Marcha indígena
Será triste constatar que hay una evidente instrumentalización de las identidades y demandas indígenas.
Casi a fines de agosto partió de Trinidad hacia Santa Cruz de la Sierra una marcha compuesta por decenas de indígenas de diversas etnias. Aunque el argumento de origen es respeto a su identidad y su reconocimiento pleno para acceder a la titulación de tierras, en el Gobierno afirman que la demanda no queda clara y reclaman un pliego petitorio que todavía no se ha presentado.
A la cabeza de la marcha iniciada en la capital beniana el 25 de agosto está Marcial Fabricano, que lideró la marcha que llegó a La Paz en 1990, y dio inicio a un proceso que 16 años después se convertiría en la Asamblea Constituyente. Mucha agua ha corrido desde entonces, tanto en la emergencia y los posicionamientos de los liderazgos indígenas de tierras bajas, como en la relación del Estado con ellas.
A pesar de la nueva Constitución Política del Estado, o tal vez debido a ella y su ambicioso catálogo de derechos, la relación entre pueblos indígenas y Estado nunca ha dejado de ser conflictiva, siendo hasta ahora el epítome la larga campaña contra la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos en nombre de la protección del Territorio Integrado y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), y su larga cadena de consecuencias y efectos.
La marcha que aquí se comenta parece no tener la dimensión ni la trascendencia de aquellas movilizaciones que conmovieron al país; aunque a más de tres semanas de caminata las y los marchistas suman un par de centenas, hasta ahora solo ha servido para evidenciar la profundidad del quiebre entre las organizaciones indígenas de tierras bajas y para que el Gobernador de Santa Cruz y el Comité Cívico cruceño se muestren partidarios de la marcha y anuncien generosa bienvenida.
Mientras tanto, la seguridad de la marcha, su alimentación y otros apoyos necesarios corren por cuenta del Gobierno, temeroso de dar argumentos a quienes desde la ciudad apoyan la movilización indígena, como sucedió días atrás cuando un presunto grupo de campesinos interculturales intentó impedir el avance de la columna humana. Al mismo tiempo, los viceministros de Autonomías y de Régimen Interior coinciden en señalar que no hay un pliego de demandas sobre el cual discutir.
Finalmente, la dirigencia de la Central de Pueblos Indígenas del Beni ha afirmado que se trata de una marcha sin mandato orgánico y que está compuesta por antiguos líderes que apenas se representan a sí mismos; “es una total aventura, es ir a darles la mano a los patrones que estos compañeros tienen”, afirmó el vicepresidente de la CPIB.
Se espera que la marcha arribe a la capital cruceña el 24 de septiembre, efeméride departamental. Es previsible que el momento tenga amplia cobertura y esté llena de mensajes a favor de unos y en contra de otros; será triste constatar que, una vez más, hay una evidente instrumentalización de las identidades y demandas indígenas.