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Transiciones municipales

Estamos en vísperas de un cambio de autoridades municipales de gran envergadura. Sería deseable que, más allá de los usuales intercambios de información burocrática entre la gestión saliente y la entrante, éste sea un tiempo en el que se vaya dialogando y precisando las grandes prioridades y líneas de acción que se impulsarán en nuestras ciudades y comunidades en los próximos años.

Una de las más grandes frustraciones de la reciente campaña electoral municipal ha sido la debilidad del debate programático. Muy pocos candidatos han expuesto con claridad el perfil de ciudad que desean construir o se han referido específicamente a las prioridades que tienen la intención de impulsar durante sus gestiones.

Esta carencia se hace aún más evidente considerando la grave crisis que están viviendo los ciudadanos en estos tiempos de pandemia. Los gobiernos locales tienen teóricamente un papel muy importante en la prestación de servicios de salud, en el apoyo a los sistemas de educación pública o colaborar en la reactivación de la economía del territorio.

Hoy por hoy, los municipios tienen una gran responsabilidad, por ejemplo, en la definición de las modalidades de las restricciones de movilidad o en el cumplimiento de las medidas de bioseguridad en espacios públicos. Estas vitales tareas de las que depende la prevención del contagio de COVID-19 requieren un aprendizaje permanente y su adecuación a las necesidades de los ciudadanos y a la notoria fatiga que ya se está produciendo en su cumplimiento después de un año en crisis. Por tanto, las nuevas autoridades municipales deberán innovar en sus campañas de comunicación y de control de esas regulaciones.

En síntesis, la agenda municipal futura enfrenta grandes retos, no únicamente relacionados con problemas estructurales, sino también con el manejo de la singular coyuntura de urgencia sanitaria y socioeconómica que las comunidades seguirán sufriendo hasta que la situación no se normalice completamente. Por tanto, se esperaría que las autoridades electas aprovechen estas semanas de transición para precisar su agenda de corto, mediano y largo plazo, pero también para empezar un diálogo fecundo con las fuerzas vivas del municipio para recoger ideas, recomendaciones y alertas. Se trataría de un ejercicio constructivo y deliberativo que supere la tentación de transformar esta etapa solamente en un nuevo episodio de desencuentros, de denuncias sobre las supuestas irregularidades de la gestión saliente o de mera crítica a todo lo que se hizo antes.

Los problemas son tan grandes y desafiantes que todo el esfuerzo debería concentrarse en construir soluciones colaborativas y en empezar a movilizar la energía de toda la sociedad para superar las crisis