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Navegar la cuarta ola

Como fue anunciado desde hace meses, la cuarta ola por la pandemia del coronavirus está llegando al país. Aunque la situación estructural de un frágil sistema de salud no ha cambiado, hay mejores condiciones para enfrentar esta nueva ola debido al esencial factor vacunación. La principal variable sigue siendo la invocación a la ciudadanía para privilegiar el autocuidado.

En los meses de mayo y junio de este año, la tercera ola, agravada por la variante brasileña del virus, amenazó nuevamente con un colapso sanitario en el país, incluyendo la falta de oxígeno, en medio de un elevado número de contagios y alta letalidad. Para entonces, apenas el 11 por ciento de la población había sido vacunada con una dosis, y menos del tres por ciento con las dos dosis. Fueron meses críticos de incertidumbre, sin ninguna posibilidad de volver a un esquema de cuarentena rígida.

Con el aumento de la vacunación, la situación sanitaria ha ido mejorando. El proceso fue incremental, por sectores y rangos de edad. Las diferentes vacunas llegaron al país como resultado de un meritorio esfuerzo del Gobierno nacional (pese a promesas ruidosas, los gobiernos subnacionales no consiguieron ni una sola vacuna). No ha sido fácil. Como sea, a la fecha se aplicaron más de 7.600.000 vacunas (primeras, segundas, terceras y unidosis). Igual el porcentaje de inmunización todavía es bajo.

A propósito de la pandemia y de la vacunación a nivel global, un dato de neocolonialismo y desigualdad tiene que ver con la distribución de vacunas. Si asumimos que la salida a la crisis sanitaria por el COVID- 19 y sus nuevas variantes solo puede ser colectiva, es deplorable que en los países ricos el promedio de vacunación sea del 70%, mientras que en los países pobres apenas alcanza al tres por ciento. “Estas diferencias son moralmente inaceptables”, reconocieron ayer en la cumbre del G-20 en Roma.

¿Estamos preparados para navegar la cuarta ola que, oficialmente, ya está en curso en el país? La estrategia de contención está centrada en las vacunas y en pruebas masivas (“todo resfrío es COVID-19 hasta que se demuestre lo contrario”, alertó el titular de Salud). Cuenta a favor que contamos con la experiencia de las tres olas anteriores. Y también el hecho de que hay compromiso de coordinación entre el nivel central del Estado y las entidades territoriales autónomas, aunque no siempre funciona.

Lo crítico de la nueva ola, además de que la temible variante Delta ya está en el país, es que todavía estamos lejos de la inmunidad colectiva. Una parte de la población, por diferentes motivos, todavía no está vacunada. Por ello la necesidad de insistir en que todos los esfuerzos serán insuficientes si la población no hace su parte. La batalla contra la pandemia solo se podrá afrontar si asumimos la centralidad del autocuidado, empezando por el elemental uso del barbijo con distanciamiento social.