El modelo J.A.LLA.LLA
Además de abonar un débil sistema de representación política, estas experiencias lastiman la gestión pública.
La crisis poselectoral de la agrupación ciudadana Juntos al llamado de los pueblos (cuya sigla formal es J.A.LLA.LLA) expresa de manera nítida el tipo de organizaciones políticas que se activan para postular candidaturas y cuya motivación principal son los cargos. No es un caso aislado. El “modelo Jallalla” está presente en varios partidos políticos y agrupaciones ciudadanas del país.
La agrupación Juntos al llamado de los pueblos fue creada como organización política en 2017. Según su estatuto orgánico, asume como principios, entre otros, la democracia y la libertad, comunitaria y descolonizadora. Declara también un listado de fines y objetivos. Su estructura orgánica se basa en congresos, ampliados y direcciones. Y tiene alcance departamental, en La Paz. Con esa estructura su primera participación en procesos electorales fue en los recientes comicios subnacionales 2021.
A la vista de los resultados de la votación, Jallalla surgió como una “fuerza alternativa”, con importantes victorias. Postuló a dos candidatos fuertes: Felipe Quispe (el Mallku), emblemático dirigente aymara (sustituido por su hijo tras fallecer en pleno proceso electoral); y Eva Copa, joven líder alteña. Y ganó, nada menos, la Gobernación de La Paz y la Alcaldía de El Alto, desplazando al MAS-IPSP. Se habló incluso de Jallalla como recomposición en el campo nacionalpopular. Hasta ahí el idilio.
La realidad orgánica es distinta. Como ya es tradición en procesos electorales, la agrupación Jallalla en realidad prestó la sigla (alquiló es la expresión correcta) a Quispe y Copa. En el caso del candidato a gobernador de La Paz se conoce que hubo un documento de compromiso. El deterioro de la alianza fue veloz, hasta con amenazas de muerte. No esperaron ni la posesión de las autoridades electas y se produjo la ruptura. Tanto el gobernador como la alcaldesa electos tomaron rumbo político propio.
¿Qué nos muestra el “modelo Jallalla”, ampliamente extendido en el país? Primero, que son organizaciones políticas en el papel, sin liderazgos, débil estructura orgánica, ausencia de democracia interna. Segundo, que hay un tráfico de siglas para postular candidaturas, carentes de base programática. Tercero, que la motivación esencial de estas alianzas es el acceso a cargos y puestos de representación. Cuarto, que son organizaciones que se repliegan, o desaparecen, cuando no hay elecciones.
Resulta evidente así que Jallalla no es una fuerza política alternativa ni un factor de renovación en el campo nacional-popular. Sus dirigentes, dueños de la sigla, quieren cargos. Y para conseguirlo expulsaron al “traidor” Quispe —que impuso a su esposa como asambleísta— y ahora lo amenazan con juicios y una prematura revocatoria de mandato. Lo acusan de “falta de palabra” (sic). Lo crítico es que además de abonar un débil sistema de representación política, estas experiencias lastiman la gestión pública.