Noviembre
Noviembre de 2020 nos encontró todavía en crisis y polarizados, pero con mandato mayoritario.
Hace dos años, en noviembre, al amparo de un fallido proceso electoral, se produjo el derrocamiento del expresidente Morales, seguido del inconstitucional régimen de Áñez. Un año después, también en noviembre, se inició un nuevo gobierno del MAS-IPSP con la legitimidad del 55% de votos. Este noviembre nos encuentra en conflicto y la consigna opositora de “tumbar a Arce”.
Esta semana se cumplen dos años de los hechos que derivaron en la forzada renuncia de un presidente electo y la planificada “sucesión” de una presidenta autoproclamada. El gobierno de Áñez, de carácter provisorio, se estrenó con dos masacres (Sacaba y Senkata). Era noviembre. La coyuntura crítica tuvo luego su momento de acuerdo político in extremis para encaminar nuevos comicios con renovadas autoridades electorales. Y se agravó pronto con la pandemia del COVID-19 y una cuarentena prematura.
La disputa de relatos sobre aquel oscuro periodo, además de ser irresoluble (cada quien defiende su “verdad”), se prolonga y aviva con algunas variaciones. El relato opositor del “fraude”, que no puede probar, fue central desde antes de las elecciones 2019, pero ahora ya no le sirve. La reciclada bandera es “libertad y democracia”. El relato oficialista del “golpe de Estado”, en tanto, con polémica deriva judicial, se exhibe otra vez ante el actual paro indefinido “multisectorial” del todo o nada.
Justo un año después del régimen autoritario de Áñez, se retomó la senda de un presidente con la legitimidad de las urnas. Noviembre de 2020 nos encontró todavía en crisis y polarizados, pero con mandato mayoritario para un nuevo gobierno y menos incertidumbre. Había la esperanza de mejores días, de políticas eficaces para reactivar la economía, de justicia, de puentes de encuentro no solo para enfrentar la crisis, sino también para recuperar la convivencia social. El balance depende del bando.
¿Qué nos trae, que podría dejarnos, este noviembre? Tras un año de gestión del presidente Arce, con medidas todavía insuficientes para la reactivación económica y lenta vacunación contra el coronavirus, estamos nuevamente en un contexto de enfrentamiento con actores radicales, de uno y otro lado, que promueven activamente su afán de llevarnos como país hacia otra coyuntura crítica. Claro que la correlación de fuerzas, las condiciones y el factor externo son diferentes a 2019. Que no se equivoquen.
Mañana se cumple una semana del paro político que, con bandera antilegislativa, apuesta por la escalada de demandas y de conflictividad para “tumbar al Presidente… según la receta” (sic), como advirtió el señor Calvo para luego desdecirse. Lo deseable sería que el oficialismo, superando la retórica del golpismo, logre explicar más y concertar mejor sus reformas. Y que las oposiciones, en lugar de apostar otra vez por el derrocamiento inconstitucional y antidemocrático, se preparen para ganar elecciones. Noviembre.