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Gobiernos divididos

Entre otros resultados, los comicios subnacionales 2021, cuya segunda vuelta del pasado domingo cierra el actual ciclo electoral, configuraron un mapa diverso de poder en las gobernaciones departamentales. Pero también generaron “gobiernos divididos”, esto es, ejecutivos que no tienen mayoría en las asambleas. Ello puede conducir a situaciones de bloqueo o impulsar pactos.

Uno de los aprendizajes de la transición a la democracia, con la presidencia de la UDP/Hernán Siles Zuazo (1982-85), fue que el gobierno dividido puede generar un escenario de bloqueo y de parálisis institucional. Así ocurrió en ese periodo, cuando los opositores MNR y ADN, mayoritarios en el Congreso Nacional, inviabilizaron todas las leyes propuestas por el Ejecutivo. Se produjo así una crisis de gobernabilidad que, sumada a la hiperinflación y una elevada conflictividad, derivaron en elecciones anticipadas.

Semejante experiencia, que algunos analistas de la época calificaron como “traumática”, sirvió de incentivo para que los partidos políticos optaran por formar coaliciones parlamentarias y de gobierno a fin de evitar, justamente, gobiernos divididos. Esa fue la esencia de la llamada “democracia pactada”, que entre 1985 y 2003 produjo cinco gobiernos de coalición (incluido el acuerdo entre el MIR y la ADN en 1989, que implicó “cruzar ríos de sangre”). Se despejaba así el riesgo de ingobernabilidad.

Tras la crisis de 2003 con renuncia de Sánchez de Lozada y sucesión constitucional, el gobierno de Mesa fue otro caso de gobierno dividido. Sin parlamentarios propios, tuvo que afrontar un Congreso opositor con predominio del conflicto por encima de la concertación. Ese modelo de gobiernos sin bancada mayoritaria, que formaban coaliciones o terminaban estancados, dejó de existir durante los gobiernos del MAS/Evo Morales. Sus victorias electorales con mayoría absoluta le permitieron gobernar en solitario.

Esa lógica en democracia se mantuvo en las elecciones generales 2020, que otorgaron al gobierno de Arce mayoría absoluta de asambleístas en ambas cámaras: no corre riesgo de bloqueo opositor, no necesita coalición política. Ocurre algo distinto a nivel departamental. Las recientes elecciones conformaron solo tres gobiernos mayoritarios, todos del MAS: Oruro, Cochabamba y Potosí. En los otros seis departamentos hay gobiernos divididos. Los gobernadores electos, para garantizar gobernabilidad, tendrán que pactar.

La novedad sin duda son los asambleístas indígenas, elegidos según normas y procedimientos propios. Son esenciales para formar mayoría en tres asambleas departamentales. En Santa Cruz ya se aliaron con el MAS, presidirán la asamblea y harán mayoría opositora. Pronto se sabrá qué carta juegan en los casos de Tarija y Beni. Si bien no es posible “administrar” un departamento desde la asamblea, se puede obstaculizar la agenda legislativa del Ejecutivo. En ese contexto, los acuerdos políticos importan.