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Pacto de Glasgow

Luego de semanas de acalorados debates sobre el calentamiento global y sus causas, ha concluido el sábado la 26 Conferencia de las Partes (COP26) con un pacto que no satisface realmente las expectativas de la mayoría de participantes, pero tampoco constituye un agravio para ninguna. En los hechos, el avance hacia un mundo que quiere librarse del cambio climático ha sido exiguo.

Sin embargo, muchos diplomáticos también se han mostrado moderadamente optimistas por el hecho, histórico según ellos, de haber logrado poner en el pacto dos palabras que irónicamente nunca habían sido usadas en los documentos oficiales: “combustibles fósiles”, señalados finalmente como los causantes principales del cambio climático que amenaza a la humanidad. El pacto propone la necesidad de acabar con los “subsidios ineficientes” a esta fuente de energía, particularmente el carbón, pero atendiendo a “circunstancias nacionales particulares”.

Muchas noticias difundidas entre el sábado y el domingo hicieron énfasis en el hecho de que China e India, encabezando a un grupo de varios países en vías de desarrollo, se opusieron a último momento a un párrafo que llamaba a eliminar la dependencia del carbón. La razón la explicó el Ministro de Medio Ambiente de India, quien apeló a las responsabilidades diferenciadas entre países desarrollados y no desarrollados, y al derecho de estas naciones “a su parte justa del presupuesto global de carbono”.

Por lo demás, el Pacto de Glasgow, aprobado de manera unánime por los casi 200 países representados en la COP26, establece que dentro de un año los Estados miembro presentarán nuevos compromisos para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, “teniendo en cuenta las diferentes circunstancias nacionales”, lo que implica que aún no hay obligación formal de mantener el calentamiento global por debajo de los 1,5º C, ideal aprobado en el Acuerdo de París de hace seis años.

Otro tema que aparece nombrado, pero no resuelto, es el compromiso de los países más ricos de garantizar desde 2020 un fondo de $us 100.000 millones para los países más vulnerables; el documento “lamenta profundamente” que esto no haya sucedido e insta a resolver la situación hasta 2025. Los países en desarrollo han propuesto que este dinero se reparta a mitades entre las tareas de mitigación del cambio climático y las de adaptación a lo que se viene en las próximas décadas.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha lamentado la falta de voluntad política de los líderes y delegados reunidos en la COP26, señalando que no han sido capaces de “sobrepasar las profundas contradicciones” ni ponerse “en modo urgencia” para salvar un planeta que está “tocando a la puerta de una catástrofe climática”. Así, continúa la incertidumbre sobre el futuro del planeta en las próximas décadas, mientras la humanidad sigue corriendo detrás de la ilusión de dominar a la naturaleza y servirse de ella sin límites.