Definiciones chilenas
Los votantes tienen una tarea muy difícil que podría definir escenarios desafiantes y de gran complejidad.
Chile está viviendo un momento histórico excepcional. En 15 días tendrá que elegir presidente entre dos candidatos con proyectos políticos muy distantes. Será una decisión trascendental que definirá las posibilidades de gobernabilidad del próximo gobierno de esa nación y las condiciones en que podría completarse el inédito proceso de redacción y aprobación de una nueva Constitución.
El hermano país transandino está embarcado en una intensa campaña que concluirá en la segunda vuelta de la elección presidencial el domingo 19 de diciembre. Los candidatos a la primera magistratura son Gabriel Boric, representante de una amplia coalición de fuerzas de izquierda y progresistas, y José Antonio Kast, dirigente de un partido con propuestas que algunos califican de extrema derecha, el cual está apoyado coyunturalmente por todas las fuerzas tradicionales de centroderecha que se quedaron sin representante después de la primera vuelta.
La calificación de Kast a la ronda final de esos comicios ha sido una sorpresa y ha mostrado la habilidad de ese personaje para responder con ideas extremas e incluso autoritarias a las preocupaciones de muchos chilenos frente a la inmigración, la delincuencia y la demanda de orden en un momento con mucha inestabilidad y conflictividad social.
Preocupa que detrás de esa candidatura se alineen voces y propuestas contrarias a las transformaciones que se está impulsando en la Asamblea Constituyente, actualmente en pleno trabajo de redacción de una nueva carta magna que supere la que fue impuesta por el régimen militar, y con posturas que afectan los derechos de las mujeres y las minorías. La gobernabilidad y estabilidad del país podrían ser muy complicadas en un escenario de coexistencia de visiones tan contrapuestas en dos espacios centrales del entramado institucional actual de ese país.
El otro candidato tampoco enfrenta un escenario menos complejo. Boric deberá despejar las dudas sobre su experiencia de gobierno y sobre todo acerca de su capacidad de manejar la economía, manteniendo el crecimiento y ampliando, al mismo tiempo, derechos sociales. Tareas complejas, aún más considerando que contará con mayorías muy exiguas e inestables en el Congreso para llevarlas a buen puerto. Eso, además, de la notoria desconfianza de gran parte de la élite empresarial frente a un gobierno de izquierda compuesto por dirigentes jóvenes y con escasos vínculos con los poderes fácticos.
Los votantes tienen una tarea muy difícil que podría definir escenarios desafiantes y de gran complejidad para la nación vecina. Por la importancia que tiene Chile para nuestro país y por la simpatía que siempre tendremos por el valeroso y trabajador pueblo chileno, se esperaría que al final se elija la opción más coherente con un cambio positivo para las mayorías y que fortalezca la democracia y la integración regional.