Día de la Madre Tierra
Se trata, pues, de un día que lleva a las personas a reflexionar sobre el dilema conservación versus desarrollo.
Ayer se ha recordado en todo el mundo el Día Internacional de la Madre Tierra, ocasión propicia para promover el debate público sobre el estado actual del planeta y la justificada preocupación sobre su futuro a corto, mediano y largo plazos. Como todos los años, el balance arroja muchos discursos de transformación del estado de cosas, pero pocas acciones en esa dirección.
Las innumerables manifestaciones en torno a los temas que el Día Internacional inspira son expresiones a la vez de una creciente pugnacidad política que se sirve de todos los asuntos de interés público posibles para desacreditar a la parte contraria y tratar de mostrar a la propia como la portadora de la mejor razón, muy a menudo llena de lugares comunes y desinformación respecto de lo deseable y lo posible en temas de gestión ambiental.
Así, se cumple un doble propósito: se politizan los movimientos de defensa de la Madre Tierra hasta el extremo de ponerlos al servicio de una razón instrumental a menudo desprovista de principios, y por esta misma causa se los despoja de profundidad, coherencia y, sobre todo, de viabilidad. Es más fácil protestar públicamente y apuntar con el dedo a los culpables de la degradación ambiental que salvar un solo árbol.
Como es previsible los gobiernos, particularmente aquellos comprometidos con la causa ambiental y los esfuerzos multilaterales para salvar al planeta de un desastre inminente, hicieron anuncios y promesas importantes, como la del Primer Mandatario boliviano, quien informó que se han derogado los decretos firmados por la presidenta transitoria que autorizaban hacer pruebas con semillas genéticamente modificadas. No dijo nada respecto de las leyes en que se basaron esos decretos y que habilitan ese tipo de cultivos, promulgadas en una anterior gestión del MAS.
También hubo pronunciamientos públicos de personajes notables, como el expresidente Evo Morales, quien a través de Radio Kawsachun Coca propuso una revolucionaria agenda para salvar a la Madre Tierra, de evidente tono descolonizador y anticapitalista que, probablemente, se oiga bien en los foros internacionales, pero que se hace difícil de implementar en el día a día de la política, como él bien sabe.
Se trata, pues, de un día que lleva a las personas a reflexionar sobre el dilema conservación versus desarrollo, en el entendido que son mutuamente excluyentes, sobre todo por la idea androcéntrica moderna, que pone al humano y sus necesidades por encima de la naturaleza, incluso a sabiendas de que ésta ya demostró no ser infinita en recursos como se creía.
Fue un día, en fin, para que gran parte de la humanidad sueñe con un mundo mejor, con un futuro en el que todas y todos puedan vivir en armonía con la naturaleza, pero que por ahora no logra trascender el ámbito de la retórica, mientras una pequeña porción de esa misma humanidad sigue haciendo pingües negocios a costa del equilibrio ecológico de la Madre Tierra.