aglomeraciones, hasta que la inmunización no alcance una cobertura suficiente, entendiendo que eso no sucederá antes de agosto de este año. Por tanto, no hay que permitir que se relajen los hábitos y cuidados. Nuevamente, en esta tarea, la función de comunicación del Estado es crucial.