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Salvoconductos 2020

Generó sorpresa y polémica la revelación de que el régimen provisorio de Áñez ignoró una sugerencia del papa Francisco, nada menos, con relación a la otorgación de salvoconductos. Ocurrió en enero del año pasado, cuando el entonces embajador en el Vaticano recibió el mensaje y lo comunicó oficialmente a la excanciller Longaric. El hecho fue calificado de “vergonzoso”.

Si bien, con arreglo a la Constitución Política vigente, el Estado boliviano es independiente de la religión (esto es, un Estado laico), resulta paradójico que un gobierno que entró con la Biblia a Palacio y apeló en varias ocasiones a la fe religiosa, haya desoído la voz de la máxima autoridad espiritual de la Iglesia Católica. En este caso primó más el interés político contra el MAS que la insinuación del Santo Padre. Incluso la Conferencia Episcopal Boliviana habría intercedido en el tema.

El hecho es muy concreto e inequívoco. El 9 de enero de 2020, el entonces embajador de Bolivia ante la Santa Sede, Julio César Caballero, en ocasión del saludo del cuerpo diplomático, recibió de voz propia un pedido del Papa: superar la crisis de los asilados en la Embajada de México proporcionándoles salvoconductos, “consolidando así el proceso de pacificación y el periodo electoral”. Días después, mediante nota oficial clasificada como Muy urgente, Caballero informó del hecho a la excanciller Longaric.

Ahora se conoce que, en lugar de considerar la sugerencia recibida desde el Vaticano, la señora Longaric, luego de comentar el asunto con la presidenta transitoria y delegar el tema a su vicecanciller, procedió al archivo de la nota oficial, sin brindar ninguna orientación o respuesta al embajador. Según Caballero, hizo seguimiento al curso del pedido, pero Longaric no respondió sus llamadas. La única acción posterior fue la destitución ipso facto del mensajero, por mano del exministro de la Presidencia.

Más allá de la decisión política del régimen transitorio, lo curioso es la justificación para ignorar la sugerencia. Según la excanciller, el Gobierno esperaba que el Sumo Pontífice envíe una nota oficial a través del Nuncio Apostólico acreditado en Bolivia. Es decir, la comunicación verbal del Papa al embajador acreditado del Estado boliviano, transmitida a su vez por éste mediante una nota formal, no tenía ningún valor. Áñez y el exministro Murillo solo accedieron a brindar dos salvoconductos.

El episodio del mensaje papal, calificado como “vergonzoso” por el actual Gobierno, forma parte del debate, todavía precario, sobre la gestión de las Relaciones Exteriores del Estado boliviano durante el régimen provisorio, bajo responsabilidad de la señora Longaric. El alineamiento incondicional con la agenda e intereses de Estados Unidos, contrastado con hechos de crisis diplomática con países como Argentina, España y México, son cuestiones sustantivas de la política exterior que deben ser evaluadas.