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Mujeres invisibles

Los mecanismos de monitoreo del avance de las mujeres en el mundo se han multiplicado en las últimas dos décadas y gracias a ello la precisión de investigaciones e informes al respecto no hizo más que aumentar; lo malo es que los datos muestran algunos, a veces tímidos, avances, pero mucho estancamiento en las cuestiones que determinan la situación de sometimiento al patriarcado.

Uno de ellos, el Proyecto de Monitoreo Global de Medios (GMMP, por su nombre en inglés), es la investigación más extensa y de mayor duración del mundo sobre género en los medios de comunicación; comenzó en 1995 y cada cinco años monitorea, el mismo día en todo el mundo, las noticias para dar cuenta de cuántas mujeres aparecen en las noticias y cómo, además del número de mujeres que trabajan en los medios produciendo esas noticias.

Bolivia ha participado en todos los estudios, excepto en 2005, y el monitoreo de 2020, realizado el 29 de septiembre, no fue la excepción. Días atrás se ha presentado el informe completo de la investigación y sendos informes locales para los 116 países que participaron del esfuerzo. Los datos que arroja el trabajo en Bolivia, realizado por un equipo de voluntarias y voluntarios del Servicio de Capacitación en Radio y Televisión para el Desarrollo (SECRAD) de la Universidad Católica Boliviana, no son para alegrarse.

Según el informe para Bolivia, el monitoreo muestra que “se mantiene la invisibilización y discriminación de la mujer en los medios de difusión (periódicos, radios, televisión, plataformas digitales y Twitter)”: solo el 18% de las noticias tiene a una mujer como protagonista; también se ha descubierto que la presencia de mujeres en las noticias “disminuyó en temas políticos e incrementó visiblemente en cuanto a información social, económica, sobre ciencia, salud, deporte y farándula”; finalmente, se observó que persiste en los contenidos “el carácter estereotipado y doméstico de la mujer como ama de casa, madre de familia y bajo un modelo occidental de belleza femenina (mujer alta y esbelta)”.

Considerando que en las facultades de comunicación de las universidades bolivianas casi dos de cada tres estudiantes son mujeres, llama la atención, también, que la proporción se invierte en las salas de redacción: solo una de cada tres periodistas es mujer. El dato, que no es menor, puede ayudar a dar cuenta de por qué es tan difícil cambiar el modo en que se procesa la información excluyendo a las mujeres que pueden ser protagonistas o fuentes.

La importancia de estudios como el que se comenta radica menos en confirmar una y otra vez la existencia de techos de cristal o la dificultad de moverlos y más en la llamada de atención que eso significa para quienes hacemos periodismo e interpretamos la realidad. Mientras no eliminemos la sistemática invisibilización de las mujeres en todos los ámbitos de la vida social, pocos avances habrá para reportar. Es un gran desafío y lo asumimos en esta redacción.