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Fracaso en Afganistán

El martes último, luego de casi 20 años de presencia militar en Afganistán, Estados Unidos de América se retiró del país asiático, dejando en el poder a las fuerzas talibanes, las mismas que se pretendía combatir luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington. El resultado de la aventura estadounidense es visto como un fracaso.

El más evidente fracaso de la ocupación fue la imposibilidad de eliminar el poderío talibán. Fue irónico que en apenas un par de días, hace pocas semanas, los talibanes expulsaran del poder al Presidente apoyado por EEUU y tomaran el poder de todo el país y, sobre todo de todo el arsenal y equipamiento entregado al ejército afgano, además de entrenamiento que en los hechos no sirvió para que los militares de ese país detuvieran el avance de sus adversarios.

El segundo fracaso, tal vez el más señalado en los medios de comunicación del mundo y en las redes sociales virtuales, fue la casi instantánea desaparición de los derechos de las mujeres, que bajo el rígido mando talibán se limitan a poco más que a respetar su vida, eliminando las libertades más simples, entre ellas a moverse en libertad, a trabajar y hasta a estudiar.

Un tercer fracaso fue la imposibilidad de establecer un gobierno que reconstruyera el Estado afgano, cuya conflictiva relación con Occidente lleva varias décadas de injerencia de las grandes potencias, EEUU y la desaparecida Unión Soviética, pero también de los países vecinos. Concomitante con este fracaso es el alarmante desarrollo del narcotráfico; si bien Afganistán ha sido tradicionalmente el mayor proveedor de opio en el mundo, solo en los últimos 10 años, la superficie cultivada con amapola, la materia prima del narcótico, se ha casi duplicado, de 123.000 hectáreas en 2010 a 224.000 en 2020, según un reporte de la ONU.

Donde no fracasó la intervención estadounidense fue en la creación de una robusta posverdad que durante casi dos décadas sirvió para mostrar al mundo éxitos que no existían. Según la publicación The Intercept, fuertemente crítica de los gobiernos estadounidenses, las mentiras que posibilitaron esta idea falsa de lo que sucedía “provienen de la Casa Blanca, el Congreso, el Departamento de Estado, el Pentágono y la CIA, así como de Hollywood, expertos en noticias por cable, periodistas y la cultura en general”.

Al final, EEUU y sus aliados en la invasión perdieron más de 3.500 soldados, dejaron más de 47.000 civiles afganos muertos en el conflicto y millones de refugiados en todo el mundo; gastaron más de $us 2.000 millones (que se sabe fueron a parar en gran medida a sus empresas “contratistas”). El resultado: un Estado totalitario controlado por aquellos a quienes se decía combatir, rampante corrupción (incluyendo a los gobernantes apoyados por la fuerza de ocupación) y nada de desarrollo. ¿De qué sirvieron, pues, 20 años de ocupación estadounidense?